La mascota del Rey Alfa

8. ¿Por qué me odias tanto?

Al notar todo el caos dentro de la sala de enfermería, pude darme cuenta de que no era nada bueno hacer las cosas con la cabeza caliente sin pensar en las consecuencias. Por lo que ahora estaba en este lío. Al final, ni Emily ni yo teníamos la culpa de los errores de nuestros padres. Y aunque sus palabras se sintieron como un puñal en mi corazón, no soy alguien que se autocompadece, por lo que terminé echándole la culpa de mi estado lloroso al golpe en la cabeza que recibí.

Pronto esas emociones negativas que me invadieron se dispersaron solo dejando un regusto amargo detrás.

— Lo siento — le dije a Emily.

Ella resopló ante mi disculpa.

— Tus disculpas son inútiles. No es como si fueras a hacer algo para remediar esta situación. — refutó, luego como si hubiese llegado a un acuerdo consigo mismo se acercó a mí y sujetó mi brazo con fuerza, sus ojos tenían una expresión agria como si no le gustará tener que tocarme.

— ¿Qué pasa? ¿Qué piensas hacer? — le pregunté con curiosidad ante su cambio de actitud.

Pensé que yo era la única que actuaba de manera irrazonable, pero por lo visto está peculiaridad venía de familia.

— Vamos a arreglar este enredo.

Emily dijo un poco más calmada. Luego como si se diera cuenta de que no éramos las únicas personas dentro de la habitación, su rostro se sonrojó con vergüenza.

— Nunca imaginé verte en tal estado. ¡Qué divertido! — murmuró Bastian con una sonrisa maliciosa en su rostro.

Emily se sonrojó aún con más fuerza. Ella parecía que quería cavar un hueco y esconder su cabeza como alguna especie de avestruz. Mientras su rostro se ponía más rojo, sus ojos se fijaron en mí de nuevo de manera acusadora como si yo fuese la culpable de todo lo que le pasaba.

— Lo siento, su Alteza Bastian, Señorita Leila por el escándalo que hice — se disculpó haciendo que la mire asombrada, ya que en el tiempo que la llevo conociendo solo la he visto actuar como una berrinchuda.

— ¡Oh, no te preocupes! Fue divertido escuchar tus problemas familiares, Emily. Se siente como alguna especie de novela de la tarde.

Leila dijo de manera sonriente. Ella parecía el tipo de persona que le gustaba ver arder el mundo, de esas que encendían un fósforo y ocasionaban un incendio. Su actitud despreocupada se sintió un poco refrescante, ella era diferente a cualquier otra persona que alguna vez haya conocido.

— No le hagas caso a mi impertinente prometida — se disculpó Bastian — Nosotros somos los que nos sentimos avergonzados de escuchar sus asuntos familiares. Leila vámonos, ellas tienen que hablar.

Aunque eso fue lo que dijo Bastian pude darme cuenta de que no estaba para nada avergonzado. La sonrisa irónica que colgaba en sus labios me lo reveló. Estaba más que claro que se estaba divirtiendo con la situación. De hecho, si fuera él, también lo encontraría divertido, ya que la situación en sí era similar a lo que pasaba en algún programa de televisión, completamente absurda. Incluso me llegué a preguntar si estaba dentro de algún programa de cámara escondida. Mi vida era un verdadero drama.

— No me llames prometida, no lo soy. Nunca me casaré con un bastardo doble cara como tú. Tampoco me digas que hacer — despotricó Leila. Parecía que su relación con Bastian no era tan agradable pensaba. Me divertí un poco al escucharla maldecirlo. Por lo que no pude evitar mirarla con admiración.

— No te comportes como una vieja chismosa. Y no es que me quiera casar contigo que pareces un marimacho. Si no fuera por la promesa de nuestras familias me casaría con alguien como esta rubiecita.

Espera, ¿por qué me traes a colación? Incluso si no estuvieras comprometido, no creo que quiera casarme contigo. Ya seas un príncipe o no. Además, aún soy joven. ¡No quiero casarme tan joven y menos con alguien que recién conozco!

— ¡Eres una basura! — le dijo Leila, después, sus ojos llameantes me observaron como si viera algo desagradable, sentí un ligero escalofrío recorrer mi columna vertebral —. Me voy. Esto es ridículo.

Tuve un mal presentimiento, en cuanto escuché sus palabras. Parecía que mis días dentro de esta academia no iban a ser llevaderos. Después de la salida de Leila, Bastian la siguió, sus labios sonreían de manera maliciosa mientras se despedía. Fue entonces que entendí que su comentario acerca de casarse con alguien como yo fue dicho de manera consciente. Pero porque me estaba apuntado, ¿cómo lo había ofendido?, ¿qué le hice?

Emily sacudió la cabeza mientras me daba una mirada llena de lástima, lo que me confundió. Luego me arrastró fuera de la cama. Quise zafarme de su agarre, pero sus manos sujetaban mi brazo como tenazas. Además de que su fuerza era sobrehumana. No había forma de alejarme de ella.

— ¿A dónde vamos? — le pregunté — Estás planeando asesinarme, ¿cierto?

— Es mejor que te calles. Tu voz me molesta.

— Me siento como si estuviera en alguna historia de CEO dominante. Sé amable conmigo, Emily. Prometo darte mi cuerpo si es lo que quieres.

Emily me dio una mirada extraña como si no entendiera el circuito de mis pensamientos. Bueno, a veces yo tampoco me entendía. Por lo que sonreí como si no hubiese dicho nada.

Pronto llegamos a la salida de la academia. Pude ver a Carl entre la multitud que estaba yendo a casa. Emily detuvo sus pasos haciendo que la observé con curiosidad, ¿qué estaba planeando? No tuve que esperar demasiado para descubrir lo que ella quería hacer.

— ¡Escúchenme! — dijo parándose encima del capó de un auto. Su mirada era firme, su cabello revoloteaba con el viento. Parecía una especie de heroína que estaba luchando por la justicia. No pasó mucho tiempo para que la multitud dispersa se agrupe a su alrededor.

— ¿Qué pasa?

— ¿Por qué está haciendo esto?

— ¿Quién sabe?

— Parece que tiene un anuncio importante que decir.

— ¡Cool!

Escuché los murmullos a mi alrededor mientras pensaba lo que Emily estaba tratando de hacer. Tal parece que mi identidad ya no sería un secreto. Sin embargo, no me sentí feliz con este resultado.




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