Como el ala de una mariposa
Algunos dicen que, por pequeños movimientos del ala de una mariposa, pueden ocurrir grandes cambios, y por eso ahora estoy aquí, luchando por mi vida cuando una pequeña decisión que tome me la está arrebatando…… Cuando el querer vivir solo se quedaba ahí, en querer.
¡Ayuda!!! –grité, la desesperación y la angustia me carcomían por dentro en ese mismo instante, aún no sabía que pasaba, pero tenía mucho miedo.
–Ayúdenme por favor –volví a gritar, desgarrando así mi garganta, pero nadie me escucho, no sabía que pasaba intenté recordar, pero no podía, sentía un dolor inmenso y quería descifrar que era, mi respiración bajaba, mi corazón ya no latía igual.
Llena de golpes y cortaduras por todo mi cuerpo, comencé a correr para así escapar. Fue allí cuando pude ver mi cuerpo demacrado en el reflejo de un ventanal, al parecer estaba en un centro comercial, tenía el cabello revuelto y con una sustancia roja carmesí que se asemejaba a la sangre, mi piel, sin vida, tenía múltiples golpes que se convirtieron en grandes manchas violetas.
Pude escuchar pasos a mis espaldas y volví a correr, ya no aguantaba. Mis pies me dolían y mis piernas me temblaban.
-Ya no puedo más –dije para mí, en un pequeño susurro ahogado con el llanto que amenazaba por salir.
De repente siento unos brazos alrededor de mi cuello que me estrangulan y luego me arrojan al suelo haciendo que me dé un fuerte golpe en mi cabeza. -Te encontré Clío.
Se abalanza sobre mí, pasando sus piernas sobre mi abdomen, poniendo sus asquerosas manos sobre mi cuello haciendo más y más presión - ¿Qué quieres de mí? –dije casi para mí misma mientras sentía la falta de aire en mis pulmones. Sentía como mi cuerpo se debilitaba cada vez más rápido por la inexistencia del oxigeno
- ¿Qué quieres de mí?!!! –grite, haciendo que el hombre frente a mí me dé una cachetada.
-Dije que si te portabas bien no te pasaría nada malo –dijo con una voz aterradora. Mirándome con una mirada fría y penetrante, pude observar que sacaba algo del bolsillo de su abrigo color crema.
Intente escapar de sus garras nuevamente, pero él me sostuvo de mi tobillo haciéndome regresar a el mismísimo infierno nuevamente.
-Deja de gritar! –dijo con agresividad, haciendo que comience a temblar de pies a cabeza.
-Por favor, déjame ir. –dije con suplica, -No diré nada, lo prometo, por favor. –dije sollozando. Mi verdugo comienza a reírse como un maniaco. –Eres un demente.
-No soy un demente, solo soy un excéntrico -dice mientras sutilmente inclina su cabeza hacia la izquierda para observarme con... ¿Curiosidad?
-Siempre he querido saber que se siente tener miedo, lastima nunca poder sentirlo -dijo con grandeza, -No le tengo miedo a nada, ni al propio demonio -dice para acercarse a mi rostro con una extrema lentitud que me abruma, -Lastima -.
Hoy al verte por fin comprendo, que el caos de las pequeñas cosas es el caos completo….
Cuando la última gota de sangre salió de mi cuerpo, fue cuanto sentí tranquilidad, no dolía, era como un viaje de paz que me avisaba que era mi final.