La maldición de tus ojos

3.- Te pertenezco

—Mi nombre es Val Griantar, tu asesino, vengaré a mi pueblo por todos los crímenes de tu madre llevando conmigo la cabeza de su hijo —y el salvaje alzó la espada, dispuesto a matarlo.

Demian pestañeó sin entender nada ¿Qué su madre hizo qué? Siendo sincero poco o nada sabe del pasado de su madre, pero nunca hubiese imaginado que sería una criminal que incluso sus hechos delictuales fueran tales que hasta quieran matarlo a él como venganza.

El ruido atrajo algo peor, o en el caso de Demian, la posibilidad de alargar su vida unos minutos más. Grogo apareció de improviso y de un solo golpe agarró a Val de los hombros lanzándolo con una fuerza descomunal. Demian se quedó paralizado ante lo que acaba de ver.

"Mierda, lo mató"

Fue lo que pasó por su cabeza hasta que sintió a Val respirar agitado. A pesar de no levantarse del piso alzó su cabeza escupiendo sangre y apretando los dientes con furia.

"¿Cómo aún puede seguir vivo?"

Se preguntó Demian sin creerlo. El oso parece dispuesto a acabar con su enemigo oportunidad precisa para Demian para huir. Y es lo que quería, pero en vez de eso corrió para tomar la espada de su casi asesino que estaba tirada a un metro de distancia y colocándose entre él y el oso se dispuso a defenderlo. Ni siquiera es capaz de enfrentarse a un hombre un par de centímetros más alto y lleno de músculos y va a ser capaz de oponerse a un monstruo de garras enormes que dobla su tamaño.

"¡¿Qué mierda estoy haciendo?! Exponiendo mi vida por salvar a un salvaje lleno de esteroides que además solo quiere matarme"

Ni siquiera alcanzó a entender sus razones cuando recibió un zarpazo que no logró esquivar.

Rodó por el suelo ante la fuerza descomunal de la criatura. Tosió con fuerzas sintiendo el sabor metálico de la sangre en su boca. Le duele el pecho y se puso de pie con esfuerzo notando cómo las garras del oso lograron herirlo. Val lo mira sin entender porque se está arriesgando de esa forma por él. Demian aturdido volvió a colocarse entre Grogo y Val, al ver a la criatura con intenciones de acabar con el salvaje. Arrugando el ceño, dispuesto a pelear a sabiendas que no tiene ninguna probabilidad de ganar.

—Mi madre... también quiso matarme, no creas que estoy de parte de ella —señaló respirando con esfuerzo luego del golpe que acababa de recibir.

Val se quedó mirándolo confundido. Demian no puede entender su mirada y no se explicó si es compasión o algo más. Aun frente al oso en actitud defensiva no puede pensar en otra cosa que sobrevivir, pero es imposible, no hay probabilidades que lo logre. Respiró agitado palpando la muerte a sus pies.

Y el horrible monstruo se lanzó contra ambos, no sabe manejar una espada y su poder sagrado no es suficiente para hacerle peso a ese animal, pero no puede dejar a este desconocido morir de esa forma, no tiene idea de las diferencias de aquel hombre y ese oso, pero de que este animal está actuando tan extraño es cierto.

De la nada, a punto de ser rebanado por esas garras una espada brillante rompió la oscuridad de la noche.

—No puede ser esa espada es de...

No pudiendo contener la emoción y alivio sonrió al ver al dueño de esta aparecer justo a tiempo tomando su espada y deteniendo con una fuerza y agilidad impresionante al oso. La criatura chillaba casi en forma humana e intentó golpearlo. Ángel es más ágil y fuerte, más de lo que una vez Demian pensó. No puede ocultar el brillo de sus ojos al ver a su maestro en acción.

Usando los árboles a su alrededor apoyaba los pies impulsándose contra el oso, que era lento en movimientos en comparación a su maestro. La lucha acabó hasta que la feroz criatura cayó al suelo. Mucho más rápido de lo que esperaban.

—Me preocupé al no verte llegar a casa —le dijo Ángel con expresión amigable.

Demian pensaba en decir algo, elogiarlo de alguna forma. Pero no acostumbrado a tratar de buena forma a quienes lo rodeaban no fue capaz de decir algo más que:

—Gracias por salvarme —musitó desviando la mirada con timidez.

No podemos decir que esa actitud en él no tocó el interior de su maestro, ni que un leve fuego le hizo arder las entrañas. Pero al ver su herida y los restos de sangre en su rostro le hizo bajar de golpe cualquier otro tipo de sentimientos que no fuera preocupación.

Ángel no alcanzó a responderle cuando Val se levantó del suelo tomando la daga que Demian había dejado caer a su lado ante la llegada de su "maestro".

Se quedaron mirándolo confundidos, parece acercarse a atacarlos. De la nada se inclinó en el suelo frente a Demian tomándole la mano derecha y ante su sorpresa, y la de Ángel, le dio un beso en el dorso de esta, tal como un caballero presentándose ante su princesa. Sentir esa calidez fue confuso, tal vez lo hubiera aceptado de una mujer, pero de un hombre a otro, es... extraño.

Demian lo que menos quisiera es estar en esa posición, pero su estupor es tal que no logra reaccionar.

—Has salvado mi vida, de ahora en adelante te pertenezco...

—¡Espera! —dijo quitando su mano de inmediato—. ¿Cómo que me perteneces? ¿No piensas que eso pueda malinterpretarse?

Exclamó nervioso más al notar como Ángel arrugaba el ceño sin decir palabra alguna.

—Seré tu fiel compañero, tu perro guardián —señaló.

Sintió un escalofrió que se subió por su columna vertebral, no lo quiere ni como fiel compañero ni como perro guardián, si apenas se conocen. Tal vez sus términos no son los que imagina y estaba a punto de preguntarlo cuando Ángel con expresión poco amigable se atravesó entre ambos fijando sus ojos azules en Demian.

—Te traigo acá para que estemos solos, para que nos vayamos conociendo, dándonos una oportunidad y lo primero que haces es recoger un sarnoso herido y lo traes contigo ¿Dónde está tu fidelidad como mi pupilo?

Demian alzó una ceja
"¿De qué estupidez está hablando?"




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