CUANDO AYLA ABANDONÓ LA HABITACIÓN ELEONOR SOLTÓ UN PESADO SUSPIRO, ella no podía estar en más desacuerdo con la situación, deseaba con todas sus fuerzas que se tratara de un simple error, quizá Ayla pudo haber estado en contacto con la mate del alfa, sin embargo sabía que no era así, que no había ningún error, lo sabía por el modo en que su alfa había mirado a Ayla, como jamás habría mirado a nadie que no fuera su mate.
Nathaniel entró a la habitación unos minutos después, sintiendo en sí mismo el pesar de su alma gemela, como una desagradable opresión en el pecho, y tal como Eleonor hizo con Ayla, colocó su brazo sobre sus hombros tensos que se relajaron al instante.
—Ella estará bien —dijo—, sabes que lo estará.
Pero Eleonor no lo sabía, no podía estar segura de que los instintos del alfa fueran suficientes como para no hacerle más mal que bien.
—No lo sabemos, conoces al alfa.
Y lo conocía, al derecho y al revés, y como nadie más en el mundo, porque habían crecido juntos y Nathaniel había visto de primera mano cómo él dejaba de ser un niño para ser el poderoso alfa que era, el problema era que para ser el alfa que era, primero había tenido que cargar con tanto peso sobre sus hombros y tanta sangre en sus manos que ya no era el mismo si es que en alguna instancia en realidad había sido una buena persona.
—¿Qué fue lo que ella te dijo?
—Lo aceptó —dijo, y suspiró—, aceptó que no era algo de lo que pudiera huir pero me encantaría que pudiera.
—Vamos Eleonor, sabes cómo funciona, incluso si lograra escapar, y él no pudiera encontrarla, que lo haría, ¿qué crees que pasaría?
Eleonor arrugó la nariz con desagrado ante la pregunta, incluso si Ayla lograra salir de allí, se había refugiado en la manada por un motivo, además, conocía los efectos que tendría la separación de ambos, aunque no estaba segura de sí funcionaría igual pues ella era una humana. Ayla jamás podría volver a enamorarse, jamás podría olvidar a William y con el tiempo, incluso si la encerraba en una celda utilizando una llave ellos se iban a reunir en algún momento, porque eso era lo que hacían los mates.
Odiaba que ambos se hubieran conocido, porque en el momento en el que ambos se miraron a los ojos, aun siendo humana ella había perdido toda su libertad de decisión.
—La va a lastimar más de lo que la va a hacer feliz.
—Pero ese es el amor que están destinados a tener, el amor que los hará sentir completos, porque es el amor que la Luna eligió para ellos y desde el momento en el que se vieron dejó de existir alguien más.
Eleonor lo sabía, Nathaniel lo sabía, simplemente ella no estaba dispuesta a aceptarlo y él no podía comprender el motivo hasta que lo vio en sus ojos, el miedo impregnado en su mirada igual que la más cruda desesperación porque ella mejor que nadie sabía lo que era estar quebrada, rota, sintiendo como una pieza faltaba en su interior, porque aunque muchos lo negaran y no pudieran comprenderlo, la luna les había dado un don, el don de poder encontrar a esa persona que realmente te fuera a hacer feliz y aferrarte a ello, porque ese vacío que sentían antes de encontrar a su alma gemela era algo con lo que los humanos vivían toda su vida.
—Es una humana, debería poder elegir, debería tener alternativa.
—Pero no la tiene —dijo, sujetando las manos temblorosas de Eleonor con cuidado—, es la segunda humana que tiene la oportunidad de ser realmente feliz en siglos, no se lo puedes negar.
—Sí puedo, porque tú conoces la historia tanto como yo, sabes en qué va a terminar esta historia de amor, incluso si él logra enamorarla, incluso si ella logra cambiarlo, todo va a terminar en una horrible tragedia, porque ella no va a poder soportarlo.
Nathaniel guardó silencio unos segundos, observando a su desesperada esposa, pero finalmente encontró una palabra de consuelo.
—Eleonor, si la Luna lo quiso así no hay forma de que podamos hacer algo para cambiarlo, ella será libre de tomar sus decisiones pero esas solo la van a acercar más a su destino, así va a suceder igual que sucedió con nosotros.
Los brazos de Nathaniel envolvieron a Eleonor con tanta fuerza que una humana habría perdido el conocimiento, pero ella no, ella solo se aferró a él con la misma fuerza como si él fuera su salvavidas, y lo era, porque uno no podría vivir sin el otro, porque estaban unidos por algo más poderoso que el amor o la magia, los unía el irrompible destino.
Cuando Eleonor comenzó a sollozar, Nathan la apretó con más fuerza contra su pecho, sintiéndose desafortunado por ser quien debía hacerla enfrentar la realidad. Ayla no podría escapar jamás de William, incluso si él no fuese el alfa, él podría encontrarla en cualquier sitio porque así de fuerte era el lazo que unía a las almas gemelas, porque así de fuerte era el lazo que unía a dos personas que estaban destinadas a estar juntas hasta que la muerte o algo peor que ella los separara.
Nathan y Eleonor habían pasado por ello, él la había encontrado en Texas, su manada era únicamente su familia y él había llegado con una amenaza de guerra en caso de que ellos no se quisieran unir a la manada, y allí la había visto, era una manada pequeña pero perfectamente oculta en el interior de un árido bosque, Nathaniel acudió al alfa ofreciéndole una alianza, que ellos se unieran a su manada y tendrían un hogar en el norte, sin embargo, el alfa que era un hombre mayor se enfadó por la simple sugerencia y se negó.
Nathan aún recordaba, después de que el alfa se negó, él iba a abandonar el territorio de inmediato, enviaría a William la noticia del rechazo para que pudieran atacar la pequeña manada pero camino a la salida algo lo detuvo, una muchacha que acababa de llegar, se tambaleaba por el peso de algunos sacos que cargaba, él la vió y lo supo de inmediato, ella pudo oler su esencia apenas llegó.
Eleonor había dejado caer los sacos al suelo, el arroz que contenían se desparramó rápidamente por el suelo, su cuerpo temblaba con frenesí en el momento en el que lo vio a los ojos por primera vez, ella había abrazado su destino con fuerza, tan enamorada que no sabían si era solo el fruto de la mágica unión hecha por la Luna o algo que había nacido a primera vista, pero en el momento en el que ella supo quién era él todo cambió, porque Nathan había dado una amenaza de guerra a su familia, y su alfa era lo primero.