La Lluvia de Almas

Días de paro

Caminaba por las calles a paso apurado, había perdido el colectivo que me llevaba al colegio. 
Me había quedado toda la noche viendo todo de la página, leyendo cada comentario.
Me faltaban solo unas cuadras para llegar, y ya estaba más que perdida la primera materia.
El día de hoy era corto, solo teníamos 4 horas ya que uno de los profesores no podría venir, lo que ahora solo serían 3 horas.
Eso indicaba que hoy tendría más tiempo para buscar más información sobre todo lo que había leído.

Estaba tan metido en mis pensamientos que, por no mirar al suelo, tropecé con una baldosa que sobresalía. Era una de las baldosas que estaba frente a una tienda que hacía compra y venta de televisores. En uno de ellos mostraban lo que parecía ser una carta. Estaba escrita por Belén, y por lo que parecía era todo lo que ella había dicho cuando fue interrogada por la policía.

No había podido leer por completo su confesion, pero anunciaban que pasarían todo el audio a las diez y media. Justo cuando estaba en mi clase de literatura.
Apure el paso, viendo como ya habían pasado diez minutos desde que había salido y otros diez en los que me habia quedado a leer lo que la susodicha había dicho.

Al llegar al portón me dejaron pasar, eso era lo bueno de ser un alumno responsable dentro de todo. 
Llegaba justo para el inicio de la segunda hora, luego teníamos un recreo, las dos horas de literatura y eso era todo.
La hora se había pasado volando, y no podía aguantar más a que teminara el receso, aunque no sabía que escusa podría utilizar para usar el teléfono y ver las noticias, o por lo menos escuchar la radio.

Los chicos estaba en una ronda, hablando de él caso, obviamente, decían que se estaba acercando el cuarto día, y que otra vez volveríamos a presenciar un caso de incendio.
El timbre no me permitió oír la respuesta a la pregunta que, en ese momento, me estaba haciendo.
El cuarto día?

Subí las escaleras lo más rápido que pude, y conecté los auriculares, traté de esconderlos, taparlos un poco con la campera ya que el día estaba ventoso(mucho viento).

La profesora llegaría tarde, pero nos habían dicho que vallamos realizando unas actividades. Eso me daría más tiempo de poder escuchar bien cada palabra.
Para no levantar sospechas, saque de la mochila el cuadernillo de actividades, y en la oportunidad pude ver el cuaderno de flores amarillas, ese que aún estaba casi vacío.
Se me ocurrió anotar en este, todo lo que me llame la atención, para luego buscarlo en las declaraciones de las demás personas, que se encontraban en la página P.B (Paragua de Brujas)

El audio duraba más de dos horas, y al principio se aclaraba que la duración había sido causada por que la acusada no había querido hablar hasta la hora que tenía que ser. Decían que esa parte había sido recortada ya que, además de escuchar como el oficial insistía en que conteste, no se podía observar, ni oir otra cosa.

El ruido de unos bancos moviéndose bruscamente detrás mío llamó mi atención, me quité los auriculares y pude ver como Gonzalo se estaba peleando con Luti, uno de mis mejores amigos.
Nos habíamos conocido en primero de primaria, y luego en segundo o tercero ya eramos mejores amigos.
Sabia que no tenía que meterme porque seguro ligaba yo también, pero no podía quedarme sin hacer nada. Un grupo de chicas había comenzado a gritar, salieron del aula para llamar a algún preceptor, otras trataban de separarlos.

–Gozalito déjalo, el no entiende nada– decía Lucia su novia.

–Si dale Gonzalito, te vas a poner a la altura de unos "taraditos"– dije con la voz finita, chillona, como interpretando a su novia, además de hacer comillas con los dedos. Según él, éramos unos taraditos inservibles.

Y justo cuando me estaba por comer una grande, entro el director, salvandome de que me valla tal vez con un ojo morado.

–A dirección los tres– dijo abriendo la puerta para que pasemos.
Tal vez me había salvado de una piña, pero sentía una sanción, por al menos, unos tres o cuatro días.

Estaba caminando a casa, al lado de Má. La habían llamado para avisarle que me habían sancionado por cuatro días, primero por haber visto una pelea y no avisar, y segundo por involucrarme en esta, aunque lo que halla hecho fuera solo decir la verdad.

Estaba enojada, furiosa podría decir. No había dicho palabra alguna. Caminaba rápido, tenía la frente arrugada, podía ver como irradiaba enojo.

–Vos sabes que yo pago tu escuela para que vallas a estudiar y no a pelear?– Sabia que no tenía que decir nada si no queria otro tipo de sanción, y esta vez no seria del colegio.

–Si querés pelear, me avisas y te pongo en la escuela que está a unas cuadras de casa, ahí seguro que vas a tener con quien pelear y no le va a importar a nadie–
Era inútil decirle que lo único que había hecho era tratar de separarlos, ella tenía la idea plantada, de que yo había peleado con Gonzalo.

Llegamos a casa, a paso rápido, solo nos habia tomado cinco minutos, cuando un día normal me tardaba diez. El enojo tal vez.
Cuando pasamos por la baldosa por la que anteriormente me había tropezado, lo recordé. 
No había escuchado la declaración.
Ni bien abrió la puerta del departamento, me mandó a mi habitación, pidiéndome el teléfono antes de que cerrara la puerta.
Ahora no tenía dos horas libres, si no cinco días más para buscar más sobre lo que había visto en la página.
Lo primero que hice fue ponerme ropa de entre casa, me senté en el escritorio, cerré la puerta con llave, las cortinas y me senté en el escritorio a buscar la declaración de Belén. 
Tal vez sea un poco difícil encontrarla ya que se había lanzado hoy, pero sabía perfectamente dónde podía estar.



#1803 en Paranormal

En el texto hay: amor, brujas, suspenso

Editado: 08.06.2020

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.