La Luna Del Cielo

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-Carta sipote- dijo el cartero levantando la carta y sonriendo, de pie en la cerca de la casa de David. Don Francisco, amigo de la madre de David, tenía más de 30 años de trabajar para correos, y durante los últimos años era el portador de las cartas que Angy enviaba 2 veces al mes a David; el hombre sabía cuanto llenaban de alegría al chico recibirlas; el chico timidamente le agradecía al entregarlas por la noche después del trabajo en su propia casa y aunque no era muy efusivo por el gesto del anciano; sabía que el chico devolvía su buen gesto con los recados y las reparaciones con que habia colaborado en su casa. 

Esa noche había habido un corte de luz y todas vecinos se encontraban iluminandose con velas y candiles. David insistió en acompañar al anciano a su casa y luego caminó de prisa con su "gran tesoro" en la bolsa del jeans, le pareció largo el trayecto a casa, las cartas que recibia desde hace 3 años eran verdaderos tesoros que llenaban de ilusión y felicidad su corazón. -Espera, espera- dijo una voz conocida; todavia a la mitad del  camino. -Espera David-, el chico giró para encontrarse con Sofia. La joven  se había mudado 2 años atrás a la vecindad y siempre buscaba motivos para acercarse a David, era muy guapa, simpatica, contaba con 15 años y parecía un poco más mayor de su edad debido a su cuerpo muy bien proporcionado; sabía que era hermosa y le gustaba ser admirada, aunque con David eso no sucedía, parecía no estar interesado en ella. David sabía que él le atraía y aunque no queria parecer malheducado, buscaba siempre alejarse e ignorar sus gestos amistosos. -¿Que haces en la oscuridad? preguntó. -Mi papá, que se le ocurre enviarme a la tienda- dijo la chica haciendo un mohín. -¿Me acompañas de regreso?- dijo haciendo un gesto coqueto. David respiró, sabía que la lectura de su carta se retrasaría unos minutos más, pero tampoco era seguro que ella anduviera en la oscuridad lejos de su casa, aunque no era algo que le agradaba, tampoco era un desalmado para no acompañarla. 

David caminó al lado de la chica en silencio. -¿Que hacías?- dijo ella rompiendo el silencio. -Acompañaba a don Francisco a su casa- dijo él con tono aburrido. Ella asintió. -¿Irás a trabajar mañana?- Ahora él contestaba con un movimiento de cabeza. -¿Podría ir contigo? preguntó. -Mi papá no irá a cortar café mañana, irá a casa de mis abuelos porque la abuela está enferma y ....pues me ha pedido ir con mis primos, pero no me agrada la compañia de ellos-. David tragó saliva, no estaba interesado en su compañía. -Lo siento, pero me iré muy temprano y no creo que puedas irte a esa hora-. Ella no pensaba darse por vencida. -Solo díme a que hora, y te aseguro que no te haré esperar-. a David le molestaba su insistencia. -Lo siento, pero no me parece bien- dijo; precisamente cuando llegaban a la puerta de la casa de la chica. -Que descanses- dijo y se alejó a toda prisa. Sofía lo observó alejarse y apretando el puño dijo más para sí que para que la escucharan - Aunque te hagas el dificil, terminarás enamorandote de mí-; luego entró a su casa y cerró la puerta con fuerza.

David finalmente había llegado a casa bastante agitado; su madre que se encontraba en la cocina lo observó. -¿Te adivino?- dijo juguetona. -¿A que te refieres?-  dijo el chico caminando hacía su habitación. -A que tienes una nueva carta y por eso tanta felicidad- dijo ella gritando desde la cocina. -¿Eres bruja?- dijo él sonriendo. -Salúdamela cuando le contestes- dijo la mujer. -Lo haré, pero ya no me interrumpas- gritó David sonriendo cuando colocaba más de cerca la vela para leer mejor. 

Era casi media noche y David parecía que esa noche no podría conciliar el sueño, sentía tanta felicidad que parecía que su corazón iba a estallar, se levantó de la cama y se sentó frente a la ventana de madera, la luna parecía en su mayor esplendor, David pensó que no era el único que estaban tan feliz, parecía que ella también demostraba su felicidad, mostrando su mayor esplendor. -Pronto Angy, pronto nos volveremos a ver - dijo, cerrando los ojos. -He esperado tanto.....tanto, pero pronto acabará la espera- dijo acariciando la carta. -Ahora luna-  serás testigo de nuevo de nuestro encuentro-. dijo señalándola directamente y sonriendo para sí.




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