La luz olvidada

Prólogo - (Sin título)

Mar Mediterráneo

 

—Esto es histórico, Luis.

El geólogo al mando de la operación no compartía en absoluto el entusiasmo de su compañero.

—Tengo mis dudas al respecto.

Luis Lomban siempre había considerado que su inteligencia no respondía al prototipo habitual; toda su vida había sido distinto, incontrolable, meticuloso y lleno de obsesiones. Solía reconocer que sus momentos de mayor felicidad eran cuando estaba solo en su laboratorio, catalogando muestras y revisando patrones geológicos, todo ello alejado de un ser humano que cada vez le parecía más histriónico e imprevisible.

La generosa brisa marina acariciaba su rostro mientras oteaba cómo el horizonte se perdía en la oscuridad. Apenas habían zarpado hora y media antes y de madrugada, pero, según las cartas de navegación, ya estarían a punto de alcanzar el objetivo. Retrocedió y se acercó al escueto puente de mando en el que se encontraba Piero Agnielli, otro de los científicos miembros de la expedición.

—Estamos cerca. El radar no indica anomalías, pero aminoraré la marcha para aproximarnos con más seguridad. Deberíamos evitar encallar.

Asintió y volvió a dirigir su mirada hacia la fina línea oscura que dividía el cielo estrellado y el mar. A lo lejos estaba formándose una tormenta que probablemente descargaría en unos minutos.

Cierto era que no tenía todas las garantías, pero asumió el poco margen de decisión y el riesgo elevado de la misión. Dos días atrás, Lomban informó de cómo una de las balizas de presión instaladas por todo el mar Mediterráneo enviaba información procesada sobre un movimiento sísmico que estaba teniendo lugar en aquellos momentos a doscientos cuarenta kilómetros de la costa de la península ibérica, en su cuenca catalana. Lejos del protocolario estudio e informe del movimiento, el maremoto no tuvo repercusión alguna; apenas alcanzó el nivel tres en la escala de Richter y la población no fue consciente en absoluto. Se trataba de una zona que carecía de antecedentes importantes, y el mismo científico dejó el tema en estudio, aunque de manera pasiva.

Explicó que, horas después del maremoto provocado por el movimiento de la litosfera mediterránea y tras una implosión de gas metano que disparó hacia la superficie cientos de miles de restos orgánicos y sedimentos, las balizas de localización marítima detectaron una parcela rocosa de cerca de un kilómetro cuadrado que había emergido del mar y flotaba en la superficie del Mediterráneo. Al menos esa era la conclusión a la que habían llegado después de que la comisión de seguridad del IGME, Instituto Geológico y Minero de España, se hubiera reunido para abordar el asunto con una celeridad digna de urgencia. Compartían la teoría de que no se trataba de una anomalía inhabitual, ya que en el último siglo se habían registrado casos parejos de mayor o menor magnitud. Quizá el más sonado había tenido lugar en Pakistán años atrás, cuando una isla de cuatro kilómetros cuadrados emergió a pocos metros de la costa de Gwadar tras un virulento terremoto que provocó más de trescientas víctimas. La isla fue visitada por científicos llegados de Islamabad, quienes concluyeron que se trataba de un volcán de lodo y fango rodeado de gas metano que se volvió a sumergir pocas semanas después de su misteriosa aparición. Pero Lomban sabía que aquello era diferente.

Tras la reunión de urgencia en la sede gubernamental en la que ejercía, los mayores responsables del IGME barajaron varias posibilidades: o bien esperaban un tiempo prudencial para que el terreno se estabilizara y de aquella manera poder estudiarlo con más tranquilidad desde la distancia, o bien enviaban un equipo científico reducido para tomar muestras y evaluar la situación desde el terreno, todo ello bajo el secretismo que merecía la cuestión antes de su posterior análisis. Localizado el incidente en tierras mediterráneas, la exploración le correspondía al Gobierno español; pero aquello no quería decir que decenas de mandatarios extranjeros y empresas del sector privado se lanzaran hacia un hipotético e importante hallazgo.

Claudia Ustariz, miembro del comité de seguridad del IGME e importante enlace directo con el Ministerio de Industria, confió mucho más en la segunda opción. Con lo que, prácticamente, sin tiempo de reacción, Luis Lomban se asignó como responsable de la expedición científica, cuyo destino era la pequeña isla que había emergido en una parcela desconocida al este de la costa mediterránea.

—Hemos llegado. —La voz de uno de sus compañeros lo arrancó de sus pensamientos.

—Encended los faros y lanzad la motora.

Con la embarcación prácticamente levitando sobre las tranquilas aguas mediterráneas y tras accionar la iluminación direccional, una fantasmagórica pared de roca envuelta en una fina niebla apareció frente a ellos. Difícil de catalogar a primera vista, Lomban se acercó a la proa y, con la ayuda de una de sus compañeras científicas, Laura Ramos encontró una caleta en la que parecía viable el atraque del medio acuático.

—A babor —dijo, señalando a sus dos en punto, ya embarcados en la lancha motora—. No creo que tengamos problema para desembarcar.

Su smartwatch de muñeca marcaba cerca de las cuatro de la madrugada cuando, acompañado de los científicos del IGME Laura Ramos y Piero Agnielli, tomaron tierra. La superficie era escarpada e inhóspita, pero pronto encontraron lo que parecía un sendero entre los restos de un desfiladero asido por la erosión.

Tuvo una sensación extraña al pisar tierra firme, como si una conjunción de sensaciones se abalanzara sobre él en un alud de sentimientos encontrados. Aquel terreno era estable como lo era su propia existencia, pero parecía inverosímil que hubiera emergido de las profundidades del mar. Los faros que alumbraban desde la embarcación abarcaban un espacio irrisorio en comparación con el terreno que los rodeaba.

—Esto no es más que otra expedición científica cualquiera —dijo él, omitiendo su propia incertidumbre—, así que recojamos todas las muestras que podamos y regresemos al laboratorio cuanto antes. Con esta poca luz y con la tormenta que se nos viene encima, no estamos en condiciones de trabajar.



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En el texto hay: thriller

Editado: 27.11.2020

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