Akuni | La maldición de tus ojos

50. Una decisión difícil

Demian se quedó en silencio, mantuvo su dolorosa mirada sobre su padre, lo que le pide es algo tan cruel que de solo pensarlo le duele el pecho. Abandonar a Betzu, que ha sido su única luz luego de caer en una oscuridad de la cual jamás hubiera podido salir sin ayuda, y abandonar también a sus hijos.

Hades no debe saber lo que es separarse de sus hijos, ya que, salvo Arturo, nunca ha mostrado interés ni cariño por sus otros hijos. Apretó los dientes. Pero sí sabe lo doloroso que es perder a la persona amada ¿Cómo entonces no se pone en su lugar?

¿O acaso es porque la persona que él ama es uno de sus enemigos? Tensó su rostro y bajó la mirada con amargura llevándose las manos a su vientre para luego cerrar los ojos e intentar buscar alguna otra alternativa. Sin embargo, no encuentra otra salida, si rechaza esta oferta sus hijos no podrán nacer. Pero si la acepta le romperá el corazón a Betzu y sus hijos se criaran sin saber de uno de sus padres.

Tragó saliva ¿Por qué lo obliga a tomar una decisión sabiendo ya su respuesta?

Lo haré —dijo finalmente endureciendo su mirada.

Hades lo contempló sin expresión, pero luego alzó ambas cejas, incrédulo, como si no creyera lo que acaba de escuchar.

Te ofrezco recuperar tu vida anterior, eliminar la maldición de tu sangre demoniaca, tener todo lo que tenías antes...

¿Y qué es lo que tenía antes? ¿Una vida de soledad? Sí, está Arturo, Ema y mi sobrino, pero no es lo mismo que tener a Betzu y a mis hijos —guardó silencio desviando la mirada al sentir su sangre hervir ante lo poco que su padre lo conoce—. Acepto tu trato, y también te pediré que no le hagas daño a Betzu, tus nietos no merecen vivir un infierno por no tener a sus padres a su lado.

Extendió su mano, dispuesto a firmar el trato que le ha ofrecido su padre a cambio de la bendición de sus bebés.

Demian —exclamó Hades con una voz más gruesa y cansada—, se que nunca fui un padre como debía para ti, y es seguro que no me creerá si te digo que me duele todo esto...

Si te doliera no me pondrías en está disyuntiva —le respondió con sequedad.

Desearía que nunca hubieras conocido a ese demonio de Betzu, ni que hubieras terminado en esa condición. Hubiera querido que aceptaras recuperar tu vida anterior, y que ese amor que sientes solo hubiera sido un simple capricho, pero me equivoqué.

Dicho esto se sentó en las escalinatas y sonrió.

Creo que ya estoy viejo y me he vuelto más blando —habló para sí.

Demian que sigue con la mano extendida lo miró sin entenderlo.

Eso no significa que acepte a ese demonio rebelde y problemático en la familia, pero mis nietos no tienen la culpa del padre que tienen —alzó su mano hacia su hijo tomando la suya—. Te bendigo, a ti y a tus hijos a cambio de... que seas feliz.

Y al decir una luz iluminó con tal fuerzas la sala que Demian tuvo que cerrar los ojos al no poderlos mantener abiertos. Al abrirlo notó que Arturo aun sin soltar su mano lo miré confundido.

¿Y... Hades? —preguntó Demian, sin entender nada.

Se fue —respondió Arturo mirando a su alrededor—. Volvió a su sueño eterno.

Luego colocó ambas manos sobre los hombros de su hermano menor preocupado. Sus ojos se detuvieron en la extrañada mirada de este. Demian solo alzó la misma mano que su padre había sostenido, aun sin creerlo.

Me dio su bendición a cambio... de mi felicidad —balbuceó. Por primera vez en su vida Hades lo había tratado como un hijo.

Entonces ¿La propuesta de abandonar todo para quedar atado al infierno fue solo una prueba para saber cuan seguro esta por lo que siente por Betzu? Sonrió animado, abrazando con fuerzas a su hermano.

¡Lo hemos logrado, lo hemos logrado! —gritó emocionado sin poder soltarlo.

Arturo suspiró aliviado y le acarició la nuca sin dejar de sonreír.

Por ello apenas salieron de la cámara, y ante de que el preocupado Betzu se acercara para verificar que Demian no tuviera heridas en su cuerpo este lo abrazó con fuerzas y ante su sorpresa lo besó.

El demonio plateado abrió los ojos, sorprendido, pero pronto lo alzó y siguió besándolo, por la alegría de su esposo es evidente que todo salió bien. Su valiente y pequeño Demian acababa de lograr lo imposible. Y aunque con Hades nunca ha sentido nada más que ganas de acabar con él, agradece por primera vez lo que ha hecho por su semi demonio y los hijos de ambos.

¿Demian? —y la voz que irrumpió la alegría de los presentes se congeló al escuchar la voz del hombre que pensó no volver a ver.

Ángel con expresión dolida contempla al semi demonio aun en los brazos del monarca de los demonios insurrectos. No solo lo vio besarlo, sino además se dio cuenta que esa mirada que antes le pertenecía a él, ahora le pertenecía a otro.

Betzu se colocó delante de Demian en modo protector y esto perturbó aun más el ánimo del hijo de Apolo. Ese debería ser su lugar, al lado de Demian, y no un peligroso demonio como ese. Pero más aún su estado de ánimo decayó al ver la expresión dolida de Demian que apoyó la cabeza en la espalda del demonio plateado con amargura.

Es evidente que verlo le trae dolorosos recuerdos. Si tan solo Demian le permitiera volver a su lado, usaría toda su vida para compensarlo por todo el daño, incluso olvidaría que es semi demonio, haría todo por hacerlo feliz.

¿Qué haces aquí? —la dura expresión de Arturo evidenció que no es bienvenido en el lugar.

Aunque es evidente que no ha dado aun la orden dentro de los sirvientes de la casa y por eso lo dejaron entrar, incluso llegando a la cámara de Hades.

Ángel se mordió los labios y guardó silencio, pensando sus palabras antes de decir algo.



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Editado: 19.09.2024

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