La más perfecta imperfección

El pasado tocó timbre

Esa mañana, salir de casa con Renata fue como estar en una versión animada de mi vida.

Ella hablaba sin parar, como si cada esquina fuera una excusa para contarme algo nuevo: de su tía, de su gato que ronca, de una vez que soñó que le ganaba a Messi en un torneo de ajedrez. Yo solo la escuchaba, sonriendo como quien lleva un arco iris colgando de la mochila.

—¿Estás nerviosa por tu primer día en mi colegio? —le pregunté mientras doblábamos la esquina.

—¿Nerviosa yo? Por favor. Ya estuve practicando mi entrada triunfal.

—¿Entrada triunfal?

—Sí. Tipo cámara lenta, viento de fondo, alguien que se cae detrás mío. Vos sabés, lo clásico.

—Este lugar no necesita viento. Con el caos que hay, te alcanza con llegar sin tropezarte con una medialuna.

Nos reímos justo cuando el edificio del colegio apareció al fondo de la cuadra. Pero a medida que nos acercábamos, notamos algo raro.

Gente.

Ruido.

Mucho ruido.

Y no el ruido habitual del primer timbre o de alumnos corriendo por llegar tarde. No. Era un ruido distinto. Tenso. Cortante.

—¿Eso es un grito? —preguntó Renata, parando en seco.

—¿Y eso fue una pelota volando?

Cruzamos rápido y apenas pusimos un pie en la vereda del colegio... lo vimos.

Justo frente al portón, se había armado una escena digna de reality escolar.

De un lado, el equipo de básquet, con sus buzos verdes, altos, intensos, con cara de "hoy no me hables".

Del otro, el equipo de vóley, con sus buzos azul oscuro, todas de pie, firmes como estatuas con carácter.

Y en el medio, una discusión que claramente venía subiendo de temperatura.

—¡Si no se hubieran metido en la cancha, no habría pasado nada! —gritó uno de los chicos del equipo de básquet, de cejas fruncidas y botines que parecían de combate.

—¡Ustedes vinieron a provocar como siempre! ¡No respetan los turnos de entrenamiento! —respondió una de las chicas del vóley, la misma que recordaba de la clase de Educación Física, con mirada filosa y trenza apretada.

Renata y yo nos quedamos al costado, congeladas.

—¿Esto es normal acá? —susurró ella.

—No. Bueno... un poco. Pero no así. Esto ya parece modo batalla final.

Los gritos iban y venían como pelotazos.

—¡Siempre se creen superiores porque juegan en equipo de varones!

—¡Y ustedes actúan como si el gimnasio fuera una pasarela!

—¡Al menos sabemos jugar sin romper cosas!

—¡Al menos no necesitamos gritar para sentirnos importantes!

—Uy... —murmuré—. Esto va mal.

Renata no decía nada. Solo miraba, fascinada.

Y ahí fue cuando la vi.

Emma.

Parada detrás del grupo, entre las chicas de vóley, con su buzo azul, las manos cruzadas a la espalda y la mirada clavada en los jugadores de básquet como si pudiera medir la intensidad de sus palabras solo con los ojos.

No decía nada.

Pero estaba presente.

Y eso ya era decir mucho.

—¿Esa es Emma? —preguntó Renata en voz baja, notando cómo se me había endurecido la cara al verla.

—Sí. Y... sí.

La discusión seguía subiendo. La preceptora no estaba. Tampoco ningún profesor. Solo una veintena de alumnos haciendo de público en silencio.

Y entonces... alguien dio un paso al frente.

No Emma.

Otra chica del equipo de vóley.

La misma que se había peleado con Lili el otro día.

—¡Si quieren jugar su partido ridículo, háganlo después de nosotras! ¡El vóley está anotado en el cronograma hace una semana!

—¡Y eso lo decís vos porque ahora se creen estrellas por su "capitana silenciosa"! —soltó otro chico.

Y ahí. Justo ahí.

Emma levantó la cabeza.

Y por un segundo, todos —TODOS— se callaron.

Como si un eclipse hubiera tapado el sol.

Sus labios se movieron.

Pero no llegué a escuchar qué dijo.

Solo vi su mirada.

Y algo en esa mirada hizo que los del equipo de básquet bajaran la voz.

No se fueron. Pero retrocedieron un paso.

Y entonces, el timbre sonó.

Como un accidente perfectamente cronometrado.

El grupo empezó a dispersarse. La tensión quedó flotando como humo invisible.

Renata me agarró del brazo, sonriendo como si acabáramos de ver un capítulo clave de su serie favorita.

—¿Esto pasa todos los días?



#5847 en Novela romántica

En el texto hay: amorjuvenil, secretos, voley

Editado: 11.07.2025

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