La mascota del Maestro [seho]

Capítulo Siete

Sehun cerró la puerta de la habitación y salió al balcón. Si no se alejaba de Suho no sabía lo que iba a hacer. El hombre lo estaba volviendo loco.

Las últimas dos semanas habían sido un infierno para Sehun. Suho parecía hacer cada maldita cosa que pudiera conducir a Sehun fuera de su mente. Y estaba funcionando. Sehun se estaba volviéndose loco.

Nada de lo que hacía parecía hacer feliz a Suho. Sehun había intentado todo lo que podía pensar. Había llevado a Suho en su motocicleta a dar paseos. Había organizado cenas especiales para ellos. Había tratado de involucrar a Suho en el funcionamiento de la ciudad.

Nada funcionaba. Era como si Suho estuviera en una continua depresión. Oh, él sonreía cuando se daba cuenta que Sehun lo veía. Él sonreía tanto que Sehun tenía miedo de que la cara de Suho pudiera congelarse así. Simplemente no era una verdadera sonrisa.

Suho contestaba inmediatamente lo que Sehun le preguntara, cuando se lo preguntaba. Nunca protestaba ante nada de lo que Sehun quería hacer. Por mucho que protestó cuando se conocieron, Sehun estaba muy seguro de que si le pidiera a Suho que se quitara la ropa en una habitación llena de gente, él lo haría.

Suho hacía todo lo que Sehun le pedía. Y él no pedía nada a cambio. No protestaba por nada. Nunca le decía a Sehun no. Se había comido un plato de arroz que Sehun le había dado sin protestar. Sehun había estado seguro de que al menos conseguiría una reacción. Pero no.

Sehun se quedó sin saber qué hacer. Quería de nuevo a Suho, con sus argumentos, con sus protestas, con sus preguntas. Mientras Sehun quería ser agradable con Suho, el actual Suho en cambio se comportaba como si no tuviera mente o pensamientos propios. No era más que un envase.

Sehun estaba profundamente temeroso de haber creado al nuevo Suho y no estaba seguro de qué hacer para cambiarlo. Suho quería algo que Sehun no estaba seguro que pudiera darle.

No es que no se preocupara por Suho porque lo hacía, mucho, de hecho. El hombrecito se había metido a su manera en los afectos de Sehun, y Sehun ni siquiera fue consciente de ello hasta que ya había sucedido. Sehun simplemente no sabía cómo demostrarle a Suho que le importaba.

Sehun se pasó una mano por el pelo y trató de regular su rápida respiración. Tenía que volver a la habitación y hablar con Suho, conseguir que lo que hubiera entre ellos se arreglara para que pudiera tener a su Suho de nuevo. Antes de hacerlo, Sehun necesitaba controlar sus emociones. Él no quería decir algo equivocado y llevar a Suho aún más lejos de lo que el hombre ya estaba.

Sehun se volvió al oír que la puerta se abría, para encontrar a Suho allí. Él lo miró por un momento, una vez más sorprendido por lo bello que era el hombre. Sehun no estaba seguro de que alguna vez se acostumbraría a la manera en que Suho se veía. Suho le quitaba el aliento a Sehun cada vez que lo veía.

—¿Necesitas algo, Suho? —Sehun finalmente preguntó, para romper el silencio en la habitación. Suho negó con la cabeza, pero Sehun podría haber previsto eso. Suho nunca parecía necesitar nada más de él nunca más. Sehun se empezó a pregunta si Suho alguna vez lo hizo.

—¿Te sientes bien?

Suho sonrió y asintió. Eso enfureció a Sehun. Odiaba esa sonrisita estúpida. No era real. Suho no quería decir eso.

—Deja de sonreír, ¡maldita sea!

Suho parecía confundido, las cejas se reunieron en un ceño.

—¿Tú no quieres que sonría?

Sehun rodó sus ojos. Contó hasta diez antes de responder.

—Si, quiero que sonrías, pero quiero que sea una sonrisa real. No esa mierda que has fabricado que me has estado dando durante las últimas dos semanas. No significa nada. Así que, ¿por qué lo haces?

Suho parecía nervioso. —Yo no...

Sehun cruzó la habitación hacia Suho, apretando los puños en los costados. —No me digas esa mierda, Suho. Tú sabes exactamente de lo que te estoy hablando. —Él le gritó. Él se detuvo justo delante de Suho, con los puños enterrados en sus caderas al tiempo que miraba hacia el hombre más pequeño.

—Nadie puede estar tan feliz como has tratado de fingir que lo estas, pequeño. Juro que tu cara se va a congelar así. Nunca haces nada, pero sonríes, sonríes, sonríes.

—¿Tú no quieres que sea feliz? —Suho preguntó.

—¡Cielos! —Sehun gritó. —Si, quiero que seas feliz, pero esto no es ser feliz, Suho. Esto es estar triste. He tratado de hacer cada maldita cosa que se me ocurre para hacerte feliz, pero nada parece funcionar.

Un pensamiento repentino vino a Sehun, un pensamiento que trajo un gran dolor al pecho de Sehun. —¿Estarías feliz si te dejo ir, Suho? —Sehun preguntó rápidamente.

—¿Tu ya no me quieres más? —La voz de Suho era baja, casi un susurro. Su rostro se había quedado sin color y parecía que estaba a punto de desmayarse.

Sehun se acercó y tomó un lado de la cara de Suho, y acarició suavemente la mejilla de Suho, con el pulgar. —Yo siempre voy a quererte, Suho, pero yo también quiero que seas feliz. Si ser libre es lo que te hará ser feliz, voy a dejar que te vayas. Solo tienes que decir la palabra.

Sehun miró como los dedos de Suho se movieron sobre el tatuaje en su cuello. Él trató de no dejar ver lo que la respuesta de Suho significaba para él. No quería que Suho fuera influenciado de alguna manera. Pero Suho tenía el poder para romperlo en mil pedazos o hacerlo él hombre más feliz sobre la tierra.



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En el texto hay: mascotas, bdsm

Editado: 28.05.2023

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