La maldición de tus ojos

16.-Soy un demonio

—¿A dónde andabas? —le preguntó Ángel apenas lo vio volver a la casa.

Demian se sobresaltó, no se esperaba verlo regresar tan pronto.

—Paseaba por el bosque —respondió con serenidad, de todas formas, no mentía.

—¿No te perdiste? —Ángel alzó sus cejas preocupado.

—Me guie por el rio.

—No vuelvas a salir, hay demonios peligrosos en el bosque —recalcó con seriedad.

Demian no pudo evitar reírse.

—¿Cómo yo? —le dijo en tono de broma.

Pero la expresión agria de Ángel lo hizo borrar su sonrisa de inmediato. La mirada fría de su maestro es tan penetrante que al no poder sostenerla bajó sus ojos.

—No fue mi intención —señaló Demian con culpabilidad.

—Fue un mal chiste —masculló Ángel aun molesto—. Careces de gracia, no hagas cosas como esas.

El tono con que le dijo esto último fue hiriente. Pero Demian le quitó importancia, aparentemente a Ángel no le gusta que se nombre así mismo como un demonio. Tal vez ante sus ojos lo ve como un "caso especial", en cierta forma eso es un alivio. Ángel no se enredaría sentimentalmente con alguien a quien odia. Así que intentará olvidarse de las palabras de Betzu.

—Prepara el almuerzo, iré con Val al bosque —Ángel se colocó de pie. Luce molesto aún.

—¿Van a buscar al ser que se ha robado los ojos de esos dos campesinos? —preguntó arrugando el ceño.

Por la expresión de su rostro Ángel tensó su mirada. Luce asustado y eso no le gusta. Se acercó antes de detener sus ojos sobre él como si quisiera descubrir si le esconde algo.

—Así es ¿Por qué? —le respondió con sequedad.

—¿No has pensado que aquella criatura solo se estaba... defendiendo? No sé... digo que las víctimas no podrían ser tan inocentes como aparentan...

Las cejas de Ángel bajaron aún más, lucen más severas que nunca ¿Qué clase de barbaridad acaba de decirle Demian? ¿Demonios defendiéndose? ¡Que absurdo!

—No voy a discutir eso contigo —le dio la espalda, dispuesto a salir.

—¿Por qué no? —Demian también luce molesto.

—¡Porque los demonios son seres irracionales, crueles, violentos, no tienen ni un poco de bondad, solo viven para dañar y hacer sufrir a otros! —dijo esto luego de girarse furioso, tanto que incluso Demian retrocedió al verlo venir hacia él con esa violencia.

Ángel lo tomó con brusquedad de la barbilla.

—Solo porque ese infame demonio plateado ha tenido compasión de ti crees que los demonios se preocupan por otros, a él solo le interesa llevarte a la cama por tu parecido a tu madre, ¿Quién no querría hacerlo... con esa mirada lasciva? —dicho esto lo soltó dándole la espalda otra vez.

—¿Mirada lasciva? —preguntó sin creer lo que acababa de escuchar.

Ángel no respondió, a pesar de su enojo se dio cuenta que no fueron las palabras adecuadas.

Desconcertado de su repentina violencia Demian se sobó su barbilla. Pero pronto avanzó empuñando ambas manos.

—No lo digo por ese demonio, lo digo por mi —exclamó con voz alta—. ¿O te olvidas de que soy parte demonio por mi madre?

Ángel apretó los dientes.

—Sinceramente quisiera que no lo fueras...

Demian alzó sus cejas, las palabras de Ángel le han dolido, sintió como un puñal caliente en su pecho y bajó la cabeza. Aunque tampoco es algo que le es fácil aceptar, la sangre demoniaca que carga en sus venas es parte de si mismo, es algo de lo cual no puede renegar, ni menos se esperaría que aquel que ha dicho quererlo piense de esa forma.

—¿Puedo ir con ustedes? —le preguntó Demian mirándolo de reojo.

Ángel detuvo sus pasos y sin mirarlo chasqueó la lengua.

—No, es mejor que te quedes acá, ve, duerme, descansa —respondió secamente.

Y dio dos pasos, pero luego al arrepentirse detener sus pasos y devolverse. Demian no lo miraba le daba la espalda. Ángel se acercó tomándolo de la cintura y cuando se dio la vuelta, sorprendido por el repentino contacto, lo besó.

Demian abrió los ojos, no se esperaba ese beso. Más cuando desde su nefasta primera relación sexual resultará tan mal, porque desde ese día no había demasiado acercamientos de Ángel hacia él. El beso fue suave en un comienzo, para luego abrir la boca permitiendo a Ángel entrar a su boca, y saborear su caliente humedad. Aquel le sostuvo la nuca para profundizar aún más el contacto entre sus labios, sin siquiera dejarlo respirar.

Por eso cuando Ángel al fin lo liberó su respiración era agitada, con los ojos entrecerrados y el rostro enrojecido. Demian se limpió con la manga el resto de saliva que quedó sobre sus labios y lo miró sin entender el repentino cariño.

—Cuídate, no salgas —le dijo Ángel sin agregar más palabras.

Demian lo miró sin responder, su mente aun cavilaba entre aquel apasionado beso y el miedo inconsciente que sintió de que la situación se calentara. Aun no es capaz de entregarse totalmente después de lo que pasó la primera vez.

—¿Todo bien? —le preguntó Val a Ángel encontrándose a cierta distancia.

—Estoy preocupado por Demian —le dijo seriamente arrugando el ceño.

—Si quieres puedes quedarte con él, yo puedo encargarme de esto solo —le respondió el cazador sonriendo seguro.

Ángel movió la cabeza a ambos lados. Para luego endurecer su mirada.

—No, debo acabar rápido con todos esos demonios infames que pululan en el bosque —porque de esta forma puede evitar que sigan influenciando a Demian. Mientras más lejos se mantengan de él mejor. 

Val se quedó en silencio, hubiera querido decirle que haga lo que haga por alejarlo del resto de los demonios Demian no dejará de ser quien es.




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