La maldición de Anubis

Capitulo I : la invocación de Anubis

Era el siglo XVII, corrían las batallas en el río Nilo, en Egipto se gestaba una civilización, en ella existían sacerdotes que se encargaban de la momificación y realizaban ceremonias fúnebres, durante estos ritos se creía que el alma de los que morían viajaban al Inframundo, pero para eso tenían que estar preparados, planteaba la mitología que el difunto pasaba por varias pruebas y peligros por eso los enterraban con sus objetos más valiosos.

Al pasar el tiempo, al terminarse la batalla, Tutankamon ocupo el puesto como faraón, la economía estaba devastada y la paz estaba inestable, así que preocupado por la situación pidió ayuda a Amón, un hombre con carácter rudo de basta inteligencia, tenía los ojos pardos y una túnica larga, el fue proclamado sacerdote por su conocimiento de artes oscuras y por su gran determinación, Amón poseía un gran poder de oratoria que lograba que todo el pueblo confiara en él, por eso era de gran ayuda para el faraón.

Las calles del pueblo de Egipto eran hermosas, sus construcciones asombrosas, se sentía un aire de tranquilidad que escondía un aroma de rebeldía, las ostilidades de Babilonia empezaban a surgir motivados por el expansionismo de su gobernante, se pedía la rendición de la sociedad esclavista y la entrega de todo sus recursos, el objetivo era poder anexar este país a su imperio, para lograrlo realizaban motines y asaltaban templos, ellos pedían la cabeza del faraón, la situación se tornaba muy tensa.

Tutankamón decide para poder salvar su pellejo, la construcción de una fortificación que regulará la entrada y salida de aldeanos de Egipto y así poder estar alerta ante cualquier anomalía en la frontera, pero su preocupación más grande era como hacer para igualar al ejército, ya que Babilonia contaba con más adelanto y desarrollo en cuestiones de guerra, para llevar a cabo su plan tenía que ser muy minucioso así que ordena que le envíen un mensaje a Amón citándolo al templo.

Se oye un sonido seco en una puerta y sigilosamente se oye un crujir.

El ejército del faraón se encontraba afuera del templo del sacerdote 
¡Que necesitan! Exclamó Amón.

- Sabemos que eres un hombre de confianza, nuestro jefe necesita su ayuda, el imperio babilónico está atacando nuestras áreas de riquezas y planean poner un gobierno despótico en nuestro pueblo.

- y que me cuentas, si yo no sé nada de guerra, solo me dedico a la religión

- Necesitamos que nos acompañes, órdenes del faraón.

Amón recoje un libro polvoriento de su mesa y emprende el camino.
Al llegar , Amón se asombra por la belleza de este establecimiento, tenía jarrones muy valiosos, paredes llenas de oro y antorchas que alumbran el lugar.
De momento se topan con un hombre joven, de gran estatura, una mirada muy expresiva que causaba miedo y respeto en todo aquel que lo observara, vestía una túnica con oro pulido y llevaba un pergamino en su mano, era el Rey de Egipto

¿Ya cumplieron su trabajo? Pregunto Tutankamón 
-Si jefe aquí lo tenemos

-Que desea usted faraón

-Venga conmigo

El faraón lo lleva a un lugar, con gran cantidad de ungüentos y varias inscripciones en la pared y cierra la puerta

- Sacerdote necesito su ayuda, se que eres muy bueno usando magia negra y necesito un método para hacer un ejército invencible porque si no, nuestra dinastía va al declive

- Me es imposible usar magia negra, cuando me volví religioso me lo prohibieron, pero como veo que es una cuestión para salvar nuestra sociedad, tiene mi apoyo, se varios conjuros pero son muy potentes y necesitamos invocar al dios del Inframundo, estás de acuerdo con esto

- Claro que si por mi dinastía hago cualquier cosa

Amón saco su libro polvoriento de su túnica y le pide al faraón un puñal para poder hacer una pequeña incisión en su mano y dejar brotar un poco de sangre encima de la roca, que sobresalía de un muro con inscripciones de protección, después de hacer el pacto de sangre, de repente un flash potente nubla los ojos del faraón, el sacerdote se queda atónito al observar salir de la pared, una sustancia negra y viscosa con olor fétido y una voz demoníaca y áspera se escuchaba

- ¡Quien se atreve a invocarme!

-  necesitamos su ayuda, ohh gran dios de las tinieblas, necesitamos un ejército de
demonios inmortales para poder derrocar a nuestros enemigos

- y que yo recibo a cambio, para recobrar el balance del infierno, necesito un sacrificio un alma joven

-Yo me ofrezco, expreso Tutankamón

- Estás demente y quién va a gobernar nuestro pueblo cuando mueras, esto es una fuerza muy poderosa estás jugando con fuego

-Cálmate, ¿que es para ti tu madre?

- Algo sagrado e innombrable

- Mis padre murieron en manos de los babilónicos por el control del río Nilo, necesito ayuda para vengarlos porque yo no tengo descendencia

De momento se sintió un estruendo en el templo, todo alrededor temblaba y de la sangre que derramó el faraón de repente se convirtió en un pergamino, el aroma del miedo se sentía en el interior de Tutankamón

Desde lejos se oye un grito de auxilio ¡Nos atacan¡

- Salgamos de aquí

Salen de la habitación huyendo despavoridos, de repente, una roca golpea fuertemente al sacerdote y una lanza desgarra el cuerpo del faraón, el ejército armado de espadas y escudos salen a defender la fortificación, flechas con llamas tiñen el cielo 
y una colección de cuerpos desmembrados pasan a ser el recuerdo de Egipto.

 




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