La Intrusa; Héroes Del Olimpo ▪leo Valdez▪ (n°1)

#10: Leo (en la Marca de Atenea el XLI)

Leo desenrolló la pequeña tira de papel. Rezaba lo siguiente:

¿ESA ES TU PETICIÓN? ¿DE VERDAD? (DALE LA VUELTA)

En el dorso del papel ponía:

TUS NUMEROS DE LA SUERTE SON: DOCE, JÚPITER, ORIÓN, DELTA, TRES, ZETA, OMEGA. (VÉNGATE DE GAIA, LEO VALDEZ.)

Leo giró los aros con los dedos temblorosos.

Al lado suya, Sabrina soltó un gemido.

- Leo no voy a aguantar mucho más, - murmuró. - Las verjas están rotas, y entonces...

Sabrina estaba tan pálida como un muerto, miraba a los maniquíes con desesperación. Ellos en cambio la devolvían las miradas llenas de furia, acompañadas de golpes a las barreras. Cada golpe que recibía la barrera, la dejaba más cansada y dolorida.

- No podéis escapar de lo inevitable - gruñó Cabeza de Lobo. - ¡Os destruiremos!

El último aro encajó. La esfera empezó a zumbar de la energía. Leo deslizó las manos a lo largo de la superficie y percibió que los pequeños botones y palancas aguardaban sus órdenes.

Impulsos mágicos y eléctricos corrían por los cables de bronce celestial y atravesaban toda la sala.

Leo nunca había tocado un instrumento musical, pero imaginó que debía ser algo parecido: conocer también cada tecla, cada nota, que no tenías que pensar lo que hacían tus manos. Simplemente te concentrabas en el sonido que querías crear.

Consiguió activar una esfera dorada. A la esfera funcional, le salió unas patas en forma de trípode.

Cabeza de León miró con furia a Leo.

- ¡Acabaremos con vosotros! - bramó.

- Va a ser que no, chicos.

Leo se volvió hacia cabeza de León. Manejó una esfera de control, y percibió una descarga que se desplazó a través del suelo.

Cabeza de León de estremeció y bajó su espada.

Leo sonrió.

- Bienvenido al mundo Leo.

Sabrina estaba pálida y su mirada era ausente, pero de todas formas sonrió.

- Vamos... - murmuró.

Cabeza de León se volvió y bajó las escaleras como un huracán. En lugar de avanzar contra ellos, subió con paso resuelto a la otra y se enfrentó a su compañero.

- ¿Qué estás haciendo? - preguntó Cabeza de Lobo - Tenemos que...

¡CLONC!

Cabeza de León golpeó a Cabeza de Lobo en el pecho con su escudo. Aplastó el yelmo de su compañero con el pomo de su espada y Cabeza de Lobo quedó aplastado, deforme, y no muy contento.

- ¡Basta! - ordenó Cabeza de Lobo.

- ¡No puedo! - gimió Cabeza de León.

Sabrina miraba la escena con orgullo y diversión. Aunque su aspecto fuera débil y estuviera destrozada, eso no impedía que pudiera disfrutar de esos momentos de humillación.

Leo ya le estaba cogiendo el tranquillo. Ordenó a las dos armaduras que soltaran sus espadas y escudos y se abofetearan repetidamente.

- ¿Quién posee a quién, Casper? - chilló Leo.

Con la esfera que había activado los tiró escaleras abajo. Las otras esferas de la sala empezaron a estallar. Estaba circulando demasiada energía para aquella antigua instalación. La esfera de control que Leo tenía entre las manos se calentó de forma preocupante.

- ¡Poneros a cubierto!

Sabrina parecía más muerta que viva. El color en sus mejillas y en general en todo su cuerpo era ausente, a excepción de sus labios, que eran rojos como el carmín. Aun estando débil, consiguió sacar sus últimas fuerzas para poder tirarse al lado de Frank y Hazel, que estaban ya medio conscientes. Movió el escudo de poder y lo usó únicamente para protegerse a ella, y a los chicos.

Con un último giro de la esfera, Leo provocó una enorme sacudida en la instalación. Los guerreros acorazados volaron en pedazos. Barras, pistones y esquirlas de bronce salieron por los aires. En todas las mesas, las esferas estallaron como latas de refresco calientes. La esfera de oro de Leo se paró.

De repente la sala se quedó en silencio, interrumpido únicamente por unos chisporroteos. El aire olía a motor quemado. Leo corrió hasta donde estaban sus amigos. Hazel y Frank, conscientes ya, parecían estar completamente bien. En cambio, Sabrina estaba tumbada en el suelo como un cuerpo inerte. El corazón de Leo se paró por unos instantes.

- Como odio a esos fantasmas... - se quejó Sabrina con una voz débil.

Estaba bien. Todos estaban bien.

- ¡Estáis vivos! - dijo Leo.

- Eso parece, - murmuró Frank rascándose la nuca con desconcierto.

Sabrina, recostada en las patas de una mesa, señaló detrás de Leo.

- Leo... - dijo con un hilo de voz - ¿Me pasas la mochila?

Ella le sonrió. Al darla la mochila rebuscó en el fondo, sacando triunfante ambrosia. Cogió una cantidad considerable, y antes de que alguien la pudiera detener, se la había tomado toda. Hazel y Frank pusieron cara de espanto, demasiadas emociones para un solo día. Y las que quedaban.



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En el texto hay: fanfic, percyjackson, leovaldez

Editado: 22.02.2020

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