La maldita historia de Rapunzel

Capítulo 4

 

Durante el vuelo Sky se dedicó a dormir, y Alex a observarla. Cualquiera pensaría que se había obsesionado con ella, pero la realidad era otra. No dejaba de darle vueltas a la posibilidad de haberla visto en algún lugar. O, por lo menos, a su madre. Ni siquiera se parecían. Sky tenía un aire familiar, pero tampoco sabía decir de dónde. Nunca la había visto antes, y por ese motivo estaba a punto de volverse loco. ¿De dónde demonios la conocía? 

Respiró hondo, dejando caer su cabeza sobre el respaldo del cómodo asiento del avión, intentando calmar sus pensamientos. En vez de buscar a la hija de su madre, su mente insistía en darle vueltas a la completa desconocía que descansaba sobre su hombro. Quizá se debía a que, después de tantos años, el cansancio de Alex pedía una tregua. Quería dejar de buscar algo que no iba a encontrar jamás. 

 

Cuando llegaron a Nueva York, ambos bajaron del avión con un humor de perros. Sky, porque no había descansado lo suficiente y le dolía gran parte del cuerpo, y Alex porque, por alguna estúpida razón, le irritaba saber que no iba a volver a verla. Caminaron en silencio por el aeropuerto, sumidos en una extraña sensación de incomodidad que los mantenía apartados y, cuando salieron, se detuvieron. 

Había llegado el momento de seguir con sus respectivos caminos. 

Alex estaba tenso. El poco tiempo que había compartido con Sky había sido mil veces más placentero que cualquier noche de sexo con otra mujer y eso lo exasperaba. Ella lo exasperaba. Era demasiado amable y su sonrisa siempre estaba dibujada en su rostro, aunque hubiera un brillo extraño en sus ojos. Era una maldita caja de sorpresas que él se moría por abrir, y no iba a poder hacerlo jamás. 

Sky lo miró con una sonrisa de agradecimiento, y él tuvo que contar hasta veinte para controlar sus impulsos. Fue imposible. Supo que iba a serlo en cuanto ella se pasó la lengua por los labios con la intención de humedecerlos.

-Alex, yo...

Alex ni siquiera lo pensó. Puso una mano dentrás de su cabeza y se inclinó a ella con firmeza, chocando sus labios con los suyos. Devoró su boca con un deseo avasallante, consumiendo cada uno de los pensamientos que tuvo que reprimir durante la convivencia. Ella, por supuesto, no tardó demasiado en aferrarse al cabello rubio de Alex y corresponder a ese beso con las mismas ganas.

En el momento exacto en el que Alex sintió un calor intenso apoderarse de su corazón, se apartó de ella. La miró con tanta fijeza que Sky tuvo que tragar saliva y recomponerse. Estaba demasiado aturdida como para decir algo, así que simplemente bajó la mirada.

-Adiós, Sky -murmuró, conteniendo la respiración.

Cuando ella se recompuso, él ya se había ido y lo único que le quedaba de aquella despedida era su sabor y su olor impregnado en su piel. Se obligó a caminar hacia la avenida, donde encontraría algún taxi que pudiera llevarla a casa. No podía sacarlo de su mente, y no comprendía por qué. No era más que un simple desconocido que se había tomado la molestia de acompañarla a Nueva York. O, mejor dicho, de aceptar su compañía durante el viaje. Sky debía borrarlo de su mente. 

 

Cuando llegó a su destino, bajó del taxi y caminó el jardín enorme que decoraba su mansión. No sabía cómo enfrentarse a su madre luego de su discusión, y lo único que tenía en mente era disculparse. Entendía las razones por las cuales le había ocultado la verdad, pero aquello no dejaba de dolerle. Saber que no era su hija, en realidad, le dolía. Ella deseaba llevar su sangre, porque era una mujer extraordinaria. 

Abrió la puerta de la gran mansión, y se encontró con Karol recostada en el sofá, con la mirada perdida y lágrimas ya secas cubriendo su rostro. Alzó la vista y, al encontrarse con su hija, lo primero que hizo fue respirar con alivio.

Lo segundo, incorporarse con furia y exclamar:

-¿Dónde diablos estabas? ¡Jason te ha buscado por todo Nueva York! 

Sky se sobresaltó ante el grito de su madre, ya que ella jamás levantaba la voz ni perdía el control. 

-Yo...

-¿Crees que es un juego, verdad? ¡podría haberte pasado cualquier cosa! -gritó, fuera de sí. 

La joven la miraba horrorizada. Era cierto que no debería haber desaparecido así, pero ya era mayor de edad y podía cuidarse sola. No comprendía, con exactitud, el terror de su madre. 

-Mamá, estás exagerando -le advirtió, extrañada. 

Karol la observó fijamente, cayendo en la cuenta de que había perdido el control. Intentó serenarse por el propio bien de Sky, que no tenía idea de la gravedad de la situación. Podrían haberla encontrado. Podrían haberlas separado. Podrían haberle arrebatado a su hija, y ella habría perdido la razón. Sky, por supuesto, no entendía aquello. 

-Tienes razón -admitió con más calma, fingiendo tranquilidad-. A veces olvido que ya no eres una niña -sonrió con tristeza-. Pero, debes comprender que, después de nuestra discusión...

-Sobre eso... -comenzó Sky, buscando las palabras-. Quiero disculparme. No debería haberte tratado así. Tú has hecho todo por mí, y yo no tengo ningún derecho a despreciar la vida increíble que me has dado. Discúlpame. 

Karol sonrió y las lágrimas inundaron sus ojos. Se acercó a su amada hija para abrazarla con fuerza. El miedo que había sentido había sido el más fuerte que había experimentado hasta entonces. 

-Ya hablaremos de lo que estuviste haciendo, Sky, pero ahora ve a asearte. Estás asquerosa -le ordenó Karol, mirándola con amor. 

La joven sonrió y se alejó de ella. 

En la soledad, Karol no pudo sino hacer otra cosa que atormentarse. Cerró los ojos con fuerza, sintiendo un remordimiento que no había sentido jamás. La culpa la atacaba con más frecuencia, obligándola a cuestionarse todo el mal que le había provocado a Sky, y que ella ignoraba. Sabía que, tarde o temprano, su hija se enteraría de la verdad. Sabía que ese momento estaba cerca, porque no dejaba de recibir alertas de parte de su equipo de seguridad, sobre un joven que buscaba con insistencia el paradero de Sky Wilson. Sabía, también, que ese joven era Alex, y que si no tendría más opción que deshacerse de él si continuaba con sus investigaciones. 



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En el texto hay: romance, drama, humor

Editado: 26.01.2022

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