—Quiero conocer a Leonardo —fueron las primeras palabras de Chris después de escuchar a Lisey, la historia de Leo y Mía, los Marcotte, los espíritus oscuros y las chicas asesinadas.
—Se lo diré, aunque no parece una persona especialmente sociable —le explicó Lisey —por lo menos con los vivos.
—¿Y contigo? ¿Ha sido malo?
—No.
—Pero esa chica, Mía, ¿está realmente muerta?
—Lo está —Lisey miró hacia el cielo, debía haber pasado al menos una hora desde que empezara a hablar —y creo que las desaparecidas también lo están.
—¿Acaso las…?
—No, no las ví, pero siento que están… ya sabes. No me preguntes cómo lo sé.
—Parece que relacionarte con un… con otro Intérprete ha agudizado tus sentidos —comentó Chris, perplejo.
—No —le contradijo Lisey, lista a decir sólo la verdad —siempre me he sentido así, pero lo ignoraba. Pensaba que fingir era más fácil.
—Lo siento, por mi culpa…
—No, Chris, no lo hice por ti —en cierta forma así era, ni siquiera lo había hecho por su familia —los ignoraba por mí. Quería ser normal, como ustedes.
—No creo que nosotros seamos normales.
—Para mí lo son.
Chris quería replicar, pero se distrajo pensando en las chicas asesinadas: Mía, Tess y June, sin contar a las desaparecidas. ¿No debería haber ya un equipo especial investigando? Su padre le había contado que cuando el Insano había atacado eso había ocurrido, incluso se había instalado un toque de queda.
Claro que al principio la gente creía que era cosa de magos, en esos años la gente hablaba mucho de la Rosa Negra y de sacrificios humanos, por eso tardaron tanto en aparecer los Purificadores en escena.
—¿Qué pasará con las chicas? —preguntó entonces.
—¿A qué te refieres?
—La policía, deberían saber que…
—No, Chris —volvió a interrumpirle Lisey —es una teoría de Leo, realmente no hay ninguna evidencia sólida de que haya un asesino en serie en Bell Wood, ni siquiera cumple con los lineamientos para serlo, por no decir que no hay nada que indique que a Tess y a June las asesinó la misma persona y ni hablar de Mía, quién sigue desaparecida, no muerta.
Chris escuchó atentamente, con la fría brisa alborotando su cabello.
—Leo está buscando a Mía —siguió hablando Lisey —por ahora será mejor dejarlo solo.
—¿Estás segura que sólo está haciendo eso? —Lisey frunció el ceño y Chris continuó: —si está tan convencido de que existe un asesino, ¿no crees que podría estar tratando de atraparlo por su cuenta?
—Eso sería peligroso y no creo que Leo sea capaz —pero la verdad era que no estaba segura.
¿Leonardo sería capaz de cazar a un asesino en serie? Tenía su propia investigación y seguramente había cosas que no le había dicho, pero Lisey hubiera jurado que todo eso sólo era para poder encontrar a Mía.
Pero, ¿y si Mía recordaba más de lo que aseguraba? ¿Y si las otras chicas habían ido a verlo a él en busca de ayuda? Después de todo llevaba ayudando espíritus desde hacía mucho antes de que ella se decidiera.
—De todas formas, Lisey, quiero hablar con él.
—Bien, Chris, lo llamaré y le diré que nos veamos —Lisey miró el cielo de nuevo, había pasado otro cuarto de hora—. Debo volver a casa.
—Y si vuelves a… caminar “dormida”, ¿qué harás?
—Si lo hago Luke te llamara, pero creo que estoy a salvo en el día.
—De acuerdo.
—¿Te ha afectado? —quiso saber Lisey entonces, sin moverse del banco de piedra. Tenía curiosidad por conocer los pensamientos de su amigo.
—Un poco, pero puedo tolerarlo.
—Me alegra —Lisey se levantó, tirando de la chaqueta de Chris para cubrirse mejor—. Te daré tus cosas después.
—No te preocupes por eso.
La pelirroja se giró, observando a un grupo de niños corriendo tras una pelota, casi esperaba ver a Luke ahí, pero no. Debía estar en casa jugando con su consola.
—Lisey —la llamó Chris, de pie, detrás de ella.
Marsh se volvió.
—¿Qué?
—No vas a hacerlo, ¿verdad?
—Chris... —Lisey se sintió algo cortada, pero fue el turno de su amigo de interrumpirla.
—No hablo de los fantasmas, sino de lo otro. El asesino, ¿intentaras encontrarlo?
—No lo sé.
—Si Leonardo te pide que lo ayudes, ¿qué vas a hacer?
—Lo ayudaré, pero eso ya lo sabes.
—Sí, te conozco. Y por eso —Chris respiró con fuerza —por eso quiero que me dejes ayudar también.
—No puedo pedirte...
—Tú encárgate del otro mundo, pero deja que yo me encargue de este, ¿de acuerdo? Si hay problemas... Si es demasiado peligroso...
—Lo harás aunque yo no quiera, ¿no?
Lisey chasqueó la boca, pero Chris negó con la cabeza, tomándola de las manos.
—Si no quieres me haré a un lado.
Se miraron a los ojos y Lisey supo que era verdad. Chris no iba a acosarla con el tema, si ella así lo quería la dejaría tranquila.
Otra oleada de frío viento les azotó el rostro, levantando el cabello de ambos. Nevaría pronto.
—De acuerdo —repuso Marsh —vamos a buscar a ese asesino juntos.
🌸🌸🌸🌸🌸
Lisey pasó el resto de la mañana durmiendo, no tuvo pesadillas y tampoco escuchó la voz de la cosa otra vez. Podía escuchar el sonido del televisor en la sala y eso la tranquilizaba, podía permitirse relajarse sabiendo que su madre estaba en casa.
Elena preparó el almuerzo después del mediodía, observando el rostro de su hija con atención, no se veía tan pálida como en días anteriores, pero tenía ojeras. Se preguntó que era lo que habían hecho realmente los chicos en casa de Chris.
Carolina le había telefoneado casi de inmediato, diciendo que era evidente que no estaban estudiando, pero que parecían sumergidos en algún asunto importante. Elena quería correr a exigir respuestas, pero Carolina la había convencido de esperar y observar.
—Los adolescentes tienden a cerrarse si se les presiona —había asegurado.
Elena no sabía que libros había estado leyendo su amiga últimamente y aunque no creía que fuesen muy buenos terminó por acceder y dejó a los chicos en paz. Claro que si veía algo que la alarmara intervendría sin pensarlo.