"Momentos inesperados"
By swettiehelp.
Capítulo 2
Las primeras horas de la mañana hicieron que la fémina se removiera adormilada en su cama, un tanto molesta por la luz que se filtraba a través de la ventana.
Fue entonces que de a poco abrió sus ojos hasta que lo primero que enfocó fue el techo haciéndola cerrar sus ojos nuevamente.
«Un segundo, mi techo no es blanco».
Rápidamente ante este pensamiento la pelinegra se sentó abruptamente sobre la cama, jadeando cuando sintió un pequeño dolor en su entrepierna. Su pequeña anatomía estaba cubierta por la sábana blanca y al mirarse supo que estaba desnuda.
Como un efecto domino pronto la resaca apareció haciéndola maldecir por haber bebido tanto.
Dio un leve vistazo a toda la habitación notando que se encontraba en un cuarto de hotel aunque por algunos detalles por no decir que todos, pudo notar que era uno bastante lujoso.
No tenía idea de dónde estaba así que tomó su móvil viendo la hora.
1:45 pm.
— Mierda... —pasando su mano por su rostro soltó un suspiro y salió de la cama para comenzar a vestirse revisando en su bolso si contaba con dinero suficiente para pagar la estadía y un taxi que la pudiera llevar de regreso a su casa.
Fue entonces que pequeños flashbacks llegaron de golpe a su olvidadiza memoria. En sus recuerdos se vio a sí misma entrando al bar la noche anterior de la mano con sus amigas, luego bailando y bebiendo hasta que se fue con un sujeto en su lindo coche negro deportivo.
El chico era lindo, aún podía recordar su rostro. Pero si ella se encontraba en esa habitación era porque habían pasado la noche juntos.
— No puede ser. Jennie, ¿qué carajos hiciste? —se maldijo haciendo un ademán de llorar —. Al menos dime que usaste condón...
Susurró pensando en el chico que por supuesto ya no estaba, ni siquiera sabía si él se había quedado ahí junto a ella después de tener relaciones, solo se fue pero poco le importaba, tomaría una pastilla en caso de que no usaran preservativo.
Su teléfono vibró haciendo que lo encendiera viendo con asombro los 19 mensajes de Liz y los 8 de Sol.
Cosas como "¿Dónde andas metida? Llegarás tarde a la cafetería" y "¿tiene polla grande?" junto a emojis de caritas sonrientes que le había enviado la rubia.
Finalmente salió de allí tomando el ascensor hasta llegar a recepción donde se acercó a la señorita que atendía de forma tímida.
«tú puedes preguntar, solo di buenas o lo que sea y listo, eres adulta, actúa como una».
— Uhm... Buenas tardes, me gustaría pagar... Pagar mi... Ya sabe.
La joven que atendía la miró dudosa y con una sonrisa amable le respondió — ¿su servicio de hospedaje?
— ¡Sí! Eso —. Mientras respondía revisó su billetera otra vez, solo traía un billete de cinco dólares junto con un par de monedas.
— Oh, joven, eso no es necesario. Recuerdo su rostro la noche en que llegó —respondió de forma cálida, sin embargo Jennie se sintió avergonzada al recordar el motivo por el que llegó al hotel —. Su acompañante ya pagó su habitación así que no se preocupe, no tiene que pagar nada. Que tenga linda tarde.
Con un tono bajo se despidió sintiéndose algo confundida pero luego le vio el lado positivo, al menos le alcanzaba para el taxi por lo que agradecía internamente que aquel sujeto hubiera pagado todo.
Se preguntaba si algún día lo volvería a ver.
Perdida en sus pensamientos tomó un taxi devuelta a su apartamento y fue de inmediato a bañarse estando lista unos minutos después para ir a trabajar.

— ¿Y qué tal estuvo?
— ¿Y qué tal estuvo qué? —preguntó Jennie preparando los pedidos para entregárselo a los clientes mientras se hacía la desentendida.
Cuando volteó a ver a Sol, ésta la miraba con picardía haciéndola rodar sus ojos y negar drásticamente.
— Sabes a lo que me refiero. —volvió a insistir la morena un poco más alta que su amiga bajita.
Ella atendía alegre la caja con esa sonrisa particular que cautivaba a todos los coreanos que ingresaban al local.
Ver a una preciosa chica de tez morena y una melena perfectamente rizada no era algo que se viera en Corea todos los días por lo que ella tenía ese algo que atraía a los chicos.
Pasando las horas y llegando casi su hora de salida preparó un último pedido para entregárselo a su cliente, consistía en dos bebidas. Un café americano y un smoothie de uva para llevar.
— Aquí tiene su pedido, por favor revise que todo esté bien y si desea agregar una dedicatoria me lo hace saber —respondió ella como de costumbre, tomando pajillas y servilletas junto con su marcador para escribir el nombre del cliente en el vaso en caso de que quisiera añadir su nombre.
— Todo está perfecto, muchas gracias —respondió una voz alegre pero varonil —. A nombre de Taeyang, si es muy amable.
Jennie anotó el nombre en el vaso con su perfecta caligrafía y se lo entregó levantando finalmente la mirada para ver a su cliente.
Por breves segundos se sintió como en una pequeña burbuja al notar lo guapo y alto que era, sonriéndole enseguida mientras le tendía su orden.
— Que lo disfrutes, Taeyang.
— Gracias... —sonrió él bajando la mirada hacia el pequeño gafete que traía su uniforme para sonreírle más ampliamente —, Jennie.
Se miraron unos segundos más hasta que él finalmente se fue no sin antes llamar a su acompañante para salir del establecimiento.
— Ese chico es tan lindo —suspiró Liz, la rubia de ojos verdes mientras lo veía salir. Jennie la miró extrañada, ni siquiera había notado que ella estaba ahí.
— ¿Estuviste ahí todo este tiempo? —le preguntó.
— Pues quién no, era imposible no ver cómo se comían con la mirada ustedes dos... Que lo disfrutes, uy sí, ten lindo día, mua, mua, mua —pronunció la morena imitando con risas cómo había actuado su compañera y amiga al atender al chico bonito.