La mascota del Rey Alfa

36. ¿Tienes miedo?

Me sentía desesperada, no, tacha eso, me encontraba totalmente angustiada. Mañana cumpliré 18 años. Lo que significa que me iba a convertir en alguna especie de lobo, y eso me tenía totalmente devastada.

¿Dolería? ¿Conservaría mi cordura? ¿Cuánto tiempo iba a durar la transformación? ¿Me quedaría así para siempre?

¡Ah! ¡Dios! ¡No quiero ser un perro! Era horrible, tendría que comer sin utilizar cubiertos, orinar en los arbustos.

— Ya deja de suspirar, si suspiras una vez más temo que mueras — me regañó Leila. — Y mejor concéntrate en tu parte del trabajo tenemos como veinte minutos para terminar si le quitas los cinco minutos para corregir, solo tenemos 15.

Al escuchar las palabras de Leila no pude evitar pensar en cómo ella parecía ser una chica relajada a simple vista, pero en realidad era una controladora total. Fruncí los labios mientras me concentraba en hacer mi parte del trabajo en equipo que nos dispuso el maestro de literatura.

— No seas mordaz, Leila. Mia tiene sus propias preocupaciones, crees que después de lo que pasó, ella estará bien. Aunque las cosas están calmadas aún no se descubre quien es la persona que la difamo en el foro. — Ciel quebró su lápiz por la mitad mientras su voz suave se volvía mucho más profunda y grave— Es que si lo tuviera enfrente le rompería la cara, no solo eso incluso le haría comer concreto.

Reí ante sus palabras, no sabía que este chico que parecía ser tan tierno como un conejito podía tener este tipo de expresión y decir esas palabras.

— La violencia no es la respuesta — le dije a modo de juego — Es mejor pagarle con la misma moneda, ya sabes, ojo por ojo, nariz por nariz.

Claro que no me atrevía a tomar represalias contra Bastián de esta manera, pero en mi mente ya me había vengado cientos de veces.

— ¿Acaso no es diente por diente?

Bien dicen habla del diablo y aparecerá. Bastián sonrió mientras se sentaba a mi lado.

— ¿Qué haces aquí? — le preguntó Leila con el ceño fruncido — Este no es tu grupo.

— Solo vine a ver qué tal lo estaba haciendo mi prometida — le dijo mientras señalaba una palabra en mis apuntes — No se escribe ‘ay’ sino ‘ahí’ al maestro Frederick no le gustan las faltas ortográficas.

Ante su observación rápidamente busqué un borrador para corregir el error. Bastián parecía estar esperando que le diera las gracias, pero tendría que esperar sentado porque parado se iba a cansar.

— Ni un gracias — dijo con voz casi inaudible que si no estuviera a su lado no lo hubiese escuchado, sus ojos parecieron oscurecerse.

Sonreí de manera hipócrita mientras seguía transcribiendo mi parte del resumen.

— ¿Acaso no tienes algo más que hacer? — mencionó Leila haciendo un puchero — No seas entrometido, el que seas mi prometido no te da derecho a meterte en mis asuntos.

Bastián sonrió mientras señalaba la hoja de Ciel.

— Justo ahí hay otro error, no es ‘mia’ sino ‘mía’ no te olvides de la tilde, Ciel.

Ante las palabras de Bastián, Ciel se puso rojo como un tomate, ante su apariencia mis manos picaron por sujetar sus suaves mejillas y apretujurlas.

— Yo… lo…lo sabía, le iba a poner la tilde al final — se defendió mientras empezaba a revisar sus escritos con sumo cuidado.

Sonreí al verlo actuar así.

— Ustedes dos son un completo caos. Déjenme revisar a mí.

Leila nos quitó las hojas para verificar las faltas ortográficas, Ciel se levantó con la intención de ir al baño.

— ¿Le preguntaste? — murmuró Bastián.

Leila seguía concentrada sin prestarnos atención. Por lo que miré con lo que pensé que era ira a Bastián.

— No y deja de meterte en mi vida. Voy a pensar que estás obsesionado conmigo. Creo que a tu prometida no le gustará nada eso.

Bastián torció una sonrisa, sus ojos me miraron con una agudeza que me hizo sentir incómoda.

— Tienes miedo. — más que una pregunta era una afirmación —. Eres una cobarde como Asther. En cuanto a Leila, ¿no me digas que estás celosa? Mi hermano estará triste si lo sabe.

Me mordí los labios, la frustración que me causaron las palabras de Bastián sobrepasó mi límite. Creí que era la única que podía enojar a los demás solamente con hablar, pero hoy me di cuenta de que no era así, Bastián era mucho peor que yo. Respire hondo tratando de calmar la agitación en mi pecho para no cometer una locura.

— ¿Quién está celosa de ti? No seas ridículo. Es hora de que despierte querido príncipe, soñar despierto no es bueno para usted. — dije mientras pisaba su zapato haciendo que me miré mal — Lo siento, definitivamente, no fue a propósito.

— Como si te creyera.

Bastián soltó una risita haciendo que Leila lo mirara mal.

— No rías, es horrible. Mia avísame si te está molestando. Aunque creo que ahora que tu relación y la de Emily está bien, él no hará nada en tu contra.

Bueno, ya lo hizo, y no solo una vez sino varias. Tampoco creo que lo haya hecho a causa de Emily, sino que esa fue solo su excusa. Se nota que su corazón es más oscuro que el carbón y que es el tipo de persona que disfruta ver a los demás en desgracia.

— No seas entrometida, Leila. — la regañó Bastián, sus ojos se mostraron fríos.

— Tú empezaste — replicó Leila. — Te enojaste solo porque mencioné a Emily, si tanto te gusta porque no te casas con ella.

Al ver cómo Leila no tenía miedo de enfrentarse a Bastián, sentí un nuevo nivel de respeto ante ella.

— El hecho de que seas la única hembra alfa pura sangre no te salvará siempre, Leila — la regañó Bastián con expresión fría — Si no fuera por tu identidad hace rato te hubiese castigado.

Leila le sacó la lengua.

— Por cierto, ¿cuándo saldrá Asther de su confinamiento? Ya han pasado muchos días — le preguntó Leila.

Miré con curiosidad a Bastián, incluso mi corazón se aceleró, extrañaba mucho a Asther.

Bastián sonrió de manera sarcástica luego se levantó y se arregló el cabello, sus ojos grises por un momento mostraron una luz extraña.




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