La Intérprete: Visiones

10


 

 

La humedad se impregnaba en las paredes del sitio donde June se encontraba. Ahí no había más que lodo y olor a putrefacción.

La joven levantó el rostro, angustiada. Su prisión era subterránea, pero no sabía en donde estaba. Debían haber pasado unas diez u once horas desde que él la visitara por última vez. Y, ¿tres días desde que la llevara a ese lugar? June no estaba segura, podían ser más.

Se removió sobre las sábanas sucias debajo de ella y el olor a humedad se hizo todavía más potente, filtrándose en sus fosas nasales. La chica comenzó a toser, doblándose en dos. Un chasquido a su derecha la sobresaltó. Con una mano en la boca y la otra en el vientre se volvió, pero ahí no había nada. Sin  embargo…

—¿June?

La aludida dejó escapar un gemido y retrocedió por el lodo tanto como pudo, hasta chocar con algo que parecía una carretilla volteada.

Una luz tenue fue aumentando hasta convertirse en la silueta de un hombre, de chaqueta azul y con una vieja lámpara de gas en la mano. Usaba una gorra del restaurante Le Pierre y mantenía el rostro oculto hacia abajo.

Y June estuvo segura de conocerlo, de haberlo visto antes de que iniciara esa pesadilla.

—Hola.

Su voz era un susurro ronco y, durante un segundo, supo quién era, pero después su miedo venció y su memoria falló. Cuándo el asesino se acercó a ella, June comenzó a gritar. Auténticos chillidos de agonía.

Él sonrió.

Era hora de claudicar.




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