Mientras contemplaba la luna en el cielo, no pude evitar recriminar mi cobardía de esta tarde, cuando besé a Asther. Después de todo, tras el beso, lo miré por un instante antes de huir precipitadamente.
— Eso fue tan tonto de mi parte, Serafín. Quizás él piense que lo odio. ¡Soy una tonta!
Mi gato ante mis palabras maulló como si estuviera de acuerdo conmigo, lo que me causó gracia.
— Debo gustarle, ¿verdad? Él no se ve como alguien casual que besa a cualquiera. Además, el momento fue tan bonito. ¡Ah!
Tras decir aquello caminé hasta mi cama y me tumbé, al cerrar los ojos pude rememorar aquel beso, el sonido de mi respiración agitada, los suaves y cálidos labios de Asther sobre los míos. Mientras pensaba en esto me sentí acalorada.
— Debí hacer algo más, no huir. Me odio.
Con esto en mente me fui a dormir, es solo que mis sueños estuvieron invadidos de unos ojos más azules que el cielo de la mañana.
***
A la mañana siguiente me sentí tan ligera y feliz como si pudiera volar con un solo pensamiento. Quería que las horas pasaran rápido para poder ver a Asther de nuevo.
— ¿Por qué tu rostro está tan rojo? ¿Acaso tienes fiebre? — me preguntó Carl en el auto.
Ante las palabras de este hermano mío no pude evitar sentirme avergonzada.
— Si estás enferma deberías ir a casa, ¿y si es contagioso? — mencionó Emily con una mirada extraña en su rostro, se veía como si estuviera preocupada, pero al mismo tiempo como si se estuviera burlando de mi condición.
Desde nuestra discusión en el auto, ella ha cambiado su comportamiento de manera inesperada. Dejó de ser hostil, ya no decía cosas hirientes ni hacía muecas en mi presencia. Ahora se muestra tranquila y serena, lo que me hace sentir extraña.
¿Será que…?
Antes de que el pensamiento echará raíces en mi mente, lo deseché. No quería hacerme ilusiones nuevamente, lo mejor era no esperar nada de nadie, así no te sentirás herido cuando no se cumplan tus expectativas.
Pronto llegamos a la academia real, respire de forma profunda mientras me bajaba del auto, mi corazón empezó a latir de manera errática, mis manos se sintieron sudorosas y de nuevo una ola de calor se agolpó en mi rostro.
¿Y si para Asther no significó nada aquel beso? ¿Y si me dice que solo fue un error?
Ante este pensamiento sentí como una daga apuñalaba mi corazón.
— ¿Estás segura de que estás bien? Tu semblante se nota extraño — inquirió Carl — Si no te sientes bien deberías regresar a casa, no te fuerces.
— Estoy bien — dije rápidamente — No estoy enferma. No te preocupes.
Carl solo me miró con sus ojos oscuros como si estuviera evaluando si mis palabras eran ciertas o no, por lo que sonreí de la manera más dulce. Emily a su lado solo me dio una mirada extra para luego mirar al suelo.
— Si tú lo dices, pero si te sientes mal deberías ir a la enfermería.
— Estoy bien, te lo aseguro — le dije.
Después de decir aquello, espere a que Carl y Emily se marchen como siempre solían hacerlo, pero ninguno de los dos se movió.
¿Qué estaban esperando?
— Deberíamos irnos pronto, la campana va a sonar en cualquier momento — susurró Emily mientras empezaba a caminar con pasos lentos.
Carl asintió y luego me miró con una suave sonrisa.
— Vamos, Mia.
Al escuchar aquello lo miré confundida, después de todo, en el pasado, aunque llegamos a la academia en el mismo auto, ellos evitaban relacionarse conmigo, es más, me trataban como si hubiese sido la persona que traicionó a Jesús. Por lo que este cambio de actitud me tomó completamente desprevenida, sin embargo, no planeé cuestionarlos, solo sonreí y empecé a caminar a lado de Carl.
— ¿Qué clase tienes? Yo tengo historia y de solo pensarlo me dan ganas de regresar — comenté risueña.
— Filosofía.
Justo cuando iba a preguntar de qué se trataba su materia, ya que estaba curiosa por saber si los filósofos que estaban estudiando eran Plantón, Aristóteles o eran filósofos de nuestra especie, sonó el celular de Carl y Emily de manera sincronizada.
— A eso le llamó sincronización — comenté mientras sacaba mi celular.
No había ni un mensaje para mí, qué triste.
— ¡Qué diablos es esto! — exclamó Carl, sus ojos parecían iracundos mientras miraba lo que sea que estaba en su celular.
Al verlo actuar así, me sentí curiosa por saber qué era lo que le habían enviado para sacar este tipo de reacción en Carl, el cual se destacaba por siempre tener un rostro indiferente en el que ya sea alegría y tristeza no se podía ver con claridad.
— ¡Ay, Diosa Luna! — susurró Emily con la voz temblorosa.
¿Qué estaba pasando? ¿Qué era eso que los había alterado?
¡No me digan que papá murió!
Justo cuando estaba por preguntar acerca del bienestar de mi padre, Carl colocó su celular en mi mano, sus acciones fueron un poco bruscas, lo que me hizo mirarlo con extrañeza.
— ¿Qué pasó hermano? — le pregunté.
— ¿Eres tú la de estas fotos? — preguntó con voz baja.
¿Qué fotos?
Una idea descabellada cruzó por mi mente, y sin pensarlo dos veces, revisé el celular de Carl, sin embargo, al ver el título del hilo en el foro de la academia que aparecía como destacado, no pude evitar sentir que dejó de latir por un segundo.
«Chica nueva siendo una zorra lasciva»
Debajo de este título había una pequeña descripción, que sonaba a historia porno. Mi corazón se hundió al ver las docenas de imágenes que me mostraban en una postura comprometedora, revelando mucho más que una sonrisa.
— ¿Eres tú, Mia? — volvió a preguntar Carl.
Rápidamente, negué con la cabeza mientras sentía que mis ojos se llenaban de lágrimas.
— No soy yo. No soy yo — repetí.
Cuando terminé de decir esto, me volví consciente de lo que estaba pasando a mi alrededor. Las personas me empezaron a mirar y señalar, otras se empezaron a reír mientras que otros me miraban de manera obscena.
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Editado: 17.11.2024