Mi ceremonia de transformación se iba a llevar a cabo afuera de la mansión en un pequeño altar ubicado detrás de los jardines, especialmente creado para adorar a la Diosa Luna.
— Ya vamos a llegar — susurró Emily mientras tomaba mi mano en señal de apoyo.
Sonreí ante su gesto.
La noche estaba oscura, el cielo se encontraba adornado de innumerables estrellas, la luna sonreía de una manera que me hizo sentir escalofríos. Por un momento contemplé está vista con asombro.
Con cada paso que daba mi corazón se aceleraba, al ser la única vestida de blanco por un momento paso por mi cabeza que me había convertido en alguna especie de sacrificio virgen.
— Ya van a ser las 12, pronto empezará tu transformación. Debes mantener tu mente tranquila y dejar que los ruidos de la noche penetren en tu cerebro — mencionó papá con preocupación mientras llegábamos al altar — No debes tener miedo, no dolerá.
Tras decir aquello me indico con expresión solemne que me recostara en una cama de piedra, con algo de temor le hice caso. Antes de cerrar los ojos observé con angustia las miradas serias en los rostros de mis amigos. Quise decir algo para romper el silencio, pero estaba tan ansiosa que no se me ocurrió nada.
Lance un suspiro mientras me acostaba y cerraba los ojos, podía sentir la mirada abrazadora de todos sobre mi cuerpo, lo que me hizo sentir avergonzada.
Sin embargo, no tuve el tiempo suficiente para prestar atención a estos sentimientos, después de todo, pronto una sensación extraña me invadió. Me sentía como si estuviera flotando sobre nubes, la sensación era tan rara que no pude evitar abrir los ojos. Es solo que cuando los abrí, ya sea papá, Emily, Carl, Leila, ninguno de ellos estaba, era como si hubieran desaparecido en un parpadeo.
— ¡Papi! ¡Emily! ¡Carl!
No sabía con exactitud cuánto tiempo los llamé, pero por más que lo hice, ninguno de ellos me respondió. Ante este hecho una sensación de temor invadió mis sentidos.
¿Qué estaba pasando? ¿A dónde habían ido todos?
Cerré los ojos esperando que cuando los abriera de nuevo, ellos aparecerían. Pero en cuanto los abrí no había nadie a mi alrededor.
— Si esto es una broma, no es divertida. ¿Dónde están? — grité.
Pero de nuevo nadie me respondió.
Incluso sucedió algo más terrible, preste atención a los ruidos de mi entorno con la ligera esperanza de escuchar algo más que los latidos de mi corazón y mi respiración agitada. Sin embargo, no escuchaba nada, ni el murmullo de los grillos, ni el trinar de las aves.
No había nada.
Era como si fuera la única persona que existía en el mundo.
Me mordí el labio mientras trataba de no llorar, pero me era imposible no hacerlo. No podía calmarme.
— Esto es un sueño, ¿verdad? — dije mientras pellizcaba mi brazo — Si es un sueño, ¿por qué me duele? No debe doler.
Quise levantarme de la cama de piedra para explorar alrededor. Sin embargo, cuando intenté levantarme unas enredaderas de las que no estaba segura de donde habían venido se enredaron en mis tobillos y manos impidiendo mis movimientos.
Intente alejarme de ellas, pero mientras más intentaba alejarme, estás se enredaban con más fuerza alrededor de mi cuerpo, casi como si quisieran asfixiarme.
— ¡Tengo miedo! ¡Ayúdenme! ¡Alguien sálveme! — grité con lágrimas en los ojos — ¡No quiero morir! ¡No quiero morir!
Mientras sollozaba en busca de ayuda, de repente, sucedió algo que me hizo dejar de llorar. Observé con asombro como la luna se ponía en lo alto del cielo, lo que se me hizo extraño era que la luna estaba redonda como una pelota cuando estaba segura de que está noche no sería luna llena y el cielo que anteriormente estaba iluminado de estrellas esta vez estaba plagado de nubes oscuras.
Por un momento pensé que se iba a salir el corazón del pecho debido a mi latido errático, mi respiración con cada inhalación se volvía más agitada y mis manos estaban más sudorosas que nunca, un escalofrío recorrió mi columna vertebral, tenía el presentimiento de que algo estaba detrás de mí, algo aterrador. Pero al mismo tiempo este pensamiento se sentía como una contracción, ya que detrás de mí solo estaba la cama de piedra.
— Si esto es una pesadilla, por favor que termine pronto.
Mientras pensaba en una forma de escapar de las enredaderas, un suave murmullo indistinguible acudió a mis oídos. Al principio se sintió como un silbido del viento, luego mientras me concentraba lo identifique como el canto de un ave, mientras dudaba entre decir algo o no, escuché el mismo sonido por tercera vez, sin embargo, esta vez fue tan claro y fuerte que estaba segura de lo que era. ¡Era el gruñido de alguna bestia salvaje!
Tras este descubrimiento, escuché el sonido de leves pisadas, algo se acercaba a mí, no pude evitar sentir miedo. Por lo que cerré los ojos mientras contenía la respiración.
¡Por favor que no venga hacia mí! ¡Por favor que no venga hacia mí!
Pronto las pisadas se volvieron más cercanas, hasta que escuché una ligera respiración sobre mi rostro.
— No soy deliciosa, yo… soy vegetariana, si eso soy, y estoy tan flaca, soy puro hueso, sé que te gusta la carne, pero no hay nada delicioso en mí — dije con los ojos cerrados, mi voz se escuchaba sollozante —¡No me comas, por favor! ¡No quiero morir sin haber amado aún!
Al no notar ningún movimiento, decidí abrir los ojos, ante mis ojos apareció el lobo más lindo que había visto jamás. Sus ojos eran de un color verde como la luz de las luciérnagas, se mostraban decaídos, como si se sintieran agraviados, al ver su estado abatido, el temor que sentí hace un instante desapareció como si nunca hubiera existido en primer lugar dejándome una extraña sensación de apego.
— ¿De dónde vienes? — susurré.
El pequeño lobo parpadeó con sus grandes ojos y luego se acercó a mi cara. Antes de que pudiera suplicar por mi vida o siquiera llorar, aquel lobo me lamió el rostro como si estuviera feliz de verme.
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Editado: 17.11.2024