Algunas horas después Megan despertó y se paró de golpe, provocando un gran mareo que sacudió sus ideas. Se quedó quieta unos segundos, tratando de aclarar su mente y volver a poner sus pensamientos en su lugar.
April fue la segunda en despertar, se sentó en el lugar y tentó el piso frío de madera que tenía un poco de astillas y polvo, miró alrededor y clavó sus ojos en Megan que estaba quieta sin mover ni un solo músculo.
—¿Qué haces?
—Me paré muy rápido y me mareé.
—Comprendo —se rascó la cabeza y se puso de pie— ¿Dónde estamos?
—Ni puta idea, parece una casa que está al borde del colapso —tomó una liga de su bolsillo y se hizo una coleta, algunos mechones de su ondulado cabello quedaron sueltos y su fleco cubría toda su frente.
—Sí, los pisos y paredes están inestables —pisó con fuerza un tablón de madera y se sacudió un poco.
Devon se despertó de golpe, bastante agitado.
—¡Está temblando!
—No idiota, simplemente golpeé el piso y se sacudió.
—Entonces este lugar está igual de inestable que mi salud mental —se puso de pie y miró alrededor.
—Deberíamos de andar con cuidado... —terminó de acomodarse el pelo y al levantar la mirada vio una araña pequeña justo frente a ella, dio un gran brinco para atrás, junto a un grito sumamente fuerte— ¡¡Una araña!!
—No jodas, Megan —Devon se acercó a la araña y la aplastó con dos dedos—. Asunto arreglado.
—Gracias, pude morir.
—Solo era una pequeña arañita inofensiva, no era ninguna cosa mutante o gigante.
—Pero me pudo causar una muerte segura —se cruzó de brazos y volteó la cabeza.
—Bueno, regresando a lo que decías, debemos de andar con cuidado.
—Exacto, April, tú eres la única que me escucha.
—No seas dramática, yo también te escucho —Devon tomó el brazo de Megan y acercó su rostro al de ella.
—Mentiroso —le sopló y él se alejó.
El trío de amigos comenzó a caminar y encontraron una puerta con un candado, parece que era la puerta que llevaba hacía aquel gran terreno baldío lleno de hierba seca y viento aullante. No lograban ver mucho, pero encontraron un pequeño agujero que dejaba ver el terreno, se dieron cuenta de que estaba aislada, no había nadie que pudiera ayudarlos, ni siquiera pasaban los carros.
April logró ver un cartel al fondo de la calle, pero no lograba leer lo que decía, así que Devon se acercó para ver aquel cartel.
—No es un cartel, April, porque de ser así estaría anunciando algún producto —Devon trató de ver en la oscuridad, ya que solo un pequeño faro de luz alumbraba aquella señal—. Es el nombre de la carretera.
—¿Cómo se llama? —subió sus lentes.
—Mmh, no lo distingo bien —trató de enfocar más su vista.
Notó que aquella señal era de un color verde y las letras blancas estaban un poco despintadas. El cartel tenía escrito el nombre: "Bienvenidos a la calle del marqués..."
—Dice que es la calle del marqués, pero la última parte está borrosa.
Megan bajó los brazos y miró a Devon.
—¿La calle del marqués?
—Así es, ¿La conoces?
—Recuerdo haber venido con mi madre y mi padrastro, pero no recuerdo bien el nombre completo de la calle —mordió su labio inferior y volvió a hablar—. Recuerdo que mi padrastro me dijo que esta carretera no se usaba nunca y que era muy peligroso andar por aquí sólo.
—El lugar perfecto para esconder cadáveres de adolescentes —sonrió Devon con maldad.
—No digas estupideces, Devon —subió sus lentes dos veces seguidas
—Asustas a April —Megan le dio un golpe en la nuca.
—Solo bromeo, pero regresando a la puerta...
April se acercó y tomó la perilla, girándola para los dos lados.
—Está cerrado, ¿Ahora qué? —April se subió los lentes, nuevamente.
—No hay que desesperarnos, hay que buscar otra salida.
—Por ahí —Devon señaló una puerta de madera justo al frente—. No sé a dónde lleva, pero es la única puerta que veo, además de la cerrada.
Los tres se acercaron y Devon empujó a Megan hacia el frente para que abriera la puerta.
—Miedoso.
Megan giró la manija de la puerta y la empujó hacia dentro.
Una tenue luz blanquecina iluminó sus rostros y lograron ver a muchos jóvenes dentro, algunos sentados, otros parados, otros cuantos acostados y algunos caminando en círculos. Todos ellos voltearon a verlos, pero después regresaron las miradas.
—Creo que no somos los únicos —sonrió April, sin ganas.
—Vamos a entrar.
Los tres entraron y se colocaron en un rincón un poco alejado de los demás, algunos jóvenes los miraron y otros susurraban entre ellos.
—Por lo que veo, son muy pocos los que tienen un círculo de amigos —susurró April.
—Sí, de seguro los secuestraron mientras estaban solos —añadió Devon, con una risa irónica.
—Entonces, ¿Por qué a nosotros nos secuestraron juntos? —April ladeó la cabeza con confusión.
—Ni idea, tal vez porque somos tan estúpidos que ni siendo tres podríamos defendernos —escupió Megan, cruzada de brazos y recargada en la pared.
—Puede...
Pasó una hora y habían llegado al menos 14 personas más. Pasó otra hora más y ya solo habían entrado dos; luego entraron 5 personas con máscaras victorianas, uno de ellos iba sosteniendo una gran pantalla.
—¿Qué sucede? —se paró para ver mejor.
—Llegó nuestra hora, nos van a vender por partes, moriremos en una casa de cuarta —chilló muy agudamente una chica rubia a su lado, tenía un ligero acento de España en su lenguaje.
Megan la miró de pies a cabeza con desprecio y volteó los ojos.
La televisión se encendió y dejó ver a una persona con una máscara oscura, por su voz se deducía que era un hombre de edad mediana, como de unos 40 o 50 años, más o menos.
—¿Se escucha? Creo que... —parecía que presionó algo de la pantalla— Ya está, me presento, soy el dueño de estos retos —dijo con un gran entusiasmo, a pesar de la máscara se podía ver cómo sonreía ampliamente.