La Jugada Perfecta {1}

Capítulo 8

DANTE

Llegamos a la nueva casa de seguridad en menos tiempo del que esperaba. Mis hombres se movían con eficiencia, sabiendo que cada segundo perdido era una oportunidad para Alessandro de acercarse. Pero eso no me preocupaba. De alguna manera, quería que viniera.

Llevé a Gabriela hacia la habitación que, como todas mis propiedades, estaba preparada para obtener lo que necesitaba: sumisión, información o simplemente placer de quebrar a alguien. No me importaba que fuera mujer. Si estaba del lado de Alessandro, era mi enemiga.

La coloqué en la silla, amarrándola con la misma precisión que un cazador asegura a su presa. Su cabello estaba pegado a su rostro, húmedo por el sudor, un reflejo de lo que ya había pasado. Me incliné, apartándolo con mis dedos, observando lo débil que se veía. Eso me gustaba. Quería verla más débil, más rota.

Me enderecé y me giré hacia uno de mis hombres que estaba junto a la puerta.

—Llámame cuando despierte.

Él asintió, y sin decir más, salí de la habitación. Me dirigí a la oficina, un lugar mucho más cómodo y menos lúgubre. Serví un vaso de whisky y lo bebí lentamente, dejando que el calor del licor se extendiera por mi cuerpo mientras mi mente repasaba los próximos pasos.

Pasaron varias horas antes de que uno de mis hombres entrara.

—Señor, ya está despierta.

Sonreí, dejando el vaso sobre la mesa. Era el momento de volver a jugar.

Cuando entré a la habitación, Gabriela estaba mirando a su alrededor, desorientada, claramente intentando entender dónde estaba. Pero cuando sus ojos se encontraron con los míos, lo recordó todo. Lo vi en su mirada, en la forma en que su cuerpo se tensó y un hilo de sudor descendió lentamente por su cuello.

Esa mezcla de miedo y desafío era fascinante.

Me giré hacia uno de mis hombres, una sonrisa retorcida formándose en mis labios.

—La muñeca parece tener calor. ¿Por qué no la refrescamos un poco?

Él asintió y salió de la habitación. Pocos minutos después regresó con una cubeta llena de hielo y agua helada. Me hice a un lado, observando cómo vertía el contenido sobre Gabriela.

El agua golpeó su cuerpo, arrancándole un jadeo ahogado mientras su cuerpo entero se estremecía por el frío.

—¡Basta! —gritó, pero no tenía fuerzas para luchar contra las cuerdas que la mantenían fija.

No me moví, disfrutando del espectáculo.

—Otra cubeta, —ordené, y mi hombre obedeció sin dudarlo.

La segunda descarga de agua fue aún más intensa. Gabriela temblaba como una hoja al viento, su piel cubierta de gotas heladas. Su respiración era errática, y los sonidos que salían de su boca eran una mezcla de súplica y rabia contenida.

—¿Qué? ¿Todavía no es suficiente? Vamos con otra, —dije, mi tono lleno de falsa preocupación.

Cuando la tercera cubeta la empapó, su cuerpo entero estaba temblando como un pollito recién nacido. Su piel estaba pálida, y sus labios, azulados por el frío, temblaban incontrolablemente.

Sonreí ampliamente, incliné mi cabeza hacia ella y murmuré:

—Maldición, parece que tengo calor. ¿Por qué no prendemos el aire y el abanico? Quiero que esta habitación parezca el puto Polo Norte.

Mis hombres me miraron, esperando mi confirmación, y asentí con un gesto de la cabeza.

—¿No escucharon o tengo que decirlo disparándoles en la puta cabeza? —gruñí, con una sonrisa torcida—. Quiero que esta habitación esté tan fría que ella sienta que está al borde de la muerte.

Las máquinas comenzaron a trabajar, el ventilador y el aire acondicionado rugiendo al unísono. El frío se colaba rápidamente, intensificando el tormento que ya estaba soportando.

Gabriela alzó la mirada hacia mí. Sus labios seguían temblando, pero lo que realmente llamó mi atención fue su mirada: odio puro, profundo y ardiente.

Eso me hizo sonreír aún más.

—Todavía no estás rota, ¿verdad, muñeca? Pero lo estarás.

Me giré hacia mis hombres, quienes esperaban mi próxima orden. Por ahora, no necesitaba decir más. Sabía que era cuestión de tiempo antes de que Alessandro sintiera que este juego estaba a punto de terminar, y cuando lo hiciera, todo sería aún más interesante.




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