La Marca

Capítulo 2

Camino apresurada, me quedé dormida y no escuché la alarma. Mis tacones retumban por los pasillos de la compañía, todo está desolado, entro al elevador y marco con rapidez el último piso.

-¡Espera!- Escucho a alguien decir y entonces presiono el botón para que las puertas del ascensor se abran nuevamente.

El chico rubio de ojos marrones me sonríe agradecido mientras se adentra al ascensor.

-Luces mejor esta mañana- comenta y yo asiento con una media sonrisa.

Bueno aparentemente no solamente yo me percaté de ello en la mañana, ya que si él lo decía, era porque mi aspecto había mejorado, cosa que agradecía bastante ya que odiaba verme como un zombi todos los días.

-¿Llegas tarde?- me pregunta al ver que no le digo nada.

-Sí, igual que tu- le respondo divertida y él sonríe.

-Somos un par de despistados.- suelta una gran carcajada y me es imposible no sonreír, es alguien muy amable.- ¿También te quedaste dormida?- me pregunta mientras marca su piso y el ascensor se cierra.

Asiento ruborizada.

-Y eso que aún no inicia tu jordana- suspira él, sonrió de lado y el hace lo mismo.-Soy Ethan- me extiende su mano y la estrecho.

-Evangelinne, pero puedes llamarme Eva- musito.

-A mi puedes llamarme.... muñeco- me giño un ojo y no pude evitar reír, este chico es muy divertido.

-No enserio llámame como gustes, excepto apodos feos.-asentí y entonces el ascensor se detuvo en el piso de Ethan.-Adiós Eva.- se despidió apresurado.

Por alguna extraña razón este chico me agradaba muchísimo, era como esa persona de quién quieres ser amigo, no por algún tipo de interés, sino porque sabes que es alguien que vale la pena conocer, definitivamente tendría que buscar la manera de llegar algún tipo de amistad con él, porque no quería perderme de sus ocurrencias.

Estando en esta oficina y al ver lo serias que son la mayoría de las personas acá, comprendí que quizá sería algo difícil hacer amistades, sabía perfectamente que yo venía a trabajar, pero tener uno que otro amigo no estaba de más.

-Adiós Muñeco- me despedí y el comenzó a reír mientras las puertas del ascensor se cerraban nuevamente.

Cuando el ascensor se detuvo yo me encontraba cuzando los dedos para que el señor Laughton no estuviera ya en su oficina, pero cuando las puertas del ascensor se abren lo veo sentado en mi silla.

Asustada retrocedo y el me observa serio.

-Llega tarde- observa su reloj- 15 minutos tarde.

No me explico por qué aún sigo trabajando en este lugar y este hombre no está gritandome como loco por semejante atraso, definitivamente soy la peor secretaría que este hombre pudo tener, pero lo que me sigue sorprendiendo es el hecho de que aunque me contrato, no me haya votado en las primeras horas

-Yo…lo… siento no volverá a ocurrir- tartamudeo nerviosa y el asiente.

-Le enviaré por correo sus tareas de hoy- se levanta de mi silla y camina totalmente erguido por la sala

¿Cómo alguien puede ser tan perfecto?- me pregunto mientras lo observo caminar hasta su oficina, se pierde tras la puerta y me siento en mi lugar arreglando un poco mi suéter.

Enciendo el ordenador y reviso en correo que me envió, tengo mucho por hacer.

Todo mi día pasa volando, no me alcanza el tiempo para realizar todas mis tareas, ni siquiera fui a almorzar para tratar de irme temprano. El señor Laughton casi no salió de su oficina, estuve tan entretenida con mi trabajo que no me percate de él momento en el que salió y luego volvió a entrar a su oficina hace algunas horas atrás, me acerco a su puerta y como no escucho ruidos supongo que él se marchó y seguramente no lo vi salir con lo sigiloso que es.

A las nueve y treinta termino todo y rendida suspiro en la silla.

-¡Por fin Termine!- grito alegre y entonces la puerta de su oficina se abre.

Cubro mi boca con mis manos y lo veo salir serio.

-¿Señorita Wilkins aún aquí?- pregunta serio.

»Acaso no se acuerda todo el trabajo que me envió«

-Si es que tenía mucho por hacer, no me gusta que se me acumule el trabajo- respondí seria, estaba agotada y quería irme a casa.

No quería tardarme con mis deberes, ya que él había sido demasiado gentil conmigo, por no haberme amonestado siquiera y yo tenía que agradecer el gesto, no podía ser una mal agradecida y ponerme a echar el carro todo el día.

-Creo que no era necesario señorita Wilkins, claramente decía en el motivo de mi correo lista de deberes semanal.

-¡No me jodas!-grite exasperada. -¿Es una broma cierto?- lo observe seria y él no me quito la vista de encima.

Tenía que ser una broma, no podía ser posible que yo hubiese dejado de comer todo el puto día, únicamente por mi acostumbraba manera de prestar poca atención a los textos importantes.

-En el correo lo decía.- se defendió ante mi mirada asesina.

Con rapidez reviso en mi computador el correo, efectivamente en el asunto estaba escrito no solo eso, además, estaba en mayúsculas y efectivamente él tenía razón.

Golpee mi frente con mi mano y me acomode agotada en la silla.-Soy una torpe.- me reprendo.

-Una eficiente- dijo él.-Y como recompensa por ello, la llevare a cenar ya que seguramente no ha probado bocado en todo el día.

-No es necesario yo...

-Insisto señorita Wilkins.- me interrumpe.- Acompáñeme.

Cierra la puerta de su oficina y comienzo a recoger mis cosas, se para frente al ascensor mientras me espera.

¿Esto era más una orden que una propuesta?

Bajamos en el ascensor en completo silencio, lo mismo fue en el recorrido hasta su auto y al restaurante y uno muy lujoso debo admitir.

Habla con alguien y nos guían a una mesa.

Me ayuda a sentarme, como siempre él tan caballeroso.

-Gracias- le dije cuando me acomodaba en la silla.

-¿Bienvenidos, en qué puedo ayudarles?- un mesonero se acercó, yo abrí la carta y esperé a que el señor Laughton hiciera su pedido.




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