La Lista

Capítulo 15

Alma llegó al hotel, se desvistió de forma mecánica y después se metió al baño, abrió el grifo de la ducha y se metió bajo el chorro, comenzó a llorar recordando la conversación que hacía solo unas horas había tenido con Francesca Bracco, la madre de Mauricio, tal y como ella se había presentado.

—¿Crees que él te ama? —preguntó la mujer—. ¡Ja! No, querida, él solo ama a su empresa, desde niño me ha tenido rencor porque me ha visto como la suplente de su madre, seguro que él te habrá contado lo desdichado que fue y lo mal que vivió en los internados a los cuales lo mandamos, pero todo fue para protegerme —habló, fingiendo sollozar.

—¿Qué? Mauricio nunca me habló de usted.

—Bueno, no tiene importancia, aquí lo importante es que no te dejes engañar por su encanto, querida; he querido verte desde que llegaste a Milán, pero Mauricio no ha dejado que me acerqué a ti, hasta me ha dicho que te has rehusado a verme porque tenías claro de seguir en Nueva York; yo lo único que quiero es mostrarte una alternativa de crecimiento para tu carrera, ya sé que la sede de Nueva York es parte de nosotros, pero ahí trabajan con presupuesto muy limitado, bueno eso debido al capricho de Mauricio, en cambio nosotros somos conocidos a nivel mundial y Mauricio recién se está dando a conocer, no creo que quieras perder tu tiempo en las ligas menores, ¿cierto? Tienes que darte cuenta que Mauricio solo se acercó a ti para mantenerte y tener segura en su empresa —concluyó Francesca, con malicia.

—Yo. —Alma se sentía abrumada con tanta información—. Gracias por la información, señora Francesca, pero me tengo que ir, olvidé algo en el local.

La joven salió del vehículo como alma que lleva el diablo y es que, en ese momento, sintió como aquella hermosa mujer había mostrado su verdadera cara, entró de nuevo en el edificio y se escondió esperando a aquel vehículo desapareciera; cuando finalmente se marchó, Alma salió del lugar sin rumbo fijo, mientras caminaba por las calles de Milán, recibió varias llamadas de Mauricio, las cuales ignoró, después de un rato, le llegó un mensaje del italiano pidiéndole disculpas por su tardanza y que suponía que debía estar dormida, por eso el motivo de que no le contestara, también le explicó que debía salir mañana en el primer vuelo para París y que estaría en el aeropuerto, esperando por ella cuando llegara a la ciudad.

Al salir de la ducha, se vistió y se metió en la cama, pensó en la idiotez que casi comete hoy en el departamento de Mauricio, pero que, irónicamente, gracias a él, no ocurrió; se regañó mentalmente al pensar en que Mauricio comenzaba a sentir algo por ella y que era porque la respetaba que no dejó que ella se entregara a él esa misma mañana.

—Sí, claro, algo especial —repitió Alma, las palabras que Mauricio había dicho en la mañana—. Pues, ahora seré yo quien decida si es o no especial lo que llegue a suceder entre nosotros —afirmó, cerrando los ojos con fuerza.

Unos golpes en la puerta sobre saltaron a la joven que acababa de despertarse por el alboroto. Se levantó de la cama aún somnolienta y procedió a abrir la puerta, un torbellino rubio ingresó a la habitación armando alboroto.

—Uy, al parecer la noche fue muy productiva —habló Nico, sentándose en la cama desordenada.

Alma cerró la puerta y volvió a la cama, se metió entre los edredones y se tapó por completo.

—¡Vamos, mi castañita! ¡Despierta! Tienes que contarme cómo te fue anoche. —insistió el rubio.

—¡Ay! ¡Ya déjame en paz, Nico! —aulló Alma, de en medio de las sábanas.

—¿Tanto te hicieron trabajar anoche que no tienes fuerzas para contarme? —preguntó, jocoso, jalando la sábana que cubría la cabeza de la chica.

—¡Te dije que me dejes en paz! —gritó Alma, volviendo a taparse.

—Está bien, está bien, por ahora lo dejaré por la paz y me iré para que descanses un poco más, al parecer lo necesitas con urgencia, vendré por ti en un rato más para salir al aeropuerto —explicó Nico, saliendo del cuarto.

Alma, abrió un agujero por entre las sábanas y se quedó mirando hacia la puerta, le dolía haberle hablado así a su hermano, pero no quería volver a llorar, ya había tenido suficiente, se recordó la promesa de terminar de cumplir su lista y esperar a que se cumpliera la fecha de su partida, que más daba quedarse un poco más en este mundo, si solo había venido para sufrir, le importaba una mierda cumplir la dichosa misión.

Tras un par de horas, Nico volvió a la recámara de Alma, tocó un par de veces y fue recibido por ella que ya se encontraba lista para partir, antes de cruzar la puerta, Alma se disculpó con el rubio alegando que había tenido una crisis de migraña debido al tumor, que como ya sabían seguía en la cabeza de la joven.

Llegaron al aeropuerto y subieron al avión, el vuelo fue tranquilo y al cabo de unas horas, arribaron a la ciudad luz, París era realmente hermosa de noche. Cuando bajaron del avión fueron recibidos por Mauricio, quien esperaba ansioso por la joven, había preparado una sorpresa para ella y rogaba porque a ella le gustara.

En cuanto Alma miró al moreno, sintió que todo el cuerpo se le tensaba al saber de lo que era capaz con tal de hacer sobresalir su empresa por encima de la de su familia, forzó una sonrisa en su rostro y cuando Mauricio se acercó, ella le dio su mejilla para saludarlo con cordialidad, Nico se dio cuenta que la familiaridad que había existido entre ellos la semana anterior había desaparecido, pero no dijo nada, ya averiguaría que era lo que había ocurrido.




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