La maldición de tus ojos

32. No quiero esas condiciones

Desde ese día, la rutina de Demian era levantarse temprano, desayunar con Betzu, luego entrenar con su nueva espada hasta el mediodía donde el demonio plateado terminaba sus reuniones, comían algo y luego seguían con el entrenamiento juntos. Lo siguiente era el almuerzo y la tarde la terminaba leyendo los libros que se encontraban en la biblioteca, estudiando además para el rol que debía asumir más tarde. Pues le había solicitado a Betzu ser parte del control económico del reino para no sentirse inútil y así poder ejercer un trabajo similar al que tenía antes.

El demonio plateado aceptó, si eso lo hace feliz no tenía problemas. Además, parte de las labores de la reina eran ser una ayuda en la administración del reino. Poco a poco se fue dando cuenta que las actitudes de Demian eran más de las que esperaba y que era cierto lo que le había contado de ser uno de los mejores empresarios en su rubro anterior.

Pero los rumores de que el matrimonio entre el rey demonio y el semi demonio no se había aun consumado a falta de las relaciones íntimas entre los cónyuges, comenzaron a amedrentar al reino y a los altos ministros. El rey no dormía en el mismo lugar que la reina, y aunque parecían llevarse bien, lucían más como un par de amigos que como esposos.

La Dama Coral seguía insistiendo a su majestad que tomara algunas concubinas con las cuales pudiera desahogar su necesidad ante la actitud reacia de la reina de compartir cama. Y el demonio plateado le respondía de la misma forma, negándose a hacer eso. Pues él no quiere que estas presiones afecten la recuperación de Demian. En el cual aún las secuelas de la esencia de flor maligna siguen haciéndolo padecer fiebre con frecuencia, sin contar con que sigue atado en el amor por el cazador.

Betzu lo sabe al notar que cada vez que Demian guarda silencio no puede ocultar la melancolía de su rostro.

Pero aun cuando no quisiera que esos rumores estresaran a su joven esposo, fue imposible. No pudo evitarlo. Demian al final terminó escuchándolos por los pasillos cuando iba camino a la biblioteca y se escondió al escuchar su nombre.

—La reina se niega a tener relaciones con su majestad —habló una sirvienta.

—Temo que la presión hacia el rey es cada vez peor y las consecuencias nos afecte a todos —dijo la otra.

"¿Es que acaso es tan importante que tengamos relaciones sexuales?"

Claro, había pensado eso varias veces. Teme sufrir, sufrir como lo hizo cada vez que tuvo relaciones con Ángel. Ha escuchado que los demonios son más fogosos e incontrolables que el resto de las especies, así que si lo hiciera con Betzu no sabe cómo va a terminar de dañado su cuerpo, y eso, sinceramente lo aterra.

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—Le puedo decir algo, con todo respeto —le dijo una joven sirvienta que acababa de ayudarlo a vestirse.

La pequeña demonio, con expresión sincera se quedó callada esperando su permiso. Demian movió la cabeza, sin siquiera imaginar lo que podría decirle.

—Los rumores de su belleza no le hacen el honor suficiente. Al verlo uno puede darse cuenta del porque nuestro rey lo eligió como su conyugue. Sin embargo, majestad, hay rumores corriendo en los pasillos...

—Lo sé —la interrumpió lánguidamente antes de suspirar.

—Su belleza atrajo al rey, pero si no responde ¿Qué pasara con usted? —le preguntó con seriedad—. Lamentablemente, majestad, si no cumple con su rol es probable que...

No terminó sus palabras y guardó silencio, bajando la cabeza como si temiera ser castigada por su impertinencia al hablar.

—¿Qué pasara? —le preguntó Demian impaciente por su silencio.

—El rey lo abandoné y lo lancé al pozo, es el destino de las reinas que no cumplen con sus tareas maritales —le dijo la muchacha con sus ojos fijos en él.

El pozo se refiere a un lugar cerca de las montañas donde hay un negro abismo sin fin donde Betzu lanza a sus enemigos y estos mueren sin nunca tocar el fondo de ese lugar. Es una muerte horrorosa.

Si Demian tuviera la misma seguridad que tenía cuando vivía en la ciudad, o más experiencia en su rol como rey consorte hubiese recalcado a la atrevida muchacha a no opinar sobre algo así. Sin embargo, su seguridad no es la misma que antes, luego de sufrir la traición de una de las personas en quien más confiaba le es difícil creer en la sinceridad del amor que le profesa el demonio plateado, por lo que solo palideció al escuchar a la sirvienta.

¿Cuántas veces no escuchó un “te amo” de parte de Ángel? ¿Cuántas veces no le prometió aquel que vivirían juntos sin nada más que se interpusiera entre ellos? Incluso le había prometido que se olvidaría de su venganza por él.

Al final para que todo fuera una mentira, para que lo utilizara como una herramienta para atraer a su enemigo, y lo abandonara sin hacer ningún intento por obtener su perdón.

No hubiera vuelto a confiar en él, pero por lo menos hubiera podido ir con Arturo y pedirle su ayuda, tal vez su hermano hubiera podido hablar con su padre al despertar y siendo un Dios podría incluso ayudarlo a recuperar su forma humana. Hubiera podido volver a su vida de antes.

Por otro lado, no quiere cree que Betzu sería capaz de lanzarlo a un pozo, pero de que sí podría reemplazarlo. Eso podría ser un alivio de cierta forma de liberarse de un matrimonio que acepto sin todos sus sentidos funcionando. Aun así, no se siente feliz al ser otra vez abandonado de esa forma.

El demonio lo trata bien, más de lo que alguna vez alguien lo hizo antes. Pero le cuesta confiar, le cuesta entregarse. Y más aun porque su corazón sigue atado a ese maldito cazador sin sentimientos.

¿Debe entregarse por el maldito miedo de ser abandonado? ¿Cuan patético es ahora comparado a su pasado?

No se dio cuenta de la malicia de la pequeña demonio, de incrementar su incertidumbre por órdenes de su ama, la Dama Coral. Aquella sonrió disimuladamente al notar la tensión en el rostro de Demian.




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