La Marca Sagrada

CAPÍTULO 5.

HELIA.

—¿Lo conoces? — pregunta Hara desde el otro lado después de haber estado unos minutos en silencio, yo sigo inmóvil, sentada sobre el húmedo suelo y mirando hacia un punto inexacto en la oscuridad sin responderle hasta que nuevamente Hara vuelve a formular la misma pregunta, me  he dado cuenta de que es de esas personas insistentes, de las que siempre buscan respuesta a las preguntas que se formulan.

—¿A quién? — le pregunto, restando importancia a su cuestionamiento.

—Al hombre que acaban de llevarse— responde.

—¿Cómo sabes que se han llevado a un hombre? — dudo que desde donde Hara está pueda haberlo observado, nos separa una enorme pared, no es posible — ¿puedes verme?

—Puedo escuchar y sentir los pasos— dice como si fuera lo más lógico— es fácil si te empeñas en ello.

—No creo que yo pueda hacerlo— digo aunque la idea de poder escuchar y sentir lo que pasa en este lugar  me resulta de cierta manera interesante, si pudiera saber lo que sucede y lo que es este lugar podría al menos tener la esperanza de poder huir.

—Tal vez pueda — dice Hara para luego hacer silencio.

El silencio inunda el lugar, solo el eco de las paredes y algunos sollozos resuenen en el lugar y esto para mí se ha convertido en el silencio, pero, me niego acostumbrarme a ello, todavía hay muchas razones para luchar, este no puede ser el fin, una parte de mí, la Helia escondida, la que tiene miedo, sonríe, yo no me daré por vencida.

—Hara— digo tendiéndome por completo en el suelo y apoyando la palma de mi mano sobre la pared que nos separa a Hara y a mí —¿crees que es posible escapar?

La humedad de la pared inunda la palma de mi mano, sin embargo no puedo sentirme sola porque sé que detrás hay una persona que me escucha y que al igual que yo tiene miedo pero no puedo conformarme con que el miedo  sea lo que nos una, su respuesta me alivia.

—Saldremos de esta — dice con voz apagada, como si estuviera a punto de quedarse dormida —Sé que lo haremos.

Apoyo con más fuerza mi mano sobre la pared y sé que tal vez Hara hace lo mismo, ese contacto inexistente causa lo que podría ser una alucinación, hace mucho que no pasa, pero, como si la roca no nos separara puedo sentir la calidez de la mano de Hara sobre la mía y las imágenes llegan a mi mente en menos de un parpadeo.

Ni siquiera la conozco, nunca la he visto pero sé que es ella, tiene los ojos más azules que he visto en mi vida, sin embargo su mirada parece perdida como si algún acontecimiento le estuviera perturbando el pensamiento, misteriosamente su piel, brilla, el brillo aumenta a tal punto que llega a cubrir completamente el rostro de Hara hasta desaparecerla.

—Hara… — susurro intentando llamarla aunque sé que no habrá respuesta porque reconozco perfectamente que lo que veo es una visión, una que aunque la tía Izzy se haya empeñado en que es imposible ver el pasado de las personas, la que veo me está mostrando  el pasado de la chica detrás de la pared de mi celda.

 

Ese brillo que inundó el cuerpo de Hara se ha quedado esparcido en el aire pero no hay rastro de ella, solo esas diminutas partículas de polvo brillante son el indicativo de que ella ha estado aquí, intento tocarlas pero al hacerlo se escuecen entre mis dedos e inmediatamente todo se pone negro.

La oscuridad a veces da miedo, cuando se ha estado en ella por mucho tiempo es casi inevitable no revivir hechos que hacen que le temas aún más, pero, voy cayendo en una oscuridad que me hace sentir cómoda, relaja cada uno de mis entumecidos músculos y me hace cerrar los ojos, casi olvidando por completo que esto no es real, sino fuese porque el sonido del llanto de un niño se esparce por el lugar me hubiese quedado así por mucho tiempo, la oscuridad se esparce y mis pies tocan lo que parece ser césped mojado.

Estoy de pie ante una casa en una noche de lluvia, no creo haber estado nunca en un lugar como este, las calles son distintas a como las conozco y el aire que se respira es mucho más pesado, logro identificar que el llanto del niño viene de la casa que tengo al frente, dudo si acercarme o no y entonces aquel brillo vuelve aparecer y se cuela dentro de la casa y justo cuando le intento seguir todo desaparece y las oscuridad nuevamente nubla mi vista.

El llanto del niño ha desaparecido, en su lugar los sollozos de alguien retumba cuan si fueran eco por todos lados, truenos y palabras que no logro descifrar, olor a humo y luego, en medio de la oscuridad el mismo brillo de antes que parece indicarme el camino, lo sigo, en medio de la oscuridad el brillo es mi guía, siento bajo mis pies terrenos que cambian según voy avanzando, lodo, tierra seca, césped mojado, caminos que hacen que duelan mis pies sin embargo no me detengo porque el brillo que me guía me invita a seguirlo, en un tramo del camino empieza a hacer mucho calor y la oscuridad parece haber aumentado, mi hombro empieza a arder y me detengo nuevamente, voces que dicen cosas que no puedo entender y ardor que no deja de crecer, el brillo se empieza a alejar y sé que no debo dejarlo ir.

Apresuro mis pasos soportando el calor y el ardor en mi piel, a medida que me acerco el brillo parece enlentecerse y entonces también más despacio, la oscuridad se aclara un poco y observo que cruzó por una entrada rocosa, el olor a azufre llega a mi nariz y los sonidos de sollozos que se han vuelto tan comunes hacen que mi miedo crezca.




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