Podía escuchar tus pisadas, fuertes, daban a entender que eras alguien de poder, dominante.
Todo lo contrario a mi, se suponía que serías como yo, que compartíamos los mismos sentimientos.
Te escuchaba subir por las escaleras, acercarte lentamente a mi habitación, sentía tu respiración detrás de la puerta que estaba entreabierta.
El piso crujiente hacia que cualquier diminuto ruido pueda ser escuchado,ese piso tan peculiar que podías encontrar en cualquier departamento de la gran ciudad de Buenos Aires.
El departamento de la calle 2363 O' Hillins, ese que todos querían, ese con pisos de madera y paredes blancas, el que había presenciado desde el momento que creí que esto era buena idea hasta el momento en el que me arrepentí de no haber leído la famosa letra chica, hasta el momento en el que me arrepentí de meterme en este laberinto.
No solo el piso hacia presente tu presencia, los grandes pasillos que unían las habitaciones generaban un eco, lo hacía todo más real.
Una parte de mi sabia que no era real, sabia que no tenía que fijar mi mirada a la puerta con la espera de que algo apareciera, pero otra parte, la parte controlada por mi otro yo, me decía que si no hacía eso, la oscuridad que se apoderaba de toda mi habitación sería igual a la oscuridad que quedaría dentro de mi.
Sentía como el viento proveniente del ventilador de techo movía suavemente mi cabello rizado, era ahí cuando me daba cuenta que eras otra vez vos, que solo era un simple engaño.
Verdad?
Simplemente estabas jugando con mis pensamientos, con ese temor que me recorría las venas a las altas horas de la noche.
Sabia que el ruido proveniente de tus pisadas, no era nada más que la puerta de la habitación de al lado, que con el viento golpeaba el marco blanco, y que habías descubierto de alguna manera el reloj de muñeca, que aún andaba, que había guardado en mi mesa de luz luego que todo comenzó, ya que cualquier cosa podía estar en mi contra, hasta vos mismo, ya que no eras la persona que yo quería. Eras alguien malvado, de otro mundo, que había venido a atormentarme por el resto de mi vida.