El teléfono no dejó de sonar. Clara pensó que ya había alcanzado el límite de lo que podía soportar, pero cada vez que levantaba el auricular, la Voz la esperaba, con la misma calma inquietante de siempre.
La llamada de esa noche había sido diferente. Después del incidente en el callejón, Clara había pasado horas revisando sus notas, tratando de entender qué estaba pasando, intentando encontrar alguna explicación lógica para lo que había presenciado. No lo había logrado. Su mente no podía encajar las piezas.
Entonces, a las 3:33 a.m., el teléfono volvió a sonar.
—¿Quién eres? —preguntó Clara, con una voz más firme esta vez, aunque el temblor en su estómago no la dejaba descansar.
La Voz respondió sin titubeos, como si esperara esa pregunta.
—Soy quien te llevará a la verdad, si eres lo suficientemente valiente para seguirme. La siguiente víctima será alguien cercano a ti. Esta vez, te doy el lugar y la hora exactos. Llega antes que ellos.
Clara sintió un escalofrío recorrer su columna vertebral. La Voz no solo sabía detalles precisos de los crímenes, sino que ahora la amenazaba directamente. ¿Cómo podía saber que alguien cercano a ella iba a ser atacado?
—¿Qué vas a hacer? —preguntó, consciente de que la situación ya había trascendido lo razonable. Su corazón latía fuerte, pero una parte de ella no podía retroceder. Algo en su interior la empujaba a seguir adelante, a descubrir lo que había detrás de estas llamadas. Algo la conectaba con ese misterio.
La Voz pausó antes de hablar, y Clara pudo escuchar una risa, fría y cortante.
—Solo observa, Clara. Solo observa y no intervengas. Te mostraré lo que sucede cuando no sigues las reglas.
El teléfono se cortó, dejándola sola con el nudo en el estómago.
Clara se levantó rápidamente de la cama. Sabía que debía actuar. No iba a esperar pasivamente a que la Voz cumpliera su amenaza. Recordó las palabras de la llamada: “alguien cercano a ti”. ¿Quién? ¿Qué significado tenía eso? Necesitaba hablar con alguien, pero ¿quién iba a creerla?
Pensó en Lucas Echeverría, el veterano periodista que había conocido en la redacción. Él no sería fácil de convencer, pero podría ayudarla. A veces, tener a alguien en quien confiar era todo lo que necesitaba. Sin pensarlo dos veces, marcó su número.
—Lucas, necesito que me ayudes —dijo Clara, su voz temblorosa. —Tengo que encontrar a alguien. Algo está por suceder, algo peligroso. No sé cómo explicarlo, pero… alguien cercano a mí está en peligro.
Hubo un silencio al otro lado de la línea, seguido de un suspiro.
—¿Clara, qué está pasando? ¿Por qué no me habías dicho nada antes?
—Es complicado, Lucas. No puedo explicarlo todo por teléfono, pero estoy segura de que algo va a ocurrir esta noche. Solo confía en mí. Necesito que vengas conmigo.
Al principio, Lucas dudó, pero finalmente accedió.
—Está bien. Te veo en media hora. Pero esto no puede seguir así, Clara. Tienes que contármelo todo cuando llegue.
Clara colgó rápidamente y se preparó para salir. Sintió que no podía perder más tiempo. A medida que salía de su departamento, se preguntaba si estaba haciendo lo correcto. No podía evitar la sensación de que todo esto la estaba llevando a algo aún más oscuro.
El lugar señalado por la Voz estaba a solo unos minutos en coche. Llegó antes de lo esperado, el reloj marcaba las 5:12 a.m. Miró el edificio de apartamentos donde la Voz había dicho que ocurriría el próximo crimen. A su alrededor, la ciudad aún dormía, el silencio era abrumador.
Clara sintió que el aire estaba más denso de lo habitual. La sensación de estar siendo observada la inquietaba cada vez más.
Cuando Lucas llegó, Clara no perdió tiempo. Lo arrastró hasta el edificio, sin importar que él estuviera evidentemente molesto por la situación.
—Clara, esto es una locura —dijo, mirando a su alrededor con cautela—. ¿Qué demonios estamos haciendo aquí?
—Solo… confía en mí. Algo está por suceder.
Antes de que pudiera decir más, Clara vio un movimiento en la esquina del edificio. Un hombre se acercaba, seguido por dos más. Eran figuras conocidas, pero Clara no podía identificar a quiénes eran. Todo en ella le decía que algo no estaba bien. Los hombres caminaban con paso firme, como si tuvieran un propósito claro.
Lucas notó el cambio en Clara. La tensión en su cuerpo.
—¿Qué está pasando, Clara? ¿Ves algo que yo no?
Antes de que Clara pudiera responder, la Voz se hizo presente una vez más, esta vez a través de su teléfono, que había comenzado a vibrar en su bolsillo.
—Haz lo que te dije, Clara. No te acerques, no interfieras.
Clara sintió un nudo en el estómago, pero su instinto le decía que tenía que actuar. No podía quedarse allí, observando.
A medida que los hombres se acercaban, Clara corrió hacia ellos, sin pensarlo dos veces. La sorpresa de los hombres fue evidente, pero su reacción fue rápida. Antes de que pudiera decir una palabra, uno de ellos la empujó contra la pared, dejándola sin aire.
—¿Qué estás haciendo aquí? —le gritó uno de los hombres.
Clara intentó reaccionar, pero fue en vano. La violencia era palpable en el aire. Lucas intentó intervenir, pero uno de los hombres lo detuvo con un golpe.
—¡Corre, Clara! —gritó Lucas, luchando por liberarse.
Clara, en un instante de claridad, vio una oportunidad. Usó toda su fuerza para zafarse y corrió hacia la salida, llevándose consigo la única certeza que tenía: la Voz había sido correcta. El peligro estaba más cerca de lo que pensaba.
Los hombres no la persiguieron, pero Clara sabía que había algo más, algo que no había entendido completamente aún. Algo oscuro se estaba desvelando, y ella era parte de ello.
—¿Estás bien? —Lucas se acercó, respirando con dificultad.
—No estoy segura —respondió Clara, mirando hacia atrás, sabiendo que nada sería lo mismo.