Capítulo 21: El Nuevo Amanecer

La oscuridad que había envuelto a Clara comenzó a disolverse lentamente. No era una oscuridad de sombras, sino la ausencia misma de todo, como si el tiempo hubiera dejado de existir, como si el mundo hubiera hecho una pausa eterna.

Sin embargo, con cada segundo que pasaba, algo comenzó a cambiar. El suelo bajo Clara ya no era frío, y las paredes de la sala, que antes parecían destrozadas por la energía del núcleo, comenzaban a tomar una forma menos distorsionada, más sólida. Los cables que antes conectaban el núcleo a las máquinas cercanas ya no chisporroteaban. El zumbido constante que había llenado la sala desapareció, como si el ciclo mismo hubiera sido deshecho en el mismo instante en que Clara lo tocó.

Lucas no se movió de su lado. Su respiración estaba entrecortada, su rostro lleno de angustia, pero había algo más en sus ojos. Algo que aún brillaba con esperanza. No había podido evitar que Clara pagara el precio final, pero ahora que ella ya no estaba... ¿realmente se había ido? O ¿era todo parte del precio de la liberación?

—Clara... —susurró, su voz quebrada, acariciando su rostro como si pudiera traerla de vuelta, como si todo lo que había hecho fuera solo un sueño terrible.

De repente, Clara respiró. Un suspiro débil, apenas audible, pero suficiente para que Lucas se aferrara a la esperanza que había perdido. Con un esfuerzo visible, Clara abrió los ojos lentamente. La luz de la sala parecía más cálida, menos amenazante que antes.

—¿Clara? —Lucas la miró, sus ojos llenos de incredulidad.

Clara levantó la mano con dificultad, tocando suavemente su mejilla. El dolor era inmenso, pero su mente había recuperado algo que había temido perder: el control sobre su propio destino.

—¿Estamos... fuera de esto? —preguntó Clara, con la voz suave, aún atónita por la magnitud de lo que acababa de suceder.

Lucas asintió con la cabeza, sin palabras al principio. Miró alrededor, tomando conciencia de que la realidad a su alrededor parecía diferente. El núcleo ya no era un artefacto oscuro, sino algo completamente neutral. La luz que emanaba de él no tenía la frialdad de antes, sino una calidez palpable, como si todo lo que había sido distorsionado durante tanto tiempo hubiera sido restituido a su estado original. El ciclo había sido roto.

—Lo logramos... —dijo Lucas, casi en un susurro, como si las palabras pudieran ser más poderosas si las repetía—. Todo esto, Clara... está por cambiar.

Clara cerró los ojos por un momento, dejando que la calma la invadiera lentamente. Los recuerdos del sacrificio, el dolor y la lucha que había vivido, ya no parecían tan dolorosos. Ahora sentía que su sacrificio había sido parte de algo más grande. Había liberado al mundo del ciclo de control, pero también se había liberado a sí misma.

—¿Y ahora qué? —preguntó, mirando el horizonte a través de la ventana rota, donde un tenue amanecer comenzaba a alzarse.

Lucas la miró con un brillo renovado en los ojos. Aunque la batalla había terminado, sabía que había más por hacer, pero ahora, al menos, tenía la oportunidad de cambiar el curso de las cosas. No solo de salvar a los demás, sino de reconstruir lo que se había perdido.

—Ahora, el futuro es nuestro para crearlo. Sin más cadenas. Sin más voces en nuestras cabezas.

Clara asintió. Miró las ruinas de lo que había sido el núcleo y comprendió que todo lo que quedaba era reconstruir. Tal vez no serían capaces de borrar todo lo que el ciclo había causado, pero podían empezar de nuevo, con la libertad de tomar las riendas de su destino.

Juntos, Clara y Lucas se levantaron, la sala ahora parecía un símbolo de la resistencia, de la lucha que habían enfrentado y ganado. Aunque el camino hacia adelante sería largo y desafiante, por primera vez en mucho tiempo, Clara sentía que podía ver la luz al final del túnel, una luz que provenía de dentro de ella misma.

Mientras caminaban hacia la salida, Clara se permitió sonreír, una sonrisa tímida pero llena de esperanza.

El ciclo ya no existía. El futuro estaba en sus manos.