5. Secretos magicos.

Su madre no se encontraba en casa, estaba tarde y no tenía nada de sueño. Perfecto.

Se acercó a la puerta y poniendo su mano en el candado de esta murmuro un Aparto, nada paso, el candado no dio el típico brinco y se abrió, solo se quedó inmóvil ante sus palabras. Con el ceño fruncido saco su varita de uno de sus bolcillos y volvió a susurrar las mismas palabras, esta vez el candado dio una sacudida, pero no se abrió, lo cual hizo que empezará a molestarse.

Decidió ya no intentarlo, estaba encerrada y si lo seguía intentando solo terminaría cansada.

Con pasos rápidos se dirigió a su habitación, abrió la puerta y vio como un bulto en su cama se movía, una cabeza se asomó y el pelo castaño de un niño se hizo presente.

- Nada, no pude abrirla. – Dijo y el chico salió de su escondite debajo de sus mantas, ambos dieron un suspiro y se dirigieron a la sala, donde se sentaron mirándose el uno al otro.

- ¿Ahora cómo me voy? Mi padre me matara. – Dijo mientras daba un pequeño temblor.

- No es para tanto Hen, podemos explicarle todo a mi mama. – Dijo la niña intentando sonar comprensiva, aunque también se sentía frustrada.

- ¿Cómo le explicamos que me metiste a la casa en la tarde, jugamos en lugar de hacer nuestras tareas, y cuando me disponía a irme me dejo encerrado por accidente cuando jugábamos a las escondidas? – Dijo apretando sus piernas y dando un pequeño gruñido.

- Puedes quedarte a dormir, no es la primera vez que lo haces. – Dijo con obviedad.

- ¿No estamos ya grandes para eso? En poco tiempo será mi cumpleaños. – Dijo aun enojado.

- ¡Pues entonces dime algo, chico genio! – Dijo levantándose del sofá enojada y caminando a su habitación.

- ¡No Anny! ¡No me importa dormir aquí! – Dijo yendo tras ella. – Es solo que…Siento que estamos grandes.

- Henry cumplirás 11, no 20, ¡Basta de tonterías y espérame mientras busco algo que te quede! – Dijo cerrándole la puerta en la cara, se giró para buscar algo en su armario mientras escuchaba a Henry dar golpecitos a la puerta y pidiendo perdón. Soltó una carcajada antes de tomar un abrigo y unos pantalones algo grandes, abrió la puerta y se los dio a Henry, indicándole que se fuera a cambiar al baño.

Después de eso ella también se puso su piyama, ambos se fueron a la Sala y sacaron algo de leche de la nevera para beberla mientras charlaban.

- Anny. – La llamo, ella dio un sonido indicando que lo escuchaba y el chico prosiguió. - ¿Volviste al bosque?

Escupió algo de su lecho por la sorpresa y miro con ojos abiertos a Henry, este estaba con un rostro entre serio y preocupado.

- Bueno…- Dijo mirando su taza, recordando la vez que visito a Ryo en su cumpleaños, una sonrisa se coló en su cara antes de responder. – Sí, he ido algunas veces.

- ¿Volviste a ver ese hombre? – Ella asintió, aun con su pequeña sonrisa. - ¿No pasó nada malo? – Volvió a asentir. Henry soltó un suspiro y se relajó notablemente. – No es que no confié en ti, pero él es un desconocido y…

- Lo se Henry. – Dijo dándole una sonrisa más grande. –Sé que me quieres mucho como para no preocuparte. – Dijo dando una sonora carcajada mientras Henry se sonrojaba.

- ¡S-Si te quiero tonta! ¡No te rías de eso! – Dijo apenado mientras inflaba sus mejillas.

De repente escucharon un golpe, que provenía de la habitación de Anny, ambos se miraron con miedo mientras se quedaban sentados, otros golpes se escucharon y ambos temerosos se levantaron mientras iban a averiguar que era, Henry se puso delante de Anny y esta se aferró a su brazo, dando pasos lentos y temblorosos Henry abrió la puerta. No vio nada, Anny levanto la mirada y vio como algo se movía debajo de su cama, suspiro aliviada mientras se soltaba del brazo de Henry. Cuando vio debajo de su cama observo como los zorros estaban peleando entre sí, al verla pararon y esperaron a que hablara.

Volteo a ver Henry con una sonrisa pícara, mientras este la miraba confundido.

- ¿Sabes guardar un secreto? – Este asintió y Anny volteo a ver a los zorros. – Pueden salir, quiero que conozcan a alguien. – soltó una risita y los zorros salieron de su escondite, se suspendieron en el aire unos minutos contemplando la cara de asombro que Henry tenia, luego se le pusieron encima mientras le daban vueltas, dejando alrededor de su cuerpo un pequeño camino de luz plateada azulada.

- ¿Qué son? – Pregunto mirando asombrado como los zorros flotaban por el aire y corrían libremente por la casa.

- Solo sé que están hechos de hielo. –Dijo Anny mirando también a los zorros con una sonrisa.

- ¿Qué otros secretos escondes? Primero el hombre del bosque y ahora zorros mágicos, ¿Qué sigue? ¿Tienes una varita? – Pregunto en tono burlón, pero al ver la cara de la chica su mirada cambio a la sorpresa. - ¡¿De verdad tienes una varita?! –

- Bueno… Ryo me la regalo por mi cumpleaños. – Dijo jugando con su cabello.

- ¿Cuándo te perdiste toda la noche y tu mama te jalo las orejas? – Asintió sonrojándose. – No sé si debería preocuparme por eso…-

- ¡No hice nada malo! – Dijo levantando el rostro sonrojado- Solo quería ir a verlo en mi cumpleaños…-

- ¿Es tan importante para ti? – Pregunto mirándola con cariño

- Es como… mi padre …- Dijo sintiendo de repente un deje de tristeza, Henry noto eso y la tomo de la mano, le dio un pequeño apretón haciendo que ella lo mirara, el soltó una pequeña risita al ver su cara sonrojada y le dio unas palmaditas en la cabeza.

Ambos giraron la cabeza y dieron un salto al escuchar un estruendo en otro cuarto de la casa, se soltaron de las manos y fueron a ver lo que pasaba, la puerta del cuarto de su madre estaba abierta.

- ¡Oh no! ¿Qué hicieron? – Dijo Anny en voz alta mientras corría en dirección al cuarto y entraba. - ¡Saben que pueden entrar a todos lados menos aquí! – Grito mientras veía el desastre que los zorros hicieron. Una caja estaba en el suelo, con un montón de papeles y lo que parecía ser documentos tirados a su alrededor.