La llamada de las 3:33

Capítulo 9: El Templo del Olvido

El aire dentro del templo estaba denso, como si el tiempo mismo hubiera decidido detenerse allí. Clara avanzó con cautela, su corazón latía con fuerza, cada uno de sus pasos resonando en el silencio profundo. Lucas caminaba a su lado, manteniendo su mirada fija en el oscuro pasillo que se extendía frente a ellos. No había ventanas ni luces, solo una oscuridad que parecía tragarse todo a su paso, exceptuando una suave luz que emanaba de las paredes, iluminando vagamente el camino.

La figura que los había guiado se detuvo frente a una puerta masiva, tallada con símbolos que Clara no comprendía, pero que, de alguna manera, le resultaban extrañamente familiares. La mujer giró hacia ellos, su rostro impasible, como si nada pudiera perturbarla.

—Este es el umbral —dijo, su voz resonando en el espacio vacío—. Solo aquellos que estén dispuestos a enfrentar la verdad pueden atravesarlo. Pero recuerden, la verdad no siempre es lo que esperan.

Clara intercambió una mirada con Lucas. Sabía lo que esto significaba. Ya no había vuelta atrás. Cada decisión que habían tomado hasta este momento los había llevado a este punto. Los secretos de la Voz, el juego en el que estaban atrapados, todo se reducía a este instante.

Sin decir una palabra, la mujer empujó la puerta, que se abrió con un chirrido que pareció llenar todo el templo. Un aire frío y extraño emergió del interior, como si el lugar mismo estuviera vivo, respirando.

—Bienvenidos —dijo la mujer, y con un leve gesto, los invitó a entrar.

Clara y Lucas cruzaron el umbral, y al instante, el ambiente cambió. La oscuridad que los había rodeado antes se disolvió, reemplazada por una luz tenue, pero suficiente para revelar lo que había dentro. La sala era vasta, sus paredes cubiertas por antiguos frescos que narraban escenas que Clara no podía comprender. Cada uno de ellos parecía contar una historia de un pasado lejano, un pasado que no pertenecía a su mundo.

En el centro de la sala, un altar estaba rodeado por velas encendidas. A su alrededor, círculos de piedra marcaban un patrón complejo. Clara podía sentir una energía palpable en el aire, una fuerza oscura que emanaba de cada rincón del templo.

La mujer los condujo hasta el altar, donde se detuvo y miró a Clara directamente a los ojos.

—Aquí se encuentra el corazón de la Voz —dijo, con una solemnidad que hizo que la piel de Clara se erizara. —Este es el lugar donde las decisiones se toman, donde el destino de todos se cruza.

Clara miró el altar, y algo dentro de ella sintió una extraña conexión con él. Era como si estuviera destinada a estar allí, como si su presencia en ese momento fuera inevitable. La mujer avanzó y tocó el altar con las manos, sus dedos recorriendo los símbolos grabados en la piedra.

—La Voz no es un ser, Clara. La Voz es un eco de los pensamientos y deseos de aquellos que buscan el poder. Ha existido siempre, y tú has sido su catalizador. Lo que has hecho hasta ahora no ha sido obra del azar, sino el resultado de una fuerza mucho más grande que tú o yo.

Clara tragó saliva. La idea de que sus acciones, sus decisiones, fueran parte de un plan mayor la aterrorizaba. ¿Había sido ella la que había provocado todo esto? ¿Era su culpa?

—¿Qué quieres decir con que la Voz no es un ser? —preguntó, su voz quebrada, pero con una urgencia que no podía contener.

La mujer la miró fijamente, y por un momento, Clara sintió que la respuesta estaba justo al alcance de su mano.

—La Voz es la manifestación de los deseos humanos. Es el reflejo de las ambiciones más oscuras, de aquellos que buscan control, poder, y dominio sobre el destino de los demás. En cada uno de nosotros hay una Voz, pero no todos somos conscientes de ella. Tú, Clara, has sido elegida para escucharla, para guiarla, para hacer que su poder se materialice. Pero recuerda, en este juego, no hay héroes ni villanos. Solo piezas moviéndose en un tablero que no comprenden.

Lucas dio un paso hacia adelante, su rostro pálido por la revelación, pero también lleno de una nueva determinación.

—¿Y qué pasa con nosotros? —preguntó, mirando a Clara antes de dirigirse a la mujer—. ¿Qué pasa con Clara y conmigo?

La mujer se volvió hacia él, sus ojos llenos de una sabiduría antigua que parecía atravesar todo lo que conocía.

—Ustedes son las piezas clave, Lucas. Pero también son las más vulnerables. La Voz no se detendrá ante nada para lograr lo que quiere, y si Clara no toma el control, ella misma será consumida por ello. Este templo, este altar, son la última frontera. Si elige tomar el poder, si elige ser la Voz, debe estar lista para enfrentarse a lo que esa decisión conlleva.

Clara sintió el peso de las palabras de la mujer como una losa sobre su pecho. ¿Tomar el poder? ¿Ser la Voz? ¿Acaso tenía otra opción? Sabía que sus decisiones ya no dependían de su voluntad, sino de algo mucho más grande que la estaba empujando hacia este momento.

—¿Y si no elijo? —preguntó Clara, su voz temblorosa.

La mujer sonrió levemente, pero no con maldad. Era una sonrisa triste, como si ya supiera lo que sucedería.

—Si no eliges, alguien más lo hará por ti. Y el precio de esa decisión será mucho mayor. La Voz nunca deja de buscar a quien la escuche, y si tú no la tomas, alguien más lo hará. El poder no puede ser detenido.

Clara cerró los ojos por un momento, tratando de ordenar sus pensamientos. Pero la verdad era innegable: este juego no tenía reglas claras, y ella estaba atrapada en él. La Voz, el tren, el templo, todo la había llevado hasta este punto. Ahora, tenía que decidir.

Cuando abrió los ojos, su mirada se fijó en el altar, en los símbolos que brillaban débilmente a su alrededor. Algo en su interior comenzó a despertar, algo que le decía que, tal vez, esta era su única oportunidad de entender la verdad. Sin embargo, también sabía que cualquier elección tendría consecuencias devastadoras.

Con un suspiro profundo, Clara dio un paso hacia el altar.




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