La Marca de la Serpiente

Misión Cumplida

Todo estaba completamente oscuro, no se veía absolutamente nada. Era esa oscuridad horripilante, de ese tipo en que no sabes si tus ojos están abiertos, cerrados... O estás muerto.

"Kushi" se escuchó una voz femenina "Kushi"

-¿Kara? -Leo apareció- ¿Dónde...? ¿Dónde estás?

"Kushi, ¿por qué no me salvaste?"

-Dime dónde estás Kara ¡Por favor!

"No me salvaste"

-Perdóname, lo intenté. Regresa Kara... Te lo ruego.

Leo estiró la mano intentando sujetar una figura que se alejaba más y más de él. La alcanzó, un brazo delgado y suave, abrió los ojos y se encontró cara a cara con un rostro desconocido y sonrojado. En su afán por atraer la figura de sus sueños, atrapó el brazo de Alex y la atrajo hasta casi besarla.

-¿Tú quién eres? -preguntó Leo.

Intentó incorporarse, pero la cabeza le daba vueltas obligándole a regresar a la cama. Poco a poco pudo enfocar su mirada, hasta darse cuenta que estaba en la enfermería.

-Mi cabeza ¿Quién me sedó?

-Tus amigos lo hicieron poco después que comenzaras a "descargarte" contra todas.

-Maldición, ¿herí a alguien?

-Manda y su grupo recibieron la peor parte. Los encerramos en uno de los salones hasta que amaneció, llamamos a los cazadores y se los llevaron.

-¿Y ustedes?

-Algo adoloridas por el golpe que nos dimos contra el suelo al perder el conocimiento, pero nada grave.

-Bien.

Leo por fin pudo sentarse al borde de la cama, mareado por el sedante, pero eso significaba que todavía funcionaba bien. Era una fortuna que Sam y Marco estuvieran esa noche, de lo contrario, no quería pensar como pudo haberse puesto la situación. Se miró el antebrazo, la serpiente seguía ahí, brillando, nunca se iría al parecer.

-Tengo que irme, ¿dónde están...?

-Vendrán en un momento. Y tú no te mueves de aquí hasta que Mili diga lo contrario. Nos debes una explicación sobre anoche.

Miró a Alex por un momento, callado. Era fácil pedir explicaciones, pero darlas no tanto. ¿Cómo explicar lo ocurrido? ¿Cómo justificar ese ataque contra ellas? La puerta se abrió y Marco entró a la enfermería. Ya no llevaba el saco o la corbata, se veía cansado, le hacían falta horas de sueño. Puso una silla al lado de la cama y se sentó, ahora ya no parecía cansado, sino preocupado.

-Alex, ¿podrías dejarnos solos un momento? -pidió Marco.

-Pero ustedes dijeron...

-Por favor. Son asuntos de Rozen Kreuz.

Alex miró por un momento a ambos chicos, se dirigió a la puerta y volvió a mirar a Leo. Este tenía el cabello cubriéndole el rostro, por lo que no pudo ver como un destello púrpura apareció por un segundo. Marco y Leo se quedaron en silencio, hasta que Leo levantó la cabeza, sus ojos seguían grises, se sujetó el largo cabello con el listón, solo unos mechones quedaron sobre su rostro.

-Ya se fue. Su reiki está lejos.

-Bien, no puede saber lo de anoche -Marco se hizo hacia adelante-. Casi pierdes el control. Otra vez.

-¿En serio? No me di cuenta, estaba seguro que la furia asesina era algo muy natural.

-No juegues Leo; sabes muy bien lo que pudo haber pasado si mi hermano y yo...

-¡YA LO SÉ! Se perfectamente, mejor que ustedes, lo que pudo ocurrir sin el sedante de Sonja. Pero ese maldito quiso llevarse su anillo... Y no me pude controlar.

Se quedó callado, no se dio cuenta que había sujetado la cabecera de la cama y con su pura fuerza física la estrujó con facilidad. La soltó y se levantó.

-Lo siento Leo, me dejé llevar. Sé que tú eres quién lo lleva peor.

-Olvídalo, no pasó a mayores. Reaccionaron a tiempo.

-Y ¿te pusiste así por el anillo?

-Sí. Sabes que era suyo.

Como por un reflejo, se llevó la mano al pecho y sintió el pequeño aro de plata. Alrededor de su cuello sintió la cadena, aunque esta vez parecía tener un tacto diferente, cálido y extrañamente tranquilizante, como si emanara de alguien.

Miró por la ventana, el sol ya iluminaba todo, aunque el ambiente seguía frío. Pudo escuchar las voces de varias jovencitas dirigiéndose a desayunar a juzgar por la hora, tal vez esas eran las que no presenciaron el acto de la noche pasada.

-Los cazadores, ¿se llevaron las lácrimas?

-Sí, las que tú confiscaste y las que Manda poseía. Estabas en lo cierto, tenía otras tres con éter.

-Supongo que investigarán cómo las obtuvieron -Marco asintió- vámonos entonces.

Ya se sentía mejor, el mareo terminó y su reiki volvía a estar bajo su control. Tomó la bolsa con la recompensa de Manda y sus hombres (trescientas setenta libras), su capa de viaje y se la echó a los hombros, preocupado por lo que Sonja le diría al llegar y verlo con las quemaduras en la ropa. Bajaron las escaleras hasta salir al patio, Sam ya los esperaba, platicando con varias alumnas, Mil y Leina entre ellas.



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En el texto hay: batallas, magia, criaturas fantasticas

Editado: 23.06.2018

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