La mascota del Rey Alfa

2. ¿Acaso escapaste de un manicomio, papi?

Ante las palabras de mi padre, retiré la urna con las cenizas de mi madre. Después de eso, él nos llevó a mi nana y a mí a un restaurante lujoso, donde pidió un lugar apartado y discreto. Cómo el restaurante estaba justo al frente del lugar en donde cremaron a mi madre, todo marchó muy bien.

Y aunque al principio mi nana se mostró cautelosa con las acciones del duque, sin embargo, en cuanto se dio cuenta del auto que conducía, que era uno de último modelo, el reloj y los guardaespaldas que lo custodian, las dudas de mi nana se disiparon. Además de que el sujeto en cuestión, aparte del audio, nos mostró una prueba de ADN que me había hecho en secreto, junto con un par de fotos de mi madre. Era mi padre, eso no se podía refutar.

En mi caso, estaba demasiado sorprendida por los eventos que ni siquiera me importaba en este momento si la revelación de que era mi padre era alguna clase de estafa. Mi cabeza estaba llena de inquietudes y muchas preguntas. Sin embargo, mi corazón me decía que no preguntara nada, que las respuestas que iba a obtener no serían de mi agrado. Decidí hacerle caso a mi corazón. Ya sea la razón por la que mi padre me abandonó así como el porqué mi madre me llamaba monstruo y nunca me quiso, esos pensamientos quedaron guardados en un rincón.

No iba a escarbar en el pasado y lastimarme con cosas que ya habían pasado.

Mientras reflexionaba sobre esto, contemplé con emociones encontradas al duque Storm, mi padre. Observé su rostro y pude ver sus rasgos reflejados en el mío, aunque debo admitir que salí heredé la apariencia de mi madre: soy rubia de ojos verdes. Quizás esa fuera la razón por la que mi padre me miraba con nostalgia. Puedo deducir que él sí llegó a amar a mi madre.

Transcurrieron algunos minutos sin que alguno de nosotros, ya sea mi nana, mi padre o yo, parecíamos dispuestos a querer iniciar esta incómoda conversación. Las habilidades sociales no parecían ser nuestro fuerte. Me aclaré la garganta para llamar la atención de estos ineptos sociales, y decidí ser la que rompiera el hielo.

— Bueno, papi, ¿qué quieres decirme? No podemos vernos la cara toda la tarde. Asumo que tienes cosas más importantes que hacer que perder el tiempo conmigo.

— Mia, sé amable — me reprendió mi nana.

Le saqué la lengua a modo de juego mientras esperaba la respuesta del imponente hombre frente a mí. En realidad, el aura que emana me hace sentir incómoda. Había una sensación extraña, como si le debiera obediencia y eso no me gustaba.

— Ya te lo dije, vine a llevarte conmigo. Samanta me pidió que cuide de ti.

— ¿Por qué ahora y no antes? — le preguntó mi nana.

Mientras esperaba su respuesta me puse a reflexionar sobre los pros y contras de aceptar su oferta. En realidad, no quería ir con él, prefería quedarme con mi nana. Pero mi nana también tenía su propia familia. Su hija la llamaba todos los días para pedirle que se mudará con ella, que dejara de trabajar y cosas por el estilo. Sin embargo, mi nana rechazaba su oferta porque estaba preocupada por mí. Para ella, yo no era nada más que una niña lamentable sin padres que me amaran. Realmente, no quería separarme de mi nana. Pero ella estaba más que contenta de que tenga un padre y este pareciera alguien decente a primera vista. Lo que debía hacer, estaba más que claro. Además no era como si fuera a extrañar algo de mi vida en esta ciudad. Mi último novio me dejó después de recibir una beca de natación. Mis amigos… aunque era divertido pasar con ellos y quizás los podía extrañar para pasar el rato, pero no eran lo suficiente cercanos como para quedarme. Y a mi gato, por supuesto, lo llevaría conmigo.

— Porque éramos de mundos diferentes — contestó con simpleza mi padre — Samantha no encajaba en mi mundo y no le gustaba mi mundo, lo odiaba. Así que decidí dejarla ir. Pero siempre estuve pendiente de ustedes.

— Lo entiendo, usted tiene obligaciones como alguien noble. Asumo que Samantha se sintió presionada, ella solo es una plebeya, debió haber muchos en contra de su amor.

Mi nana lo miró anonadada, creo que en su mente se estaba creando alguna historia trágica sobre mi padre y mi madre. Ella tendía a tener una imaginación desbordante. ¡Oh! Pero, de nuevo, ¿cómo mi madre pudo ser tan tonta para renunciar a alguien de la nobleza? Bueno, es de mi madre de quién hablamos, de ella lo creía capaz.

— ¿Realmente vienes a llevarme contigo? — le pregunté — Si me llevas no se aceptan devoluciones, te lo advierto, papi. Soy un poco tonta, no esperes buenas notas, me gustan las fiestas y los chicos por mon…

— Mia, ¿qué le estás diciendo a tu padre? Esas cosas no son comportamientos de una señorita.

— Solo le estoy advirtiendo como soy. Ya que él es alguien tan grande y poderoso. No quiero reclamos. O que luego me ande recriminando.

— No creo que eso sea un problema mientras no ofendas a nadie. En el lugar al que vamos hay reglas que no se pueden romper.

— Claro, la realeza es algo — secundó mi nana como si ella hubiera pertenecido a la realeza alguna vez — Mia debes portarte bien y hacerle caso a tu padre.

Nana recién lo conoces y ya confías por completo en él. Eso me rompe el corazón, me hace pensar que no veas la hora para deshacerte de mí.

— Si soy un ángel, nana.

— Un ángel con cola de demonio — comentó mi nana — Pero, señor duque, estoy muy feliz que haya aparecido. Estaba preocupada por el futuro de Mia. Ella acaba de perder a su madre, su único familiar. Y aunque ya es casi una adulta, sigue siendo una niña revoltosa.

— ¡Nana!

— Es la verdad, mi niña. Ya estoy vieja y enferma. No te lo quise decir antes, Mia. Pero hace un mes me detectaron un tumor en el seno, mi hija me llamó para que me fuera a tratar en el extranjero. Iba a presentarle mi renuncia a Samantha esta semana. Pero ella terminó partiendo primero. No quería irme sin dejarte en buenas manos, pero ahora puedo irme con el corazón ligero. No estás sola Mia.




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