Cuando abrí los ojos, miré con fascinación los rayos del sol entrar por la ventana. Nunca antes había celebrado mi cumpleaños, hoy sería la primera vez. En el pasado mi nana solo me hacía un pastel, pero al ser solo ella y yo, este tipo de celebración se sentía mal por lo que le pedí que ya no lo hiciera más. Mientras me estiraba, mi gato se acercó a mi lado y empezó a maullar.
— Feliz Cumpleaños para ti también, Serafín. — susurré dándole mimos.
Sonreí al verlo echarse sobre mi cama, al acariciar su suave pelaje anaranjado recordé como hace tan solo dos años lo había encontrado dentro de un bote de basura a las afueras de mi casa.
Era una cosa pequeña, una bolita de pelos naranjas, con un maullido suave y lastimero, sin pensarlo dos veces lo recogí y empecé a criarlo, ahora era tan gordo y grande que no se asemejaba ni por un segundo a ese gatito tonto del pasado.
— Más tarde te traeré algo delicioso — añadí mientras me disponía a vestirme con calma.
Cómo era domingo, no tenía muchas cosas que hacer, la ceremonia de transformación se llevará a cabo en la noche.
Tanto que deseaba que este día nunca llegará, al final terminó llegando. ¿Por qué tenía que llegar?
Suspiré mientras me lavaba los dientes, contemplé mi reflejo en el espejo, mis ojos se veían normales, tenían ese tinte verde intenso que era un poco extraño y a la vez fascinante, tenía una sombra de ojeras debajo de cada ojo, pero era tenue, casi invisible, mi nariz seguía siendo la de un humano, para nada parecida a la de un perro, miré fijamente mis orejas y mis dientes.
— ¿No parecen haber crecido? Mis dientes siguen siendo pequeños y bonitos — palpé mi trasero, al no sentir nada anormal solté un suspiro llenó de alivio — Parece que no me ha crecido ninguna cola.
De igual manera, observé con sumo cuidado, para asegurarme que mi cuerpo no había cambiado físicamente. En cuanto a mis percepciones, seguían siendo las de un humano normal. Intente levantar mi cama, para comprobar si mi fuerza no había evolucionado, pero no, seguía siendo yo.
Tras arreglarme salí de mi habitación con la intención de desayunar, justo cuando estaba por entrar al comedor alguien me asalto por detrás y me tapó los ojos.
— Buenos días, Mia — susurró Emily a mi oído. — ¡Feliz Cumpleaños! — añadió con su dulce voz, luego quitó sus manos de mis ojos permitiéndome ver a mi alrededor.
En mi campo de visión apareció una tarta de manzana con dieciocho velitas. Ni siquiera tuve tiempo de decir algo cuando Carl y Emily empezaron a cantar ‘Feliz Cumpleaños’ con un tono de voz desafinado incluso se saltaron algunas partes, pero eso era lo de menos. Aunque su canto era todo un caos, se sintió tan hermoso para mí.
— Feliz Cumpleaños, Mia ~
Carl y Emily dijeron al unísono antes de que se turnarán para abrazarme.
Yo estaba tan feliz.
No solamente las sonrisas en su rostro sino la calidez que emanaban se sintieron como un bálsamo para mi alma.
— Gracias — les dije llena de sonrisas.
Emily sujetó la tarta y se acercó a mí, sus labios mostraban un arco sonriente que por un momento se me hizo extraño.
Después de todo, hace un par de semanas, ella odiaba todo lo que tenía que ver conmigo, ella me odiaba tanto que incluso evitaba comer en la misma mesa de yo, evitaba mirarme o escucharme. Si alguien me hubiera dicho en ese entonces que semanas después esa misma Emily que había dejado claro cuánto me detestaba estaría celebrando mi cumpleaños como si fuera el suyo propio. Sinceramente, le diría que las drogas son muy malas y entorpecen el cerebro.
Pero sucedió, lo inimaginable.
Al final, ella entendió lo que tanto había estado tratando de decirle. El hecho de que yo no era culpable de los errores que cometieron nuestros padres. No debía pagar por la culpa de ellos.
— Ahora sopla las velas y pide un deseo — mencionó Emily.
Le hice caso, cerré los ojos mientras pedía mi deseo.
— Por favor, qué todos estemos felices y saludables.
Tras decir aquello abrí los ojos y sople las velitas.
— Debiste decirlo en tu mente — me corrigió Carl.
— Bueno, no pensé que lo estaba diciendo en voz alta — me defendí.
— No importa, tu deseo se cumplirá, Mia. Mamá me dijo que el día de tu cumpleaños es un día especial solo para ti, en donde la Diosa Luna te presta espacial atención y escucha tus deseos. Si tu corazón es amable y bondadoso te los cumplirá.
Sonreí al escuchar sus palabras.
— Tu madre suena como una gran persona — le dije.
— Quizás si te hubiera conocido le hubieses gustado, ella era una persona cariñosa, su sonrisa podía iluminar cualquier lugar — susurró con la cabeza baja — A veces, te asemejas a ella.
No supe qué decir ante sus palabras, por lo que sonreí.
— Bueno es hora de desayunar, niñas. — mencionó Carl luego de unos segundos.
Mientras miraba sus expresiones felices, un sentimiento cálido recorrió mi corazón. Tal vez esto de ser licántropo no era tan malo, ¿verdad?
Después del desayuno, Emily tuvo que retirarse porque debía ir a entrenar al igual que Carl, por lo que me quedé sola.
— Nos vemos más tarde — mencionó Carl, luego salió el comedor en busca de sus materiales.
Cuando solo quedamos Emily y yo en el comedor, ella se acercó a mi, una sonrisa adornaba sus labios.
— No te preocupes, vendré para ayudarte a preparar para tu ceremonia de transformación.
— Está bien, hermana — le dije.
Al escuchar mis palabras, la expresión de Emily se volvió extraña, como si en cualquier momento pareciera que fuera a llorar.
— Lo siento, Mia — dijo con voz gangosa —. Te dije tantas cosas malas. Fui tan malvada. Sabes... sabes por mi culpa estuviste en ese aprieto de las fo...
La interrumpí antes de que siguiera hablando. No es que fuera una persona managnima sino que me daba cuenta de que Emily solo había sido un peón más en este tablero de ajedrez.
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Editado: 17.11.2024