La Jugada Perfecta {1}

Capítulo 15

GABRIELA

El aire en la habitación se sentía pesado, como si cada molécula estuviera cargada con la amenaza que Dante representaba. Todavía estaba ahí, observándome desde la silla frente a la cama, con esa sonrisa que me enfermaba. Una mezcla de burla y satisfacción que me recordaba constantemente quién tenía el control.

Pero esa era la clave, ¿no? Él sólo tenía el control que yo le permitiera creer que tenía.

Mi cuerpo seguía débil, pero había algo que ni él ni sus hombres podían arrancarme: mi voluntad. A pesar de todo lo que había soportado, de las descargas, del frío que me había dejado al borde de la muerte, mi mente seguía siendo mía.

—¿Qué pasa, muñeca? ¿No tienes nada más que decir? —preguntó Dante, inclinándose hacia adelante, sus ojos azules brillando con una intensidad que podría haber intimidado a cualquiera.

No respondí. Mantenerme en silencio era mi única forma de resistencia. No le daría lo que quería.

Él chasqueó la lengua, como si estuviera decepcionado.

—Esa actitud tuya es admirable, pero también estúpida. ¿Qué crees que vas a lograr callándote? ¿Crees que Alessandro vendrá corriendo a salvarte?

Su mención de Alessandro hizo que mi corazón se acelerara. Sabía que Dante estaba jugando con mi mente, tratando de manipularme, pero no podía evitar que sus palabras se hundieran en mí.

—Él vendrá, —murmuré, mi voz apenas un susurro.

Dante río, una carcajada baja y llena de desprecio.

—¿Vendrá? Tal vez. Pero cuando lo haga, ya será demasiado tarde para ambos. Tú serás un recuerdo roto, y él será mi próxima víctima.

Quería gritarle, decirle que estaba equivocado, pero me obligué a mantener la calma. Respiré hondo, cerrando los ojos por un momento para reunir fuerzas. Cuando los abrí, lo miré directamente, dejando que el odio en mi interior brillara en mi mirada.

—¿Sabes qué, Dante? No eres más que un hombre jugando a ser un dios. Pero incluso los dioses caen.

Por un momento, algo cambió en su expresión. Su sonrisa vaciló, y sus ojos brillaron con algo que no pude identificar. Pero rápidamente recuperó la compostura.

—Eres interesante, Gabriela. Más de lo que esperaba. Pero no olvides que esta partida la estoy controlando yo. Y créeme, sé cómo ganar.

Se levantó de la silla y caminó hacia la puerta, deteniéndose antes de salir.

—Descansa, muñeca. Vas a necesitar toda tu energía para lo que viene.

Cuando la puerta se cerró detrás de él, solté el aire que no me había dado cuenta que estaba conteniendo. Mis manos temblaban debajo de la manta, pero no era por miedo. Era rabia.

Esto tiene que terminar, pensé, mirando alrededor de la habitación nuevamente. No había nada que pudiera usar como arma, pero tal vez no necesitaba algo físico. Tal vez la clave estaba en jugar con su mente, igual que él estaba jugando con la mía.

Me levanté de la cama, ignorando el dolor que se extendía por mi cuerpo, y me acerqué a la ventana. A través del cristal, podía ver parte del patio trasero de la casa. Era grande, rodeado de muros altos que parecían imposibles de escalar. Pero eso no significaba que no pudiera intentarlo.

Respiré hondo, tratando de calmar mis pensamientos. Esto no iba a ser fácil, pero nunca había esperado que lo fuera. Dante pensaba que me tenía bajo control, pero no sabía lo que estaba dispuesta a hacer para recuperar mi libertad.

Miré mi reflejo en el cristal, observando el rostro pálido y cansado que me devolvía la mirada. No me reconocía del todo, pero eso no importaba.

Alessandro, más te vale estar viniendo por mí, porque si no, lo haré sola.

Me giré hacia la cama, planificando mis próximos movimientos. Sabía que el tiempo no estaba de mi lado, pero mientras tuviera un poco de fuerza, tenía una oportunidad.

La partida aún no había terminado.




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