​Epílogo: El Nuevo Amanecer.

​En los años que siguieron, la Isla de los Monstruos se convirtió en un faro de esperanza para la humanidad. El conocimiento de Lyra, ahora fusionado con la conciencia de la isla, se convirtió en una fuente de energía inagotable, no de un poder destructivo, sino de una energía que restauraba y sanaba. El aire, antes denso y cargado de ozono, se volvió puro y revitalizante. La vegetación, que alguna vez fue un jardín de pesadillas, floreció en un ecosistema vibrante de vida y color.
​El Simio del Caos, y todos los Nulificadores, que habían sido una plaga de oscuridad, se transformaron en los guardianes de la isla. Ya no se alimentaban de la energía de los humanos, sino que vivían en armonía con ellos, protegiendo la isla de cualquier amenaza externa. Los monstruos de la isla, ahora guardianes de la luz, eran un recordatorio constante de que la oscuridad es necesaria para apreciar la belleza de la luz.
​Kael, el mercenario, se convirtió en el embajador de la isla. Con la ayuda de Marcus, que reconstruyó un viejo submarino con la nueva tecnología de la isla, viajó por el mundo, llevando el mensaje de esperanza a los últimos vestigios de la humanidad. Les contó la historia de la isla, la historia de un hombre que había renunciado a la violencia, de una mujer que había encontrado su propósito en la compasión, y de un hombre que había sacrificado su vida para que el resto pudiera vivir.
​Zane, el guardián, que una vez fue el prisionero de la isla, se convirtió en el protector de la luz. Vivía en el corazón de la isla, comunicándose con Lyra, la conciencia de la isla, y protegiendo el nuevo paraíso.
​La historia de la Isla de los Monstruos no había terminado en la muerte, sino en un nuevo comienzo. El viaje de la humanidad, que había sido una historia de supervivencia, se había convertido en una historia de redención. Y en el corazón de la isla, el eco de la canción que Lyra había encontrado, una canción de luz y de redención, resonaba en sus mentes.

FIN