La maldición de tus ojos

1. El pueblo bajo la montaña

Poder resumir en pequeñas cuentas lo que significa esto, es imposible. Por lo menos para los pensamientos de Demian y la forma como ha sido educado.

Arrugó el ceño alzando su cabeza en actitud soberbia. De cabellos negros, ojos de tono turquesa, largas pestañas que decoraban dos cejas bien dibujadas, y un rostro envidiable; cruzó los brazos ante la evidente expresión irónica de su nuevo... "maestro".

En su vida estaba acostumbrado a la elegancia, a la comodidad y a la riqueza. Y ahora no solo le estaban pidiendo acostumbrarse a vivir en aquella pequeña casa de madera de tres cuartos, en la cima de una montaña, lejos de la ciudad y la modernidad; sino además que debe compartir lo más íntimo que pudiera existir para cualquier persona.

—¿Cómo que... hay una sola cama? —exclamó ante la suave sonrisa que se dibujó en aquel hombre de cabellos rubios y ojos azules, y cuya estatura le gana en un par de centímetros y cuyo nombre es Ángel.

Y precisamente este nombre no lo representaba del todo, ni siquiera se inmutó al ver la expresión desconcertada de su discípulo.

¿Qué podía hacer Demian? Había tomado la decisión de aceptar su oferta, de dejar que Ángel, el viejo amigo de su hermano, lo entrenara, ante su nulo conocimiento del manejo de su arma y su propia aura sagrada. No era capaz siquiera de levantar su propia espada, y eso lo frustraba. Es que de verdad nunca había entrenado, razón por la cual el amigo de su hermano, maestro y mejor espadachín, le ofreció su ayuda.

Pero quien iba a saber que lo iba a llevar a un lugar olvidado en las montañas, en una casa que no contaba más que con tres habitaciones, una para dormir, otra para la cocina y un tercero como bodega. El baño incluso estaba fuera de la cabaña.

Y una cama que no mide más de una plaza y media. ¿Cómo dos hombres adultos van a dormir así? Por más que intenta imaginarlo piensa en posiciones poco decorosas, y el calor se sube a su cabeza haciendo que sienta que va a estallar. No puede, no debe ¡No es decoroso!

—Si no quieres compartir la cama, entonces puedes dormir en el suelo —indicó Ángel alzando los hombros dándole la espalda.

Demian aprieta los dientes, y su rostro se enrojece ante la actitud egoísta de Ángel.

"¡¿Cómo yo quien ha sido criado en una buena familia donde jamás me faltó nada voy a dormir en el suelo?!"

Sabe que es difícil que lo acepte. Y tal vez no sería tan grave compartir la cama con otro hombre, excepto que este, su nuevo maestro, no es más que Ángel Stavrou.

Quienes lo conocen saben cómo es, bueno para hacer broma, y bueno para usar su aire seductor ante cualquier víctima, aunque es heterosexual. Sí, no le ha conocido nunca una pareja masculina y no es que antes no se la ha insinuado, pero sabe que solo lo hizo con afán de tomarlo como un juego para burlarse de él, ya que era el villano de la historia, el hermano menor malo y cruel que solo buscaba sacar a su hermano mayor del camino.

Demian entrecerró los ojos, ofendido, luego de mirar el piso e imaginarse estar tendido ahí durmiendo. Bufó molesto.

"Esto de verdad es muy humillante..."

Ahora entiende porque su hermano mayor no quería dejarlo ir. Ángel es su amigo de la infancia y debe conocerlo más que cualquier otro. Suspiró. Es evidente que no le perdona lo que hizo en el pasado.

—Voy al pueblo a buscar una pensión o algún lugar en donde quedarme —dijo Demian con gesto cansado dándole la espalda.

—Claro, si es que logras encontrar algo —le respondió Ángel con ironía.

Demian arrugó el ceño preocupado.
—¿Qué quisiste decir con eso? —habló entre dientes.

Ángel se sentó sobre la cama sin borrar la malicia de su mirada.


—Simplemente, mi pequeño discípulo, el pueblo debajo de la montaña esta tan cerca de un cementerio que no hay ningún lugar en donde hospedarse. Nadie viene a hacer turismo en un pueblo abandonado incluso por los dioses ¿Quién quiere dormir en un lugar donde en la noche las criaturas del infierno se pasean de un lado a otro?

Demian luego de mirarlo dejó escapar un ¡Ja!

"¿Qué criaturas del infierno? Pensara asustarme con eso, se le olvida quien soy acaso"

Su mirada incrédula fue suficiente para que Ángel se recostara en la cama con la mirada hacia el cielo de la habitación. Entrecerrando los ojos, seguro de lo que ha dicho.

—Si no lo crees ve tú mismo, te dejo mi auto, pero a cambio quiero que me traigas lo de esta lista —dicho esto le lanzó un papel junto con una bolsa de dinero.

—¿Seré tu sirviente de los mandados acaso? —refunfuñó quisquilloso.

—Eres mi discípulo —le sonrió—, vamos ve, complace a tu maestro. Yo mientras calentaré la cama para los dos, debo consolar a mi estúpido pupilo cuando vuelva con la cola entre las piernas.

Escucharlo decir eso hizo que sus orejas se pusieran rojas ante la risa de su maestro. Masculló un par de maldiciones antes de darle la espalda y salir.

"No volveré, ten seguro de eso. Prefiero hasta dormir en el cementerio."

El pequeño pueblo, "Montaña abajo" parece estar compuesto de unas cuantas casas miserables que apenas logran mantenerse en pie.

Bajó del auto mirando las calles sin pavimentar, vacías, como si nadie viviera en ese lugar. La tierra parece incluso haberse apoderado de los pies de cada rincón, es como si con su hocico hambriento se estuviera engullendo cada edificación existente. Más al fondo, al final de la calle está el cementerio, en medio de una colina más alta y que dobla en tamaño al pueblo. E incluso parece tener más vida. Eso es extraño.

"¿Qué diseño tan ilógico? Más parece que este pueblo fue construido para acompañar al cementerio, en vez de que el cementerio sea una parte más de este"

A pesar de que ninguna persona se ve en las calles ya está aquí y no le queda otra que deambular buscando un sitio abierto. Aunque no parece haber vida alguna en los alrededores, debe estar equivocado, por algo el idiota de Ángel le dio esta lista y dinero, a menos que sus intenciones hayan sido burlarse otra vez de él.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.