Una intuición.
Eso fue lo que me empujó a parar ese día en aquella ciudad.
Un impulso.
Cuando golpeé su hombro al pasar a su lado.
Una chispa.
Que destelló en sus ojos cuando coincidieron con los míos.
Una sonrisa.
La que se dibujó en nuestros labios al instante.
Una carga.
Algo que escondió con dolor y fuerza.
Un secreto.
Solo conocido por los dioses.
La guerra.
En la que lucharíamos juntos hasta nuestro último aliento.
¿Quién era esa chica y de dónde venía?
Probablemente salió de las páginas de una gran historia.