La Intrusa; Héroes Del Olimpo ▪leo Valdez▪ (n°1)

#16: Hazel (en la Casa de Hades el IV)

Cuando Sabrina le dijo que iban a ver a su abuela, imaginó que se trataría de una alegre señora mayor, y no lo que realmente se encontraron.

Gracias a Arión, las dos semidiosas llegaron a su destino. En cuanto ambas bajaron del caballo, este se esfumó, dejándolas juntas con la niebla. Hazel y Sabrina se dirigieron al centro del patio. La niebla se pegó a ellas como la bruma de un congelador.

- No tenemos todo el día - dijo Sabrina alzando la voz.

Una figura pálida de una mujer apareció en la puerta del norte. No, un momento... estaba en la entrada del este. No, la del oeste. Tres imágenes envueltas en humo de la misma mujer se dirigieron al centro de las ruinas. Su figura era borrosa, hecha de niebla.

Llegó al centro del patio, y las tres figuras se fundieron en una sola. Se volvió sólida y se convirtió en una joven con una túnica oscura sin mangas. Tenía el cabello dorado recogido en una cola de caballo alta, al estilo de la antigua Grecia. Su vestido era tan sedoso que parecía que ondease, como si la tela fuera tinta derramándose por sus hombros. No aparentaba más de veinte años, pero Hazel sabía que eso no significaba nada.

Era preciosa, pero pálida como una muerta. En Nueva Orleans, Hazel se había visto obligada a asistir al velatorio de una compañera de clase fallecida. Recordaba el cuerpo sin vida de la niña en el ataúd abierto. Su rostro había sido maquillado con elegancia, como si estuviera descansando, un detalle que ha Hazel le había parecido aterrador.

Esa mujer le recordaba a aquella chica, salvo que los ojos de la mujer estaban abiertos y eran totalmente negros. Cuando ladeaba la cabeza parecía desdoblarse en tres personas distintas; brumosas imágenes reflejadas que se confundían, como la fotografía de alguien que se mueve demasiado rápido para ser captado.

- ¿Esa es forma de saludar a tu abuela, Sabrina Walker? - dijo la mujer.

Sabrina hizo una pequeña mueca, y mágicamente materializó un arco y un carcaj a su espalda, acompañados de una bruma violeta a su alrededor. Dándola un aspecto un tanto aterrador.

- Ahórrate el teatro Hécate. Las dos sabemos qué venimos a hacer aquí.

Hécate, la diosa de la magia y las encrucijadas, era la abuela de Sabrina. Hazel no había conocido a ningún hijo de Hécate. En el Campamento Júpiter tal vez había alguno, pero Hazel hacía poco que había llegado, y no conocía a mucha gente. Todos sospechaban que Sabrina tenía algo que ver con la magia, es más, alguna vez mencionó algo sobre su descendencia divina, pero esto era totalmente nuevo.

- Descargar toda tu ira sobre mí no te va a servir de nada, querida. - la diosa sonrió con serenidad. - Por lo que veo, las visiones son más fuertes de lo que me imaginaba.

- No te puedes hacer una idea de ello... - murmuró Sabrina. - Voy a ser lo más clara posible: No tenemos todo el día.

Sabrina golpeó el suelo y la niebla se disipó. Unas antiguas antorchas aparecieron, e iluminaron toda la estancia.

- Tienes un gran talento Sabrina, y tú también Hazel Levesque. - dijo Hécate. - Has conseguido ganar terreno y anticiparte a Gaia, pero vas a necesitar toda mi ayuda para sacar adelante tu potencial.

A Sabrina no parecía hacerle gracia nada de lo que salía de los labios de la diosa.

- Tu madre es una de mis hijas más talentosas. ¿Sabías que también tienes la bendición de Atenea? - a Hécate parecía divertirle la situación. - Cuando tu madre te tuvo con ese hijo de Apolo, todos los dioses y tus propios padres estuvimos de acuerdo cuando decidieron criarte lejos del centro de actividad divina, y llevarte a un sitio donde estuvieras a salvo.

- ¿En las tierras antiguas? ¿Una de las semidiosas más poderosas de la tierra? ¡¿Qué clase de lógica es esa?! - se quejó mirando al cielo, como si esperara que los dioses también la escucharan. - Todos sabíais que era una total bomba de relojería desde el principio. Para lo que estaba destinada. Yo sé mejor que cualquiera de las tres moiras los que os depara. A todos.

Hécate se acercó peligrosamente a Sabrina con una mirada fría y segura. En cambio, Sabrina, sólo transmitía ira.

- Sabes todo de todos, menos de ti. Realmente no sabes lo que te depara el futuro. Sabes que tu amor no es correspondido. Sabes quién morirá en esta guerra. Pero no puedes hacer nada. ¿Verdad? Deja que te enseñe. Eres alguien grande Sabrina.

- Me da igual quien yo sea Hécate, y puedes saltarte el rollo de la encrucijada. No pensamos hacer ninguna de las opciones que nos vas a proponer. Te adelanto mi respuesta, bruja. - dijo con aspecto amenazador, con sus ojos verdes soltando chispas - Vamos a ir al norte y tomaremos el camino oculto en las montañas.

La diosa arqueó las cejas sorprendida, pero, sobre todo, indignada.

- Vamos a detener a Gaia, vamos a rescatar a nuestros amigos del tártaro, vamos a evitar que el Campamento Júpiter y el Campamento Mestizo se autodestruyan. - paró un momento para recuperar su seguridad. - Voy a salvar la vida de toda la tripulación, y voy a descubrir mi destino de una forma o de otra. No te molestes en ofrecerte a ayudarnos a ninguna de las dos. Ya la enseñaré yo a manejar la niebla.



#6561 en Fanfic
#15918 en Fantasía

En el texto hay: fanfic, percyjackson, leovaldez

Editado: 22.02.2020

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.