Ring, ring, ring.
Con una pereza infinita, apagué la alarma y abrí los ojos, dejándolos adaptarse lentamente a la luz solar. Después de despertar, me arrastré hasta el baño. Al enfrentarme a mi reflejo en el espejo, no pude evitar una evaluación instintiva de mi cuerpo. Mis ojos seguían siendo los mismos, mis orejas iguales, y, para mi alivio, no había señales de una cola. Gracias a Dios.
Sabía que estaba siendo ridícula, pero, vamos, mi cabeza era un desastre.
— Serafín, ahora soy un lobito, no tengas miedo, que no te voy a morder — le dije al oído a mi gato, el cual solo se estiró de manera perezosa mientras volvía a dormir.
Contuve una carcajada mientras me disponía a arreglarme, cuando estaba a punto de ponerme el uniforme me di cuenta de que en estos días no habría clases debido al festival de Girasoles.
— ¿Por qué no hay clases? — gruñí mientras me echaba en la cama. — Quiero ver a Asther — murmuré decaída — ¿Qué estaré haciendo?
Mientras pensaba en como escapar de la mansión para encontrar a Asther bajé hasta el comedor en donde Emily junto con Carl estaban desayunando. Papá no estaba por ningún lado, lo que me hizo soltar un suspiro de alivio, no quería tener que enfrentarme a él tan temprano en la mañana. Después de todo, la discusión que tuvimos anoche aún estaba fresca en mi memoria.
— Buenos días — me saludaron en cuanto se dieron cuenta de mi presencia.
Carl se levantó mientras habría una silla para qué me sentará. Le agradecí su gesto con una sonrisa la cual él devolvió de manera imperceptible, que solo duró un parpadeo.
— Iré a entrenar — informó antes de salir.
— Suerte — dije con una sonrisa.
Carl salió del comedor dejándome a solas con Emily.
— La situación en la frontera parece ser muy mala — susurró Emily — Escuché a papá decir que no solo los vampiros están detrás sino también los nómadas.
La miré con incredulidad.
— No se suponen que también son de los nuestros, ¿por qué querían hacerle daño a los de su especie?
Cuando dije esto me sentí estúpida, después de todo los humanos también eran así, a pesar de que eran de la misma especie, también se hacían daño a sí mismos por cualquier conflicto de interés que se presenten. Ahí teníamos la guerra entre Rusia y Ucrania, los conflictos internos de otros países como Ecuador con su lucha contra las bandas criminales.
— Los nómadas están en contra de nuestro sistema social, no están de acuerdo con que nos rijamos por medio de una sociedad monárquica, tampoco están de acuerdo con las diferencias de trato entre Alfa, Beta y Omega. Por ahí escuché que su líder es un Beta.
— Suenan como seres que me caerían muy bien.
Emily soltó una risita antes de volver a su expresión seria.
— No creo que sean geniales, sabes, hace años el Rey envió a un grupo de caballeros con la intención de que se establecieran en el reino, pero sabes, esos caballeros aparecieron despedazados en la frontera del reino.
— Eso era horrible.
Mientras tomaba un sorbo de leche cayó un silencio entre las dos. Emily empezó a juguetear con sus manos, luego me miró con nerviosismo como si me quisiera decir algo, pero no pudiera hacerlo. Al notar su actitud, caí en cuenta de que Emily era como un libro abierto, todas sus emociones estaban escritas en su rostro, ya sea felicidad, ira y tristeza.
— ¿Qué pasa? — le pregunté mientras untaba un poco de mermelada en el pan.
Emily se mordió el labio, mientras la veía dudar, le di un gran mordisco a mi pan.
¡Delicioso! Me sentía famélica.
— Escuché tu discusión con papá — la miré asombrada ante su confesión — ¿Es cierto que Asther es tu compañero destinado?
El nerviosismo en su tono era palpable, contemplé sus ojos aguamarinas con emociones complejas, por un momento me debatí si debía ser sincera con ella o no. Al final, opté por decirle la verdad, no tenía caso mentirle.
— Sí, solo ayer me enteré — susurré.
— ¡Qué loco! Eso explica muchas cosas — dijo con una sonrisa — Felicidades, debes estar feliz.
— No lo puedo negar. Pero papá no parece ser feliz. Me dijo algunas cosas hirientes.
Emily lanzó un suspiro, luego me miró con suavidad, casi de manera maternal, o al menos sentí que me estaba mirando como muchas veces me miraba mi nana.
— Papá debe estar preocupado por tu seguridad Mia, no es que te esté menospreciando, aunque sus palabras fueron duras y no fue la mejor manera de decirlo.
La escuché no tan convencida. Emily al ver mi actitud sonrió mientras tomaba mi mano.
— No lo tomes a mal, no es que esté tratando de justificar su comportamiento. Es solo que puedo entender su punto, Asther no es cualquier Alfa, es un Alfa pura sangre y aparte uno de los candidatos al próximo rey Alfa. Y tú solo eres una Beta.
— ¿También crees que soy muy poca cosa para él?
No quería sonar herida, pero el escuchar a Emily decirme que era ‘solo una Beta’ me hizo sentir mal.
¿Qué tiene de malo que sea una Beta?
¿Qué pasa si Asther es un Alfa?
¿Acaso no podemos enamorarnos?
— No — dijo Emily avergonzada —. Es solo que temo que será difícil para ti. Tú no lo sabes, Mia, pero la situación de la corona es crítica. Aunque el Rey ha mostrado favoritismo por su Alteza Bastián aún no lo ha declarado como Príncipe Heredero, por lo que la corte está dividida en dos bandos, en donde detrás de cortinas causan caos y estragos a sus adversarios. Y siendo Asther el príncipe menos popular, es el que más desventajas tiene, por lo que si saben de tu relación con él serás la mayor perjudicada porque te verán como su punto débil y su talón de Aquiles al ser solo una Beta.
Aunque entendía el punto de Emily, y estaba al tanto de la situación de Asther, no quería rendirme con él. No quería huir como un cobarde solo porque el camino parecía estar lleno de obstáculos. Además, cuando en mi vida algo había sido fácil.
— Está sociedad es tan injusta — refunfuñé — De donde vengo, aunque aún hay luchas entre las clases sociales no es tan ridículo como aquí.
#97 en Fantasía
#543 en Novela romántica
guerra de razas, hombres lobos alphas, humor amistad amor adolescente
Editado: 17.11.2024