La mate del Beta

Capítulo 5.

 

♤♤ Linda ♤♤

 

—Yo… creo que si —de repente sentí que algo me hacía falta, mis brazos estaban vacíos. —mi bebé, que hizo con mi hija —lo miro de arriba abajo. Estrella esta en su regazo, algo que me pareció muy extraño, ya que ella no es una niña que le guste que otras personas la toquen, pero estaba muy tranquila sentada en el regazo de ese hombre. —¿Cómo lograste que ella aceptara que la cargara? —me senté.

 

—la tomé en brazos cuando te desmayaste —parpadee varias veces, me había desmayado en ¿que momento?

 

—¿Yo me desmayé?, que pena lo siento —incline mi cabeza apenada.

 

—Descuida, debió ser fuerte escuchar que te despedían —Asiento.

 

—Sí, necesito mucho el trabajo, es mi único sustento, a veces es difícil que la niñera la cuide ya que su madre está enferma y es la única persona con la cual Estrella se lleva bien.

 

—Lo entiendo, ¿y su padre?

 

—Su padre, él está muy ocupado siempre.

 

—Trabaja mucho —Sonrió, quisiera que trabajara para que así yo pueda cuidar de mi hija.

 

—Si —miento. —debo regresar a mi hogar, te agradezco mucho tu ayuda.

 

—Estoy preparando el almuerzo, me gustaría que me acompañaras —le sonrió.

 

Una parte de mi quiere irse por temor a Rafael, si el descubre que estoy con otro hombre me va a matar, pero otra de mí quiere permanecer aquí con él, no sé, pero me siento segura, es un completo extraño, en cambio con Rafael solo me produce miedo y lo conozco hace ya cinco años.

 

—Yo debo regresar —digo abrumada por esa parte de la razón que me grita que es mejor regresar a casa y pensar en buscar otro empleo. —debo buscar trabajo —juego con mis manos estoy nerviosa, es lo único que provoca este hombre en mí.

 

—Te entiendo, espera el almuerzo y luego te llevo a tu casa, tal vez pueda ayudarte a conseguir trabajo.

 

—No es necesario gracias, no quiero incomodar.

 

—No lo haces es más estoy muy a gusto con tú compañía y con la de esta linda princesita, ¿Verdad Estrellita? —mi beba le sonríe como si lo conociera desde hace mucho tiempo. Me mira esperando una respuesta tal vez.

 

—por favor quédate, te necesito, te necesitamos —Miro a ambos lados de donde proviene esa voz, es una voz angustiada.

 

—Sucede algo —Niego.

 

—Esta bien, me quedaré, pero si me dejas ayudarte  —propongo, no me iba a sentar y observarlo.

 

—No, eres mi invitada siéntate.

 

—Insisto si no me dejas ayudar entonces me marcharé —me sonríe ampliamente.

 

—De acuerdo, ven conmigo —dice levantándose junto a Estrella, lo sigo hacia la cocina supongo. —muy bien hermosa princesa usted permanece aquí sentadita, mientras tu madre y yo preparamos la comida, te chuparas los dedos —Sonrió contagiada de la sonrisa de mi bebé.

 

Y no mentía cuando dijo que nos íbamos a chupar los dedos, la comida estaba exquisita.

 

—Eres un gran chef, gracias por dejarme tocar tu cocina.

 

—Gracias a ti por acompañarme. Ahora podemos hablar sobre tu trabajo, me gustaría ayudarte.

 

—Gracias, pero no es necesario, iré a la agencia mañana y de seguro consigo algo.

 

—Esta bien no insisto, pero si necesitas de mi ayuda aquí estaré para ayudarte —mi ceño se frunce. —tranquila es sin ninguna intención —asiento.

 

—Te lo agradezco —Miro a Estrella quien no se a separado de Jarrel por ningún momento, ni siquiera a la hora de comer se separo de él.

 

—Tienes más familiares —mire a una esquina esquivando su mirada.

 

—No tengo a nadie, solo a mi hija, ella es mi única familia  —me daba pesar recordar que nunca estuve una madre o un padre, ni siquiera una madre adoptiva.

 

La pase mal durante mi infancia y mucho más durante la adolescencia, todo se resume a ese día. El día que pensé que al fin sería adoptada, había compartido durante una semana con una familia, estaba feliz porque al fin iba tener una familia, pero el día de la adopción ellos decidieron adoptar a otra niña, desde ese día me aísle y no quise compartir con nadie.

 

Una lágrima solitaria rueda por mi mejilla.

 

—lo siento no fue mi intención —dice limpiando mi rostro con un pañuelo. —no quise que recordarás nada de tu pasado, no sabía que era doloroso —¿doloroso como lo sabía?

 

—Descuida no lo sabías. Ya basta de mí que hay de usted.

 

—De mí no mucho, solo soy un hombre solitario.

 

—Eso es raro —me mira.

 

—¿Raro por qué? —Pregunta.

 

—Es usted, pues es un hombre apuesto como es que esta solo —sentí mis mejillas y orejas calentarse.

 

—Eso es porque de donde yo vengo solo se puede amar a una sola mujer y yo aun no la he encontrado, pero se que esta muy cerca de mí.

 

—¡Oh! será muy afortunada de tenerlo.

 

—Tal vez yo sea el afortunado de tenerla a ella —no sé porque sentía como si él me lo estuviera diciendo a mí, era como si cada palabra fuera dirigida específicamente para mí. Estaba loca al pensar tal cosa.

 

Las horas seguían pasando y nuestra platica se centro a como era vivir en esta ciudad, y como era vivir en la suya y por lo que me ha dicho son muy diferentes.

 

Como a las seis de la noche le dije que ya era hora de irme, solo rogaba que Rafael no estuviera en el apartamento, él insistió tanto que me iba llevar así que no me quedó de otra que aceptar. Además soy fácil de convencer, tal vez por esa razón me encuentro donde estoy.

 

—Puedes dejarme aquí por favor —le pedí, ya estábamos cerca del edificio y si alguien me veía estaba segura que le dirían a Rafael.




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