La manzana prohibida

Capítulo 4 — El principio del fin

Intenté volver a la rutina.

A la lista de pendientes del casamiento, al vestido que debía ajustar, a las tarjetas que faltaban entregar. A las flores, al menú, a la canción del primer baile. A Noah.

Intenté con todas mis fuerzas.

Pero ya no era la misma.

Porque ahora sabía lo que se sentía estar viva otra vez. Sentir las mariposas que creía extintas. El vértigo de un “¿y si?”. El temblor de una piel que extraña otra antes de tocarla.

Y Milo… Milo se había convertido en un fantasma que habitaba cada rincón de mi mente.

La tarde del sábado, Noah me propuso ir a ver el salón donde haríamos la fiesta. Fue él quien lo eligió, después de que mis padres insistieran en que querían algo elegante, algo que “representara nuestra historia”. Lo que fuera que eso significara.

El lugar era hermoso. Un viejo edificio de techos altos, lámparas de araña, columnas de mármol y ventanales con vista al río. Perfecto. Intocable. Frío.

—Imaginá esto lleno de gente —dijo Noah, tomándome de la mano—. Tu vestido, mi traje, nuestros amigos, nuestras familias. Bailando. Sonriendo. Todo empezando.

Lo miré.

Era hermoso. Sincero. Estaba proyectando un futuro donde yo no sabía si quería estar.

—Sí —dije. Y la palabra me dejó un sabor amargo en la lengua.

Esa misma noche, mientras él dormía en la cama a mi lado, me levanté con cuidado. Me envolví en la bata blanca y fui hasta el balcón. Desde allí, la ciudad era un conjunto de luces difusas y autos diminutos.

Y ahí, en ese momento de silencio y viento tibio, lo hice.

Escribí a Milo.

“No sé qué me está pasando. Pero no dejo de pensar en vos.”

La respuesta llegó en minutos.

“Yo tampoco dejo de pensar en vos. Decime dónde estás. Voy.”

Mis dedos temblaban. Podía apagarlo todo ahí. Podía escribir “olvidalo” y seguir con mi vida. Podía hacer lo correcto.

Pero ya no sabía qué era lo correcto.

“Parque Riverview. Donde íbamos cuando Zoe se quedaba dormida en las pijamadas.”

Y entonces salí.

Con el corazón latiéndome como un tambor contra el pecho y las dudas haciendo fila en mi cabeza.

El parque estaba desierto.

La fuente central seguía funcionando, aunque con un chorro más débil que el de mis recuerdos. Las bancas estaban oxidadas, y los árboles tenían esa forma encorvada de lo viejo y sabio. Me senté en la que solíamos usar cuando éramos adolescentes. Y esperé.

No tardó.

Milo apareció entre sombras, caminando con paso decidido. Llevaba un suéter gris y jeans. El pelo revuelto por el viento. La mirada fija en mí.

—No podía esperar más —dijo sin saludarme.

—Yo tampoco —respondí, bajando la vista.

Se sentó a mi lado. No me tocó. Pero su presencia era suficiente.

—Noah no sabe que saliste, ¿verdad?

—Está dormido.

—¿Y vos?

—Yo no puedo dormir desde que volviste.

Silencio.

El tipo de silencio que duele. Que pesa. Que late.

—No te traje acá para que me beses —le dije, con la voz rasgada.

—Lo sé.

—Tampoco para que me convenzas de nada.

—No necesito hacerlo.

Lo miré.

Y ahí estaban otra vez, sus ojos. Esos ojos que nunca me juzgaban. Que nunca me pedían más de lo que podía dar, pero que lo deseaban todo de mí.

—¿Qué hacés acá, Milo? —le pregunté al fin—. ¿Por qué viniste ahora?

—Porque me cansé de correr. De fingir que no te amaba. De hacerme el fuerte. Vine porque no podía más. Porque no quiero que te cases con alguien que no soy yo.

Mi corazón colapsó. Cada parte de mí gritaba. Cada fibra de mi cuerpo temblaba.

—Yo tampoco quiero casarme si no sos vos —confesé. Y las palabras salieron solas, sin permiso, sin control.

Él se quedó quieto.

Y después me abrazó.

Me abrazó con todo el cuerpo. Con el alma. Con los años de distancia y todo lo que nunca fuimos. Y fue ahí, en sus brazos, que supe que no había vuelta atrás.

Ya no podía fingir. Ya no podía seguir viviendo una mentira.

A la mañana siguiente, miraría a Noah a los ojos.

Y le diría la verdad.

Aunque se rompiera todo.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.