La mascota del Maestro [seho]

Capítulo Uno

El fin del mundo tal y como lo conocíamos no fue como todos esperaban. No hubo guerras, ni conflictos, ni grandes batallas. En su lugar, todo comenzó con un simple virus. Antes de que alguien supiera lo que pasó, millones se infectaron y murieron.

El mundo nunca había visto una enfermedad como esta. La mayoría murió a las pocas horas de contraer la enfermedad, pero no todos. Algunos se convirtieron en monstruos solo vistos en las películas de Hollywood. Parecía que su único propósito en la vida era crear muerte y caos.

Algunos se convirtieron en portadores de la enfermedad, e infectaban a otros con su sangre. Se veían normales, se comportaban normalmente, pero eran letales. Y otros parecían ser inmunes a la enfermedad, no se infectaban, pero eso no era lo que importaba. Para todos aquellos que sobrevivieron, la vida les había cambiado para siempre.

Caos y destrucción reinaba en la tierra hasta que casi no quedó nada. Las ciudades fueron destruidas, todas las culturas con un gobierno trataron de erradicar el virus, pero fue en vano.

Las sociedades ordenadas de principios del siglo veintiuno no existían más. Aquellos que sobrevivieron se congregaron en pequeños grupos que llenaron todo el mundo y trataron de sobrevivir lo mejor que podían. Pero todo había cambiado…

Un ruido sordo fuera de su habitación, despertó a Suho de su sueño. Preocupado se sentó, colgando sus piernas a un lado de la pequeña cama. Pasó una mano por su cara, Suho trató de recordar qué día era, pero nada vino a su mente.

Él ni siquiera estaba seguro de si era de día o de noche. No había ventanas en el pequeño cuarto que habitaba. Solo una puerta, un pequeño catre, una caja que Suho utilizaba como mesa de noche, una lámpara, una caja de cartón donde guardaba toda la ropa que tenía, y un lavabo con espejo. No era mucho, pero era suyo.

Suho se puso de pie y caminó hasta el pequeño lavabo en la esquina. Abrió el agua fría y la tomó en sus manos, echándola a lo largo de su cara. Cerró el agua, se miró en el espejo sobre el lavabo.

Levantó la mano, y Suho tocó suavemente el color purpura alrededor de su ojo izquierdo. Bueno, al menos la inflamación había bajado un poco. Su labio inferior era otro asunto. Estaba roto e hinchado, con sangre seca en la esquina.

Él los había visto peores, pero eso no significara que el dolor fuera menor. Estaba cansado de recibir palizas. Por supuesto, también estaba acostumbrado a ellas. Tal vez ese era su problema. Se estaba acostumbrando a ser golpeado por todos lados por su padrastro y sus amigos.

Si eso no decía lo triste que era su vida, Suho no sabía que lo hacía. Una persona nunca debía acostumbrarse a ser golpeada. Suho no sabía que otra opción tenía. Él no tenía a donde ir, ni dinero para llegar allí. Tao se había llevado todo su dinero ayer por la noche, justo antes de que él y sus amigos lo golpearan hasta sacarle la mierda.

Él estaba atrapado viviendo en el infierno con Tao. Él vivía en lo que fue una vez un armario de almacenaje, en el taller de reparaciones de autos de Tao. Trabajaba desde el momento en que el sol salía, hasta que se ocultaba, reparando automóviles y en la estación de gasolina en frente.

Suho no tenía intención de estar aquí para siempre. Él correría a la primera oportunidad. Él incluso había ahorrado sus propinas hasta ayer por la noche. Tenía que, debido a que Tao no le pagaba absolutamente nada por el trabajo que realizaba. Oh, Tao siempre le daba la cantidad necesaria de comida y artículos personales, solo para mantener vivo a Suho, pero solo eso.

Negando con la cabeza por la triste condición en la que estaba, Suho metió la mano en la caja de cartón y sacó una camisa limpia que tenía que usar y se la puso. Se abrochó los pantalones y se puso sus zapatos.

Al llegar a la manija de la puerta de su pequeña habitación fue cuando escuchó otro ruido sordo fuera de ésta. Giró la manija lentamente, Suho abrió la puerta y asomó la cabeza. Realmente esperaba que Tao y sus amigos no estuvieran ahí también. Para él no era necesario correr hacia ellos de nuevo, al menos no hasta que sanara de la pequeña fiesta que le habían dado.

Mirando hacia afuera, Suho no podía ver nada. El garaje estaba inusualmente oscuro. ¿Tal vez era de noche? Suho estaba un poco confuso por eso. Si era de noche, Tao debió haberlo dejado dormir y Tao nunca lo dejaba dormir.

Suho miró alrededor de la puerta, pero él aún no podía ver nada. Un pequeño destello de luz venía de la oficina de Tao, lo que significaba que Tao todavía estaba alrededor. Simplemente perfecto. Suho esperaba poder evitarlo, pero sabía que probablemente no podría.

Cerrando la puerta detrás de él, Suho se dirigió hacia la puerta del fondo. Para llegar hasta ella, tendría que pasar por la oficina de Tao, pero si realmente fuera cuidadoso, él podría ser capaz de hacerlo sin que Tao lo escuchara.

Cuando Suho avanzó caminando más allá de la ventana de cristal ahumado de la oficina de Tao, por el rabillo del ojo fue que vio las sombras moverse. Suho se congeló, tratando de equilibrar el aire que corría rápidamente dentro y fuera de su pecho.

Fue cuando Suho escuchó las voces procedentes de la oficina de Tao que se dio cuenta que la gente que estaba en la oficina de éste no eran amigos de Tao. No reconocía las voces, pero sabía que estaban enojados.



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En el texto hay: mascotas, bdsm

Editado: 28.05.2023

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