La maldición del deambulante

Capítulo 8: La pareja feliz

Con Ronan y Aarón muertos, el final de uno de los dos grupos se acercaba cada vez más, aunque aparte de Dylan y Javier nadie sabía lo que había ocurrido, pues solo escucharon los disparos sin saber quién disparó y a quien le habían disparado.

Javier y Dylan se encontraban juntos y seguían avanzando para encontrarse con la mujer en su habitación del último piso, aunque estaban preocupados por los demás, ya que seguían separados y cada quién estaba por su cuenta.

Helena se encontraba buscando por los alrededores de la mansión alguna forma de entrar, aunque no lograba encontrar nada que le resultara útil.

Poco después, Helena comenzó a escuchar el ladrido del segundo perro que provenía del bosque, así que ella se dirigió hacia allá lentamente para ver si lograba acabar con él.

--- No tengo miedo, tengo que ayudar de alguna forma a los demás. Dijo Helena así misma.

Mientras más se acercaba Helena al bosque, más fuerte se escuchaban los ladridos del segundo perro que seguía vivo.

Cada quien había traído algo para defenderse aparte de su arma, Ronan trajo la daga que Aarón le regaló hace mucho tiempo, mientras que Helena se sentía segura con un escudo que había robado de la mansión el día de la tragedia de sus compañeros, antes de irse al bosque con Martin.

Helena comenzó a sentir como si alguien la observara desde los árboles, pues los ladridos se habían dejado de escuchar, por lo que ella se detuvo y comenzó a observar a su alrededor.

De repente, el perro apareció saltando de uno de los árboles queriendo caer encima de Helena para matarla.

Helena recordó una de las palabras que le había dicho Martin antes de llegar a la mansión ese mismo día.

Si entramos y no estoy contigo por algún motivo, tienes que prometerme que estarás alerta por cualquier cosa, si sientes que alguien te está observando gira a tu alrededor y si no logras ver a nadie entonces defiéndete de arriba.

Helena agarró con fuerzas su escudo y lo alzó por encima de ella, protegiéndose la cabeza y logrando escuchar cómo algo caía sobre ella.

El perro, al ver que había fallado su ataque, se quedó observando Helena mientras se retiraba lentamente hacia los árboles para intentar atacarla de nuevo, aunque Helena comenzó a dispararle con su arma sin poder acertarle ningún tiro, pues ella no tenía practica.

Helena dejó de disparar, pues recordó que Ronan le dijo que solo tenían seis balas y ya había desperdiciado cinco, así que comenzó a asustarse creyendo que no podría salir con vida del lugar, pues solo le quedaba una bala y ella sabía que el perro la vigilaba y no la dejaría escapar con vida.

Helena vio cómo el perro bajó de uno de los árboles y se paró frente a ella mientras empezaba a moverse de un lado a otro queriendo que disparara su última bala.

--- Déjame tranquilo, no quiero morir. Dijo Helena mientras comenzó a correr.

El perro comenzó a perseguirla, corriendo en zigzag para evitar que Helena le acertara un tiro en caso que ella quisiera disparar.

El perro estaba cada vez más cerca de Helena, aunque ella recordó cómo Javier había matado al primero, por lo que quería intentar lo mismo, pero solo tenía una oportunidad para lograr que el saltara y estuviera en el aire para que quedara expuesto.

Helena encontró el momento adecuado y arrojó su escudo contra el perro y este lo utilizó para impulsarse y lanzarse sobre ella, quedando en el aire completamente desprotegido, entonces con su última bala, Helena se hecho al suelo y disparó, acertándole en el cerebro al segundo perro.

Helena observó cómo el perro se desvanecía en una niebla negra, mientras de su cuerpo aparecía una luz brillante que lo desintegraba, liberando así a la mujer de su segunda maldición, aunque eso no importaba mucho pues los sobrevivientes planeaban acabar con ella ese mismo día.

Helena se dirigió de nuevo a la mansión y notó que la puerta estaba abierta, así que decidió entrar y ver si sus compañeros estaban bien, pero al entrar vio que todo estaba como cuando se fue, la niebla seguía cubriendo todas las direcciones, impidiéndole pasar hacia alguna parte de la mansión.

Mientras Helena se enfrentaba con el segundo perro en otro lado dentro de la mansión.

Mientras que Helena se encontraba afuera, Martin seguía en el mismo lugar, esperando e intentado traspasar la niebla para ir corriendo a ayudar a Helena, pues él estaba preocupado por lo que a ella le pudiese suceder estando sola.

Al poco tiempo, Martin comenzó a escuchar un ruido que venía de la sala, así que se empezó a adentrar muy lentamente vigilando por todos lados para que nadie lo llegara a sorprender.

Mientras más se adentraba a la sala, más fuerte se escuchaba el ruido que venía del fondo de la sala, donde todo estaba cubierto por niebla.

Martin confiaba más en su fuerza que en su puntería, por lo que él había traído sus manoplas de plata que guardaba en su casa, así que con sus manoplas puestas se empezó a adentrar en la niebla, estando precavido de lo que pudiera salir de ahí.

--- Te vas a morir. Decía una voz que provenía de lo más profundo de la niebla.

Martin comenzaba a asustarse, pues sabía que se había encontrado con una de las marionetas de la mujer que le había dicho Noah.

--- ¿Quién eres?, ¿eres Aarón o el niño? Preguntó Martin.

--- Soy un niño, pero no creo que el mismo que tú piensas. Decía la voz de la niebla.

--- Me llamo Cody, y mamá dice que debemos de matar a los intrusos que invadan nuestra casa. Dijo.

--- Así que la mujer decidió convertirte en parte de su familia, lo siento por ti Cody. Dijo Martin.

--- No sé de qué hablas, ella siempre ha sido mi mamá, yo a ti no te conozco. Dijo Cody.

Cody agarró una espada que estaba colgada en el muro de la pared y se dirigió a atacar a Martin con intención de matarlo.



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En el texto hay: fantasmas, demonios, maldiciones.

Editado: 19.05.2022

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