La mascota del Rey Alfa

15. El duque parece apreciarla

— La luna está tan redonda hoy, parece un gran trozo de queso — dije con admiración.

Por primera vez en mucho tiempo me sentía emocionada acerca del mañana. Quizás la razón de mi buen humor tenía mucho que ver con este día, en el que a pesar de todo, me habían pasado cosas muy buenas. Después de todo, el resultado de la operación de mi nana fue un éxito. Mi compañero de asiento ya no me trataba como si fuese un insecto. Es más, podía ver que a su manera me estaba dejando entrar en su mundo, incluso me trajo a casa, aunque tenía una boca dura, pero esa era su personalidad. Tal parece que detrás de su actitud indiferente tenía un corazón cálido. Lo que era bueno porque sentarte al lado de alguien que te odiaba no era un sentimiento agradable. Y no nos olvidemos del lindo de Ciel y la indiscreta de Esther que ahora eran mis amigos.

Y si este día no hubiese sido mejor, durante la cena no hubo ningún drama familiar. Emily no mostró su habitual expresión de desagrado, parecía más bien distraída mientras me observaba como si estuviera buscando algo en mi rostro.

— Quizás se dio cuenta de lo linda que soy. Vamos, soy bonita, divertida, tierna y leal. ¿Quién no quiere a alguien como yo en su vida? Aunque mi único defecto es mi boca indiscreta, pero eso es solo un pequeño detalle sin importancia.

Sonreí de manera animada, pensando que quizás en algún tiempo dejaré de sentirme como una intrusa en este lugar. Tal vez en algún futuro podré decir con orgullo que este era mi hogar y mi familia. Con este pensamiento me fui a dormir, sin saber que muy pronto estas vanas ilusiones iban a ser destruidas sin dejar un atisbo detrás.

A la mañana siguiente mientras bebía mi taza de chocolate, Giovanna me informó sobre el cumpleaños de mi padre.

— El próximo fin de semana será la fiesta de cumpleaños del duque, por lo que la mansión estará un poco animada. Este sábado llegará una modista para que elija un vestido. Además, no debe preocuparse por darle un regalo. Solo debe sentirse cómoda ese día. También el duque me pidió que le diera esto.

Giovanna me entregó una tarjeta negra, era una tarjeta de crédito.

— Dijo que compre lo que desee y la utilice a su antojo. Y que lo disculpe por no entregarle esto en persona, ya que tuvo que salir de urgencias debido a unos asuntos reales.

¿Acaso no tenía miedo que con esto pueda escaparme? Es más, ¿debería hacerlo? Sin embargo, en cuanto escuché las siguientes palabras de Giovanna mis esperanzas desaparecieron.

— Está tarjeta solo puede ser utilizada dentro de nuestro reino, en otros lugares no es válida.

— Sabía que era demasiado bueno para ser verdad — me quejé.

— El duque parece apreciarla — dijo Giovanna sonriente.

— ¿Lo crees? — pregunté un poco escéptica.

— Sí, siempre está pendiente de lo que hace.

— Tal vez tiene miedo que lo meta problemas — le dije con indiferencia.

— No creo que sea así. A mis ojos él se preocupa mucho por usted tanto como se preocupa por la señorita Emily y el joven Carl. Esto es un secreto, pero hace unos días mandó a pedir una lista de libros.

— ¿Qué libros? — pregunté con curiosidad.

— En la lista de libros había algunos títulos divertidos como: 10 maneras de acercarme a mi hija, Como tratar con adolescentes rebeldes, Manual para padres primerizos.

Solté una carcajada ante las palabras de Giovanna.

— Pero, no pensaste que busco estos libros para mejorar su relación con Emily.

— No. Estoy segura porque cuando le entregué los libros solicitados. El duque dejó caer este comentario: “Veamos cómo podemos agradarle a «Mia»” Y ese es su nombre mi señorita.

¡Ay, Dios! Me sentí un poco avergonzada ante la mirada de Giovanna, por lo que tomé rápidamente mi taza de chocolate, luego me levanté.

— Creo que ya se me hizo tarde.

— Pero, señorita si aún es temprano. Ni siquiera la señorita Emily ha bajado.

— Esperaré dentro del auto — dije con agitación.

Luego salí corriendo bajo la risa mal disimulada de Giovanna.

No podía negar que las palabras de Giovanna sembraron algo de expectativas en mí. Realmente no quería esperar nada de mi padre, pero las personas por naturaleza éramos codiciosas e inconformes. Yo no quería ser así, sabía lo duro que eran las decepciones, los aplastantes y agobiantes que se volvían. Por qué antes de darme cuenta de que mi madre no me iba a amar jamás, hice muchas cosas esperando que ella me mirara, que me diera un abrazo o tan solo una sonrisa.

Pensé que ella no me quería porque no era inteligente así que me esforcé mucho para sacar buenas notas. Cuando me convertí en la primera del salón, creí que ella me iba a felicitar por mis esfuerzos, pero no lo hizo.

Luego pensé que la razón por la que no me amaba se debía a que no era tan linda y dulce como las otras niñas, así que traté de comportarme de manera tierna, participe en muchos eventos de la escuela esperando que ella se sienta orgullosa, pero a ella ni siquiera le importaba

Poco a poco me di cuenta de que no importaba lo que hiciera, ella no me iba a amar. Sin embargo, las heridas de las decepciones quedaron incrustadas en mi alma.

Sin embargo, incluso si sabía que podía ser herida, quería creer las palabras de Giovanna. Yo también quería tener una familia, un papá que me quisiera, hermanos con los que compartir y bromear. Aunque era un deseo egoísta, también quería ser amada.

— Buenos días, señorita — me saludó Jack.

— Buenos días — le devolví el saludo.

Jack abrió la puerta del auto. Le agradecí mientras entraba y esperaba a la llegada de Carl y Emily, saqué un libro para entretenerme. Al mirar por la ventana me di cuenta de que no había tenido la oportunidad de salir a conocer este reino. Ya que solo he estado yendo de la casa a la academia. Por lo que pensé que quizás sería buena idea salir este fin de semana, tal vez invitaría a Esther. Tenía mucha curiosidad por conocer las diferentes costumbres de aquí. Después de todo, ahora era una mujer loba o lo que sea que eso significa.




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