La lista de los 30

Prólogo

El problema no es cumplir treinta.
El problema es lo que la gente asume que debería tener resuelto para entonces.

Una hipoteca, pareja estable, fertilidad intacta, cinco plantas vivas y una cuenta de ahorros que no parezca una broma.
Spoiler: no tengo nada de eso. Bueno, salvo una orquídea que lleva dos semanas sin morirse. Estoy considerando enmarcarla.

Lo peor no es la edad. Es la mirada de compasión cuando digo que estoy soltera.
Como si en vez de decir "no tengo novio", hubiera confesado "me acaban de extirpar el alma y ahora hablo con muebles".

Y luego están las preguntas:
—¿Tú no quieres tener hijos?
—¿No has conocido a nadie normal?
—¿Será que eres muy exigente?

No sé qué es más agotador: responderlas o fingir que no me afectan.
Hasta que, un jueves cualquiera, en medio de una cena llena de parejas perfectas y tostadas de aguacate, tuve una revelación.

¿Qué pasaría si dejara de esperar que algo pasara?
¿Qué pasaría si hiciera que algo pasara?

Ese fue el día en que nacieron las 30 citas.

No porque crea en cuentos de hadas.
Sino porque, si voy a entrar a los treinta sin respuestas, al menos quiero entrar con historias.

30 citas. 92 días. Una lista absurda. ¿Qué puede salir mal?




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