La maldición de tus ojos

23. ¿Amor o venganza?

El sonido de la puerta lo despertó. Demian se levantó de la cama y dio unos pasos, por lo menos físicamente se siente ya mucho mejor luego del agua de hierbas de Val.

Se asomó curioso viendo a Ángel buscando impaciente algo en los cajones.

—Hola —murmuró y aquel se detuvo girándose a su dirección.

—Lo siento, te desperté —dijo Ángel preocupado solo mirándolo por unos segundos antes de seguir con lo suyo—. ¿Cómo te sientes?

—¿Dónde has estado? —le preguntó Demian sin responderle.

Ángel de inmediato desvió la mirada como si no quisiera responder esa pregunta. Se enderezó masajeando sus sienes con gesto cansado.

—Siento que estoy a punto de atrapar a ese maldito demonio, ayer sentí su energía fluctuar por los alrededores, pero ese cobarde no se atreve a poner sus pies más cerca para caer en las trampas, pero un granjero que pasó por el lugar me acaba de decir que vio neblina sobre el mar, ese es una de las técnicas de ese monstruo. No he sentido sus pasos porque se ha estado moviendo sobre el rio, pero tengo una idea, voy a instalar redes y las empaparé de mi aura sagrada, si llega a rozarlas recibiré esas vibraciones y listo ¡Demonio atrapado!

Solo al decir esto último lo miró sonriendo, pues mientras antes hablaba no dejaba de buscar la cuerda que necesita para armar la dichosa red. Demian hizo una mueca sin que Ángel la notara ya que otra vez le da la espalda. En su interior no quisiera que atrapara a Betzu. Quisiera que todo esto acabara, no quiere ver morir a alguien más como paso con Caslu.

Bajó la mirada, aun dolido por esos recuerdos para luego mirar de reojo a Ángel cuyo gesto amargado es tan doloroso como las puñaladas que recibió con su espada.

—Deberías cenar... podríamos ha...

—Creo que Val te dejó comida preparada, puedes calentarla y comer ya que veo que estas mejor, ese salvaje no dijo a qué hora volvería —lo interrumpió con seriedad.

El ambiente se siente pesado alrededor de los dos. Los ojos del discípulo buscan la mirada esquiva del maestro sin lograrlo.

—¿No te quedaras a dormir? —le preguntó Demian arrugando el ceño preocupado, lo ve actuando demasiado inquieto, y eso significa que no ha descansado nada. Además, su aspecto luce desaliñado, incluso pequeños vellos están apareciendo en su barbilla.

¿Cuántos días han pasado desde que Betzu vino a darle de comer hierbas? Si no se equivoca han sido cinco días. O sea, lleva cinco días sin comer adecuadamente ni dormir.

—No, no tengo tiempo, no puedo perder esta oportunidad —habló de inmediato.

—Es peligroso que te expongas así, sin dormir y comer no podrás enfrentarlo —agregó Demian.

Ángel dejó caer al piso los libros que en ese momento sostenía en sus manos. Y apretó los dientes con rencor.

—Podré hacerlo, aunque no lo creas ¡¿Dudas de mis capacidades?! ¡¿O hay otras intenciones ocultas en tus falsas preocupaciones?! —el tono golpeado como se lo preguntó lo sorprendió, al ver tan cerca su rostro, las ojeras y el cabello despeinado no pasan desapercibido.

¿Es tanta su obsesión por atrapar ese demonio? Entiende que lo hace por su familia, pero esa venganza lo está consumiendo más allá de los límites.

—No es lo que piensas —se excusó Demian desviando la mirada sin ánimos de iniciar una discusión.

—Entonces ¿Por qué insistes en que me quede? ¿Para qué? —volvió a preguntarle en el mismo tono— ¿O es que te preocupa que le haga algo a ese demonio ya que parecen ser tan amigos ahora?

Demian lo miró fijamente, pero ninguna palabra salió de su boca.

—Ah, es cierto, los demonios son tan libidinosos que de seguro sueñas con que ese demonio te coja como a una perra y te haga gritar y…

—¡Basta! —Demián alzo la voz acallando sus palabras.

Apretó los dientes apretando los puños de sus manos cuando sintió como Ángel tomaba las suyas con suavidad. Le sonrió con expresión culpable.

—Lo siento, estoy demasiado alterado, no quise gritarte de esa forma.

—Estoy bien —masculló Demian desviando la mirada, molesto—, no soy tan frágil para que algo así me ofenda.

Mintió. Luego agregó.

—Si quieres ir a pelear con ese demonio, iré contigo, pero a cambio te pediré algo —Sus ojos turquesa parecen brillar más que lo habitual, con una seguridad que hace mucho Ángel no veía en él, incluso hasta le pareció intimidante—. Solo serán un día más, luego de eso te irás conmigo devuelta a la ciudad, sea que logres o no tu venganza.

Ángel lo miró descolocado ¿Solo un día más? ¿Por qué quiere alejarlo de lo ha estado deseando toda su vida? ¿Cómo va a cerrar esta etapa de su vida sino puede matar a Betzu? Soltó las manos de Demian apretando los puños antes de darle la espalda.

—Estas pidiendo demasiado —replicó con dureza.

Demian suspiró.

—Contigo o no, yo... me iré en dos días —habló seguro de su decisión.

Ángel se quedó fijo en su mirada, Demian no parece dispuesto echar pies atrás. Eran sus ojos azules versus aquellos ojos turquesa. Una batalla silenciosa de ambos. Y al final Ángel terminó torciendo su decisión.

—Está bien, solo un día más y me iré contigo, aunque no haya atrapado a ese demonio me iré contigo.

La expresión de alivio y alegría que se dibujó en el más joven de los dos no pasó desapercibido para el mayor, no pudo evitar sentirse conmovido a pesar de la inquietud que lo comienza a rodear. Le levantó la barbilla con suavidad a Demian, quien lo miró sorprendido. Ángel lo besó con suavidad sin que su discípulo se lo esperara. Y aunque el besó no fue del todo inocente ya que se permitió recorrerlo a su gusto con su humedad caliente sin querer despegarla de Demian, al final se alejó levemente. Le tomó el rostro con ambas manos notando la expresión cohibida de Demian cuyos ojos siguen fijos en los suyos.

—Mejor voy a quedarme a cenar contigo ¿Qué quieres que te prepare? —le preguntó.




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