La Marca de la Luna

Capítulo 69 – Después del rugido de la guerra

El silencio tras la batalla era casi insoportable. La tierra aún olía a hierro y humo, los árboles caídos eran testigos mudos del enfrentamiento, y los cuerpos de los enemigos que habían osado desafiar a la manada yacerían para siempre como advertencia.

Aiden, cubierto de heridas y sangre seca, no apartaba sus ojos de Selene. Ella había peleado con un fervor que asombraba a todos, como si la Luna misma hubiera guiado sus movimientos. Pero tras la victoria, Selene sintió cómo el peso de los recuerdos y las pérdidas regresaban con fuerza.

En la celebración de la manada, cuando las hogueras iluminaban la noche, ella permanecía en silencio, apoyada en el pecho de Aiden. Los demás aullaban, agradeciendo a la Luna, mientras Selene escuchaba los ecos de su pasado: sus padres, sus pesadillas, la marca de los lunares que habían condenado a su familia.

—Lo hiciste bien, mi amor —susurró Aiden, acariciándole el cabello—. La Luna está orgullosa de ti.

Selene alzó la mirada, y por primera vez se atrevió a preguntar lo que siempre había callado.

—¿Crees que… yo pueda tener un destino distinto al de mis padres?

Aiden tomó su rostro entre sus manos, firme, como si no existiera otra verdad en el mundo.

—No repetirás su historia, Selene. Tú y yo forjaremos la nuestra.

Esa noche, los dos compartieron un instante íntimo, entrelazados bajo las estrellas, donde más que pasión hubo confesiones. Selene le habló de sus miedos más profundos, de la soledad que la había perseguido desde niña, de la incertidumbre de no saber qué era realmente el amor hasta que lo conoció a él. Y Aiden, en silencio, juró con cada beso que nunca la dejaría caer en esa oscuridad de nuevo.




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