La mascota del Rey Alfa

20. No te odio

Mia

Hoy era el cumpleaños de mi padre, el duque. Desde que amaneció la mansión había estado animada. Quise ir a desearle un feliz cumpleaños, pero Giovanna me supo decir que salió temprano en la madrugada a reunirse con el Rey. Parece que la situación en la frontera era algo seria.

— Señorita, qué le sucede desde ayer ha estado triste. Ni siquiera quiso comer. Vamos, sonría, hoy es un día feliz.

— No estoy triste — repliqué contrariada — Ayer, bueno ayer no fue un buen día. Pero, no estoy triste.

Sonreí de la manera más brillante para demostrarle que no estaba triste.

— Está bien, está bien. Mejor miré como se ve, parece una princesa sacada de un cuento de hadas. De seguro más de un chico la invita a bailar — dijo cuando terminó de aplicar la sombra en mis ojos.

Fruncí los labios ante las palabras de Giovanna, luego seguí sus instrucciones y me miré al espejo. Lo primero que captó mi atención fue el vestido verde con corte de princesa, nunca imaginé que mi cintura podía verse tan delgada y fina. Después me fijé en el collar que adornaba mi cuello, esto también era algo nuevo para mí, ya que nunca había usado un collar de esmeraldas la riqueza de mi padre era algo de envidiar. Luego, me fijé en mi rostro.

— Tan bonita — susurré tocando mi imagen en el espejo. No sabía lo que hizo Giovanna, pero mis ojos parecían más verdes como si dentro de ellos estuviera atrapada la luz de las luciérnagas.

Asther tendrá que tragarse sus palabras en cuanto me vea. Ya no podrá decir que soy fea.

— Si se ve tan hermosa, mi señorita.

— Todo es gracias a ti, Giovanna — le dije sonriente.

— El duque se sentirá feliz en cuanto la vea. Por cierto, ¿preparó un regalo?

Bajé la mirada ante la pregunta de Giovanna. Sentí una ligera puñalada en mi corazón. Después de todo, lo que pasó entre Emily y yo aún estaba fresco en mi memoria y aunque estaba tratando de superarlo, ciertamente, me tomaría algún tiempo.

— Tenía uno preparado, pero se arruinó. Así que solo lo felicitaré.

— Lo siento por mi indiscreción.

Giovanna mostró una expresión llena de disculpa, sacudí la mano como si no me importará demasiado el asunto.

— No te disculpes, fue por mi descuido. Además de que no era un buen regalo.

Giovanna mostró una mirada preocupada como si algo le molestará.

— Pero, la señorita Emily preparó una presentación de piano. Lamento si estoy siendo algo entrometida, pero habrá muchas personas invitadas y es inevitable que las comparen a ambas. Sé que el duque dijo que no era necesario que preparara algo…

No dejé que Giovanna continúe hablando.

— Gracias por tu preocupación. Sin embargo, ya sea que le dé un obsequio o que no lo haga de igual manera seré criticada, recuerda que soy una hija ilegítima. Es mejor, no llamar la atención para no crear malos entendidos.

Cómo el que Emily tuvo conmigo. Ayer, después de todo ese desastre, tuve mucho tiempo para reflexionar sobre mi situación. Y llegué a la conclusión de que cualesquiera que sean mis acciones serían tomadas como si fuera obra de una villana. Así que era mejor no hacer nada.

— La entiendo. Disculpe si fui presuntuosa.

— No te preocupes, sé que solo te preocupas por mí. Aunque no entiendo la razón por la que lo haces.

Giovanna sonrió ante mi pregunta, luego empezó a colocar algunos broches en mi cabello.

— Es porque me recuerda a mi hermanita. Ella también tenía un cabello rubio como el suyo y era tan animada como usted.

La forma en la que hablaba de su hermana me hizo darme cuenta de que Giovanna la apreciaba mucho.

— Me gustaría conocerla. Debe ser tan bonita como yo.

Giovanna sonrió con tristeza mientras colocaba el último broche sobre mi cabello.

— Ella murió hace mucho tiempo. Nació con una enfermedad congénita.

— Lo siento mucho. — me disculpé.

— No se disculpe. Hace mucho que fue, ya lo supere. Mejor sonría, en pocos minutos el banquete va a iniciar.

Asentí. Luego sonreí mientras pensaba en la comida deliciosa que se iba a servir. También me pregunté si Ciel vendría está noche o Esther. No deseaba estar relegada en una esquina. Bueno en todo caso si eso sucediera, me iría del banquete, luego de comer.

Después de divagar por algún tiempo mientras navegaba en internet con mi celular, una empleada tocó la puerta de mi habitación para avisarme que el banquete estaba por comenzar y que el duque, mi padre, había solicitado mi presencia para recibir a los invitados.

Con sentimientos conflictivos dejé mi celular de lado y seguí a la empleada. Mientras caminaba por los pasillos de la mansión me encontré con Carl el cual dio un asentimiento a modo de saludo. Hice lo mismo mientras continuaba mi camino. Carl se veía muy guapo hoy. Sus ojos oscuros combinan con el color de su traje, dándole un aspecto misterioso. Él se parecía demasiado al duque, casi como si fueran dos gotas de agua. Aún se me hacía algo difícil de creer que Carl y Emily eran mellizos. Así como Asther y Bastián lo eran, ya que sus apariencias no eran similares. Lo que era tan extraño.

Bueno, por algo eran mellizos y no gemelos.

Mientras pensaba en lo divertido que hubiera sido mi vida si tuviera una gemela, Carl dijo algo que me dejó confundida.

— Lo siento — susurró en cuanto llegamos al salón.

Quise preguntarle la razón por la que se estaba disculpando.

¿Acaso hizo algo malo a mis espaldas? Dios, si es así, de nuevo te digo que no le gane a miles de espermatozoides para venir a este mundo a ser acosada. Eso era tan injusto. Ya de por sí a veces, solo a veces cuando estaba menstruando me sentía miserable, no quería incrementar mi miseria.

Pero luego cuando escuché sus últimas palabras, me sentí un poco triste.

— Emily es un poco inmadura. No es una mala persona. Solo dale tiempo. Ha estado nerviosa con todo lo que está pasando en la frontera.

No dije nada durante un momento, solo pensé en lo ridícula que era esta situación. Lo que sea.




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