Clara no sabía cuánto tiempo había pasado desde que la figura encapuchada desapareció, pero la transformación a su alrededor era palpable. El aire ya no era denso y pesado como antes; ahora, algo en el horizonte parecía brillar con una nueva esperanza. Sin embargo, esa esperanza venía acompañada de una sensación de incomodidad. A pesar de que el ciclo parecía haber comenzado a cambiar, no podía deshacerse de la sensación de que algo oscuro aún la acechaba.
Lucas había permanecido en silencio a su lado, y ahora, mirando a su alrededor con cautela, preguntó:
—¿Qué has decidido, Clara? ¿Qué significa realmente romper el ciclo?
Clara se giró hacia él, su expresión fija y profunda. La respuesta estaba en su interior, una verdad que no sabía cómo verbalizar, pero que sentía con toda su alma.
—Romper el ciclo... —comenzó, con voz firme—. Significa cambiarlo todo. Cambiar el destino de las personas, el rumbo de la historia. Pero también significa cargar con la culpa de cada decisión que tomes. La Voz... no te deja escapar. Cada acción que tomes afectará no solo a ti, sino a todos los que te rodean.
Lucas la miró con una mezcla de preocupación y asombro. Clara notó que su rostro estaba marcado por la duda, pero también por algo más: la esperanza de que lo que estaba ocurriendo podría salvarlos de una oscuridad aún más grande.
—¿Y qué pasa si te equivocas? —preguntó, su tono grave—. ¿Qué pasa si cambias algo y sale mal? ¿Qué pasa si, al intentar salvarnos, terminas destruyéndonos?
Clara respiró hondo. Sabía que esta era la pregunta que debía enfrentarse en su interior. Si ella tomaba las riendas del ciclo, si decidía cambiar lo que otros habían dejado, ¿estaba preparada para enfrentar las consecuencias de sus decisiones?
—Eso es lo que más me asusta —admitió, sus ojos reflejando la misma duda que sentía—. El poder de la Voz... cambia todo lo que tocamos. Y si me equivoco, si me pierdo, el daño será irreversible. La Voz no perdona los errores. No hay margen de fallo.
El silencio cayó entre ellos, pero la conversación había abierto una herida en Clara. El ciclo no solo era un juego de poder, sino una prueba de su humanidad. El precio de romperlo era mucho mayor de lo que había imaginado.
—Lo que sea que hagas, Clara, no olvides por qué lo haces. No olvides que el poder debe ser usado para proteger, no para destruir —dijo Lucas, su voz más suave, pero cargada de una sabiduría que ella no había esperado de él.
Clara asintió, reconociendo la verdad en sus palabras. Mientras lo miraba, algo dentro de ella empezó a clarear. Lucas no solo era su compañero, sino su ancla en un mar de incertidumbre. Era la última parte de su vida anterior que seguía en pie, la única conexión con el mundo que conocía antes de que todo cambiara.
Antes de que pudiera responder, un grito resonó a lo lejos, cortando el aire como un cuchillo afilado. Clara y Lucas se giraron rápidamente, sus cuerpos tensándose por instinto.
El grito venía de una calle cercana, donde el humo aún se levantaba del suelo quemado. Sin pensarlo dos veces, Clara comenzó a correr, con Lucas siguiéndola de cerca. El sonido del grito se hacía más fuerte, y a medida que avanzaban, las sombras de las ruinas parecían alargarse, como si el propio paisaje estuviera vivo, observando.
Finalmente, llegaron a un callejón donde una figura se retorcía en el suelo. Clara se acercó rápidamente y, al mirar de cerca, vio que se trataba de un hombre joven, aparentemente herido, su rostro cubierto de sangre. Tenía la mirada perdida, pero sus ojos brillaban con una desesperación desesperante.
—¡Ayuda! —gimió el hombre con voz entrecortada—. ¡La Voz! ¡Ella viene por mí! ¡Está... está aquí!
Clara se agachó junto a él, sintiendo el miedo que emanaba de su cuerpo. El hombre temblaba incontrolablemente, y su respiración era agitada. Algo en su actitud la hizo sentir una oleada de piedad, pero también de confusión. ¿Qué sabía él sobre la Voz? ¿Por qué su presencia parecía tan familiar?
—¿Qué sabes de la Voz? —preguntó Clara con firmeza, intentando calmar al hombre—. ¿Por qué dices que viene por ti?
El joven levantó la vista, su mirada vacía, y por un momento, Clara creyó que no respondería. Pero luego, en un susurro casi inaudible, las palabras salieron de sus labios:
—No... no puedo escapar. Ella... no... no puedo huir. El ciclo... el ciclo no puede romperse.
Clara se sintió helada al escuchar esas palabras. El ciclo... ¿Cómo podía él saber eso? ¿Era posible que hubiera más personas conectadas con la Voz, personas que también entendían la magnitud de lo que estaba sucediendo?
Antes de que pudiera preguntar más, el hombre comenzó a convulsionar violentamente. Un retumbante rugido resonó a través del aire, y una energía oscura surgió de su cuerpo, envolviendo la escena en una niebla negra. Clara retrocedió rápidamente, sintiendo cómo el ambiente a su alrededor se volvía más denso, más peligroso.
La Voz estaba cerca. Algo había desencadenado su aparición, y ahora no podía escapar de ella.
La niebla comenzó a dispersarse, y Clara vio algo que la hizo detenerse en seco: una figura oscura, alta y encapuchada, se alzaba frente a ellos. No era la misma figura que había visto antes, pero su presencia era igualmente aterradora. Un temblor recorrió su cuerpo mientras la figura avanzaba, su sombra creciendo a medida que se acercaba.
—El ciclo no se puede romper, Clara —dijo la Voz, con una voz grave y resonante, como si estuviera hablando desde las profundidades de la tierra—. Has osado desafiarme. Pero el precio... el precio será más alto de lo que crees.